Londres
Kate declara la guerra a las canas
LA RAZÓN visita la exclusiva peluquería en la que la duquesa de Cambridge se gastó más de 700 euros en una sesión de seis horas. En el lujoso barrio de Mayfair
La calle Hanover es una perpendicular que sale desde Regent Street. Podría pasar desapercibida en el callejero, pero para la «jet set» londinense no tiene pérdida. La pequeña arteria separa lo humano de lo divino. Mientras que en un extremo, miles de turistas inundan como hormigas las aceras para ver los escaparates decorados con motivos navideños, en el otro se respira elegancia y sobriedad en cada rincón. Se trata del barrio de Mayfair, uno de los más exclusivos de la ciudad. Los ricos no hacen cola ni van con prisas cuando compran un Louis Vuitton. Se trata de un mundo aparte donde nada es lo que parece. Quizá por eso me resulte tan complicado encontrar el elitista salón Rossano Ferretti. La peluquería está en boca de todos desde que Kate Middleton pasara allí más de seis horas cuidando su melena. Una vez dentro, uno entiende por qué el corte de pelo realizado por el gran maestro, el creador del llamado «Método», cuesta mil dólares (unos 730 euros).
El espectáculo comienza incluso antes de atravesar la impresionante puerta de madera de un edificio que en su día fue casa del artesano William Morris. Está protegido y tanto fachada como interior permanecen intactos. Los que pensaban que una peluquería de ricos era igual a la del resto de los mortales, pero en vez de ofrecer café dan champán, se equivocan. Este SPA para el cabello –así es como se llama– no tiene pared acristalada por la que se puedan ver a mujeres vestidas de Oscar de la Renta. Es un universo superior. Una sofisticada joven te recibe en la entrada y te invita a subir la impresionante escalera. A menos que seas duquesa o VIP, ya que, en ese caso, se coge directamente el ascensor hasta la cuarta planta –donde está el club privado– sin que nadie se percate de tu presencia. Los escoltas son bastante discretos por lo que no generan problemas.
La discreción, su emblema
Rossano vive a caballo entre Parma y medio mundo, así que como maestro de ceremonias actúa Pol García, un encantador mexicano que a sus 33 años puede presumir de ser uno de los dos únicos estilistas capacitados para cortar el cabello bajo los parámetros del Método. Es amigo de Pippa desde hace dos. Precisamente fue ella quien aconsejó a su hermana Kate que se pusiera en sus manos. «En el Reino Unido no he visto cosa igual con la familia real. Todo el mundo se vuelve loco por conocer aunque sea al amigo del vecino del primo del portero de Palacio. Es algo increíble», comenta.
La naturalidad con la que habla de la familia política del príncipe Guillermo es pasmosa. Y quizá sea esa la clave por la que es tan bien recibido cuando acude a casa de los Middleton a comer. «¿Puedo escribir todas estas cosas?», pregunto para evitar así malentendidos. «Por supuesto», me dice. «Tanto Pippa como su madre me han dado permiso». «¿Y Kate?», insisto. En ese caso su cara cambia. «Digamos que la discreción es uno de nuestros emblemas», señala. No hacen falta más palabras, pero ambos sabemos que el recorrido que estoy a punto de hacer es el mismo que rechaza la que en su día se convertirá en reina.
Cada una de las salas, de un tamaño muy superior al piso de un español medio, está adornada por lámparas de cristal de Murano. No podía ser de otra manera. Cuando llevan el tinte puesto, las clientas no tienen espejo delante. No hay que enturbiar la imagen de su belleza con esos antiestéticos trozos de papel de aluminio. A pesar de que en los periódicos lo de estar seis horas ha llamado poderosamente la atención, las que quieren cambiar de color emplean fácilmente todo el día. Matan el tiempo comprando joyas de las distintas exposiciones que se organizan y comiendo sushi o cualquier otro manjar que se les antoje de los selectos restaurantes de la zona. Pese a mis insistentes preguntas, no consigo averiguar el menú preferido de la duquesa de Cambridge.
De uno en uno
Cuando al final llego hasta la sala VIP no puedo evitar sentarme en la silla de piel, modelo exclusivo de Philip Starck. El gran salón está diseñado para atender tan sólo a una persona. La zona donde se realiza el trabajo del estilista está separada del resto de la estancia por una elegante cortina de terciopelo. «Hay que guardar la privacidad», dice Pol. «Entre usted y yo», le digo, «¿cómo es posible que un corte de pelo pueda costar mil dólares?». Se ríe. «Querida, ten en cuenta que para nuestros clientes eso no es nada, es como si se compraran un bolso», explica. Terminamos nuestro té con pastas de chocolate –deliciosas, por cierto–, y Pol se pone analizar mi melena. Siempre había creído que era lacia, pero el experto me la califica de «estilo baba extra fina». Mi cara debió de ser tal poema que, después de todo el estrés navideño –los ricos en estas fechas deben estar más divinos que nunca–, me ha invitado a visitarle. Por supuesto le he tomado la palabra. No se qué es lo que me produce más curiosidad. Si sentarme en una silla de diseño, ser peinada por las mismas manos por las que ha pasado Kate o experimentar la sensación de tener un corte que, si no fuera por cortesía de la casa, me costaría un precio descabelladamente indecente. Confieso que aunque vaya directa a la sala VIP, lo de estar más de seis horas quieta me va a resultar complicado.
El primer salón, en España
Dicen que una cosa es cortarse el pelo y otra ponerse bajo las tijeras del Método, una herramienta creada por Rossano Ferreti para tratar con individualidad cada mecha y conseguir esa «caída natural». Sus salones están ahora repartidos por todo el mundo, pero, curiosamente, el primero internacional se abrió en España. Ahora sólo hay dos en Madrid, pero llegó a haber siete. ¿Cómo las españolas dejaron escapar al hombre que ahora se rifan todas las «celebrities»?
El detalle
Recomendación
Aparte de Kate, su hermana Pippa y su madre Carole, actrices, políticos –sí, ellos también han sucumbido–, y empresarias... pasan horas y horas en este paraíso.
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