Michelle Jiménez ganó el pasado mes de septiembre el certamen de Miss Universo España, convirtiéndose en la representante de nuestro país en la gala final que ha tenido lugar esta noche en México y ha coronado a Miss Dinamarca como la mujer más bella del mundo. No ha conseguido el trono, pero ha portado un mensaje de superación muy poderoso en un concurso que en su 73ª edición ha potenciado valores que trascienden la belleza exterior de las modelos aspirantes.

La representante española, catalana de raíces ecuatorianas y dominicanas, tuvo una infancia desdichada. Con doce años se vio en la tesitura de tener que ingresar en un centro de acogida por la violencia que su madre ejercía sobre ella. Hasta su mayoría de edad, vivió en centros de acogida, pero fue una etapa que le ayudó a desarrollar resiliencia e independencia. Fueron vivencias que le hicieron madurar de forma precoz. Y esta imagen, además de su imponente belleza, es la que ha conseguido transmitir a lo largo de estos meses como candidata a Miss Universo 2024.

A pesar de que cualquier pronóstico situaba la candidatura española entre las favoritas, Michelle no consiguió un puesto entre las 30 semifinalistas. Pero ha conseguido mantenerse como un icono de inspiración para muchos. "Este momento representa un sueño cumplido, algo por lo que he trabajado con dedicación y pasión", declaraba recientemente en sus redes sociales.

Su periplo en estos últimos meses no ha sido fácil. Poco después de coronarse Miss Universo España empezó a ir a terapia para cuidar, por encima de todo, su salud mental y prepararse para todo lo que estaba por llegar. Efectivamente, su exposición pública fue suficiente para sufrir ataques en redes sociales por sus veinte tatuajes, el color de piel o cualquier otra circunstancia. Enseguida fue consciente del impacto de haber ganado un certamen nacional, algo que ha ido aprendiendo a gestionar. A pesar de todo, la joven, que cumplirá 22 años el 11 de diciembre, da por bueno todo lo vivido desde su nacimiento. De lo contrario, no estaría ahora cumpliendo su sueño.

En esta edición, Miss Universo ha mostrado un especial compromiso con la diversidad y la inclusión. Una de las novedades más significativas ha sido la participación de diez madres entre las concursantes, seis de ellas de origen latinoamericano. También ha suprimido el límite de edad, permitiendo que mujeres mayores de 28 años compitan por primera vez.