En apenas unos meses, seguramente con la llegada del verano, José Fernando Ortegaserá dado de alta en el hospital psiquiátrico San Juan de Dios, de la localidad madrileña de Ciempozuelos. Allí lleva ingresado desde hace cinco años con un programa de rehabilitación para librarle de sus adicciones, y, según nos dejan entrever, su recuperación está casi al cien por cien.

A pesar de que su padre, José Ortega Cano, tenía planes para cuando su hijo regresara a casa, resulta que José Fernando ya ha hecho los suyos propios, y estos le alejan cientos de kilómetros de la casa familiar. Su intención es instalarse con su novia, Michu, y la hija de ambos, en Arcos de la Frontera, a más de seiscientos kilómetros del domicilio paterno. En esa localidad andaluza inicia su nuevo proyecto profesional Michu, exactamente la puesta en marcha de un apartotel, instalado en un inmueble que pertenece a su familia. De ir todo como se espera, José Fernando y Michu se casarán antes de que finalice el año en una iglesia de Arcos.

Ortega se muestra preocupado, porque preferiría que la pareja y su nieta se quedaran en Madrid y montaran un pequeño negocio en las afueras. Incluso ayudándoles económicamente. Pero Michu tiene muy claro que sus pasos se dirigen hacia otro lado, y que su novio, que es experto en informática, puede trabajar con ella en la administración del apartotel.