Marisa Paredes, una mujer que nunca quiso casarse

Hija de la portera del número l3 de la casa de la madrileña plaza de Santa Ana, su padre era empleado en la fábrica de cervezas "El Águila". Desde pequeñaMarisa Paredes imaginó ser actriz como las que con frecuencia veía cuando pasaba por la fachada del teatro Español. Era una niña imaginativa que tuvo sus primeros escarceos amorosos con dos hermanos futuros matadores de toros: Faustino y José Manuel Inchausti, apodados "Tinín".

Al mayor le amputaron una pierna tras una cornada y el segundo llegó a ser figura del toreo. Fueron amores de juventud que no llegaron a más. Pero de quien se enamoró cuando tan solo tenía dieciséis años fue de Fernando Fernán-Gómez, del que aprendió mucho.

Marisa Paredes siempre ha sostenido que buscaba en un hombre más su cultura y su inteligencia, que un físico llamativo. Entre los más atractivos, vivió una aventura con un actor de fotonovelas que tuvo sus escarceos en el cine erótico: J. A. Mayáns. Después mantuvo una relación más prolongada y estable con el director y productor catalán Antonio Isasi-Isasmendi, que le llevaba casi veinte años de diferencia.

Su relación se mantuvo durante seis años. En noviembre de 1975 tuvieron una hija que ha seguido las huellas artísticas de su madre, María Isasi, una de las actrices de la serie Amar en tiempos revueltos. Hace tres años, en la alfombra roja de los Goya, Marisa contó emocionada que su hija iba a ser madre. "Voy a ser abuela, estoy viva y renaciendo cada día (...) Estoy que no puedo. Cada día me lo imagino y estoy ensayando con una Mariquita Pérez", dijo entonces.

Sintió un flechazo cuando acudió con parte del equipo de la película Entre tinieblas al Festival de Venecia. Allí conoció a un director al que admiraba, Bernardo Bertolucci. Se lo presentó quien dirigía la Filmoteca Nacional, José María Prado. Con este se reencontraría años después y sería su último amor, aunque tampoco con él pasó por la vicaría.