Polémica
Las tetas de Amaral no son nada
Es valiente y reivindicativo hacer algo que se puede hacer, sin ningún impedimento ni consecuencia negativa, algo que resulta rentable?
Amaral enseña las tetas en 2023 y es noticia. Mi crítica, pues, es para los medios. Por hacerse eco y sobredimensionar un gesto tan fútil. En su afán por adaptarse, tarde y mal, al nuevo paradigma en cuanto a modos de informarse de gran parte de la ciudadanía, en lugar de llevar las noticias a las redes sociales siguen empecinados llevar las redes sociales a las noticias. Hoy en día, que una mujer enseñe el pecho no sería noticiable de no ser por el carácter exacerbadamente activista de las redes: no le importa a nadie y a nadie escandaliza. De hecho, no he encontrado una sola crítica al acto de enseñar los senos, lo que he visto es cuestionar su supuesta carga reivindicativa, preguntarse si es puro postureo y maniobra de marketing, reprobar la impostura. Y es que, encima de un escenario, se han enseñado tetas para aburrir desde hace demasiado tiempo como para que ahora pueda sorprender a alguien. Da igual que se revista de transgresión, de reivindicación o de acto de valentía. ¿Es valiente y reivindicativo hacer algo que se puede hacer, sin ningún impedimento ni consecuencia negativa, algo que resulta rentable? Valiente y reivindicativo era enseñar las tetas durante la dictadura, cuando Susana Estrada en los 70, por ejemplo, se paseaba por la Gran Vía con un esclavo a modo de mascota al que hacía beber café lamiéndolo en el suelo, vestida únicamente con taconazo de aguja y una fusta. Valiente es hacerlo, no ante un público entregado y a favor de obra, sino en un acto público, recién estrenada la democracia, y ante Tierno Galván, alcalde de Madrid, y de Adolfo Suárez. Eso sí era transgresión. Ahí sí había una carga ideológica y reivindicativa por los derechos de las mujeres y de los espacios que nos quedaban por conquistar. Y sí había consecuencias: Estrada permaneció sin pasaporte ni derecho a voto hasta el año 87, en que se despenalizó, por un delito de escándalo público.
Hoy, las tetas de Amaral, sin los exaltados activistas constantes de ultraizquierda y el esquizofeminismo woke, parafraseando su canción, no son nada. No reivindican ningún derecho porque no hay ninguno que nosotras no tengamos y sí disfruten los hombres. Encima de un escenario hemos visto ya las tetas de Sabrina Salerno, las de Ciccolina, las de Janet Jackson, las de Madonna, las de Kelly Rowland. Hemos visto las tetas de todas aquellas que las han querido enseñar. Nadie tiene miedo a nuestras tetas, por mucho que se empeñe Rigoberta Bandini. Y que un policía en concreto, uno anónimo y de infantería, obligase a cubrir los pechos de Rocío Saiz en un concierto en Murcia, después de diez años haciéndolo sin ningún incidente, no pasa de anécdota. De hecho, la propia policía local tachaba de incorrecta la actuación del agente, abría un expediente de investigación y aclaraba que no había recibido ninguna instrucción política al respecto. Pero esta parte no interesaba y no trascendía. Pero, seamos serios, no puede elevarse a norma lo que no llega a eventual siquiera. Tampoco es relevante que se eliminen fotografías de pechos en Instagram, pues se trata de una plataforma privada con unas normas muy específicas que todo usuario se compromete a respetar cuando firma su consentimiento al abrir una cuenta. Eso no es censura y, desde luego, no constituye ningún derecho fundamental mostrar los pechos en una red social ni tener un perfil en ella.
Este feminismo de última generación, el de las que se criaron escuchando que son especiales y que si pueden soñarlo pueden lograrlo, se nos está yendo de las manos y confunde todo deseo con un derecho. Es paradójico que ayer, mientras algunas se sentían aquí más libres porque Amaral mostraba los pechos, fuese liberada, de verdad, la periodista kurda Nazila Maroufian, encarcelada por entrevistar sin velo al padre de Mahsa Amini, la chica que murió en Teherán tras ser detenida por llevar mal puesto el hiyab, y subir la foto a Instagram con la leyenda "No aceptes la esclavitud porque te mereces lo mejor”. Las tetas de Amaral no son nada.
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