Opinión
El diario de Amilibia: El sueño del congreso eterno
"Le invadía la percepción de residir en una permanente Navidad o en un paraíso maravilloso donde la Bego era elevada a los altares (mártir, aunque no virgen) y Santos Cerdán canonizado"
Cuentan las lenguas viperinas que en la Moncloa se comenta con frenesí, como si de un nuevo programa político se tratara, el sueño que ha tenido el Apolo de la Moncloa. Se lo contó a Bolaños y éste, emocionado, se lo trasmitió a Marisú, quien, excitada cual pitonisa guardiana del oráculo, se lo cantó por bulerías a un Santos Cerdán que la escuchó enternecido, casi al borde de las lágrimas.
En fin, que la visión presidencial ha trascendido y, según mis fuentes y chorros monclovitas, viene a ser algo así: soñó el Apolo que vivía en un eterno congreso del PSOE, no sabría decir si en Sevilla o en cualquier otro lugar, incluso en Waterloo, y sentía en todo su divino cuerpo la sensación de que el congreso festivo, con sus vítores, aplausos, abrazos, selfis, besos que dejaban huella indeleble en su hermoso rostro, era sin duda su hábitat natural, el lugar en el que vivía o debía vivir siempre. O por lo menos hasta 2027.
Luego, la imposición de la corona de laurel mientras sonaba La Internacional y Él levantaba el puño hasta el infinito y más allá le hacía levitar a una altura superior a la habitual, casi como si volara en el Falcon acompañado por Conde Pumpido vestido de Papá Noel y García Ortiz con cuernos de reno. Le invadía la percepción de residir en una permanente Navidad o en un paraíso maravilloso donde la Bego era elevada a los altares (mártir, aunque no virgen) y Santos Cerdán canonizado. Sentía que los baños de masas eran la solución más extraordinaria, higiénica y antibacteriana para limpiarse del fango, los bulos, las mentiras y las sospechas de corrupción que cada día le arrojaba la derecha y la extrema derecha.
Pero cuando despertó, Ayuso seguía allí con su cesta de frutas.