
Infancia rota
Isa Pantoja, en su relato más desgarrador: "Mi hermano me pidió que me quitase la ropa y empezó a regarme"
La hija de Isabel Pantoja contó anoche en televisión las vejaciones que sufrió a cuasa de un teléfono móvil. Su madre le dijo que la devolvería a Perú

Después de varios años escuchando el episodio de la manguera de Isa Pantoja en Cantora, anoche la hija de la tonadillera, embarazada de su segundo hijo, quiso ofrecer, por primera vez, su testimonio para acallar a quienes lo ponen en duda dando versiones diferentes.
La joven se sentó, una vez más, en el plató del programa "¡De viernes!" y, sin poder reprimir un llanto lastimoso, contó con todo lujo de detalles qué pasó aquella tarde de diciembre cuando tenía tan solo 16 años.

La cosa empezó como algo que le sucede a cualquier ser humano al llegar a la adolescencia. Necesitaba su espacio personal para vivir sus primeros amores y sus primeras veces en cosas cotidianas como sentarse en una plaza a charlar, algo que nunca se le permitió. La familia no supo, en su opinión, gestionar o entender su adolescencia. Nunca encontró una conversación con la madre que le ayudase a canalizar estas nuevas emociones, sino imposición de límites y exigencias muy estrictas.

La joven buscó la complicidad de su hermano para ver a un chico que le gustaba y este le dejó un rato a solas en su casa con él. Una semana después, cuando quiso encontrarse de nuevo con él, Kiko había cambiado de parecer. "Nos sienta a uno y al otro a cada lado y es ahí cuando nos dice que no tengo edad para tener novio", contó. Además de cortar la relación, le arrebataron el teléfono. Unos meses después, en diciembre, la familia se entera de que se habían vuelto a ver una vez más y de la existencia de un teléfono, lo que desencadena un arrebato de furia de Isabel Pantoja.
Entre sollozos, Isa inició un relato que enmudeció a los periodistas presentes en el plató. "Yo recuerdo estar en el salón y que ella vino a mí, insultándome y diciéndome de todo en el salón". En ese momento, se encontraban en ese mismo espacio, además de su madre, su tío Agustín y una amiga de su madre. Aunque la disputa empezó por el chico que entró en casa de su hermano, el enfado mayúsculo venía por el teléfono. Ella se negó a dárselo, a pesar de la insistencia y del cariz que fue tomando la ira de la tonadillera. Esta la zarandeó repetidamente y pidió las tijeras de la cocina para cortarle el pelo, algo que hizo a pesar del forcejo, dejándole la cabeza llena de trasquilones.
"Te voy a devolver a Perú"
"Cuando me cortó el pelo me dijo 'Te voy a devolver a Perú' y me fui corriendo a mi habitación", explicó sin poder detener el llanto. Se encerró en el baño y escribió a dos amigos pidiéndoles que pasasen a buscarla a la mañana siguiente. Unos 50 minutos después, Kiko, que había recibido la llamada de la madre, se presentó aporreando la puerta. Cuando Isa abrió, le dio una bofetada. De ahí surgió el episodio contado por el propio Kiko con una versión diferente que ayer Isa se ocupó de desmentir. De acuerdo con lo contado por él, con esa bofetada salvó a su hermana de un intento de suicidio. "Yo lo que digo en el momento en el que estaba en el baño es que me quería morir y que quería salir de allí. No quería intentar suicidarme en ningún momento. Pero cuando abrí la puerta recibí una bofetada", reveló Isa.

Isa echó a correr hacia la puerta de salida y, en un estado de nerviosismo absoluto, él desenrolló la manguera del jardín. "Mi hermano me dijo que me quitara la ropa". La joven se quedó en ropa interior y, ante el asombro de su madre, Kiko le dijo: "Si no puedes verlo, vete". Ella se echó las manos a la cabeza y dio media vuelta. El hermano empezó a regarla con la manguera mientras preguntaba insistente por el teléfono. Era invierno y las últimas lluvias habían dejado los exteriores de Cantora encharcados. La joven, ya arrodillada, pedía auxilio. En ese momento, se encontraban también en Cantora su primo Manuel y un amigo. Nadie hizo nada por detener esta vejación. Por fin salió su tío Agustín y le pidió que parase cubriéndole a su sobrina con una toalla. Cuando se miró al espejo, con la cara marcada y el pelo mal cortado, apenas pudo reconocerse.
Nunca más se habló en casa de aquello. Nadie le pidió perdón. Nunca observó un gesto de arrepentimiento. "Y a pesar de esto -añadió la joven-, les quiero pedir perdón por no haber cumplido expectativas como hermano y como hija. Pero para mí hacer esto, y pedir perdón y poder contar todo lo que he vivido en mis carnes, lo que he sentido, es más importante que el hecho de que me crean o no. Estoy tranquila porque he contado lo que realmente es, lo que he vivido. Nunca se lo he contado a nadie. Él único que sabía cómo eran las cosas era el padre de mi hijo", zanjó.

"Va a ser la primera y la única vez que yo vaya a poder contar estas cosas", sentenció. Isa ha dejado clara la ruptura definitiva con su madre, con la que lleva tiempo sin hablar. No estuvo a su lado durante su reciente ingreso y tampoco le ha dado la enhorabuena por el que será su quinto nieto. Isa no desea que sus hijos sufran con una abuela de idas y venidas. Su llanto anoche fue sanador, una forma de liberar emociones acumuladas y de mitigar su dolor. Al menos tenía sobre ella un efecto calmante y, a medida que avanzaba la noche, parecía reducir su nivel de angustia.Lo que no deja de preguntarse es por qué todavía personas conocedoras de este trato humillante que recibió tratan de justificarlo como una rebeldía. ¿Rebelde por qué?
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