Opinión
La crónica de Lomana: Tamara e Íñigo, os deseo larga felicidad, de corazón
A pesar de que haya sido crítica con ellos, les deseo lo mejor
Esta semana empezó con mi convocatoria en este periódico para asistir al encuentro con Feijóo. Estaba a rebosar de asistentes, personas de la vida social, política o del periodismo deseando escuchar al que, al menos yo, ya siento como futuro presidente de España. Todos necesitamos los cambios, y ahora más que nunca son imprescindibles. Feijóo me gustó mucho, lo que dijo en su exposición sobre la idea de cómo gobernar España me pareció coherente, serio y con rigor. Tampoco faltó el sentido del humor con su « retranca» gallega. Le agradecí que no se dedicase a prometer como si estuviésemos en una rifa de feria, que es lo que está haciendo el PSOE para comprar el voto. Sánchez va por ahí arrebatado, chulo, de ganador, como un charlatán sin sentido, y miedo me da que muchos se lo crean. Ya saben ese refrán tan ordinario: «Prometo, prometo hasta que...». El final lo ponen ustedes…
El martes viajé a Suiza, concretamente a Villiars y Montreux, de la mano de la firma de belleza Helena Rubinstein, donde se presentaba una nueva crema de ojos espectacular que saldrá en septiembre en España. Fue un despliegue de médicos y científicos dando auténticas clases magistrales de cosmética y ciencia en el mundo del antienvejecimiento. Desde la Clinique en Montreux, contemplando el lago Lemán, daban ganas de internarse para que nos hiciesen un repaso y salir de allí con 15 años menos. Las habitaciones con vistas al lago, un verdadero sueño. Es impresionante lo que ha avanzado el mundo de la cosmética, cuánto puede hacer por nuestra piel. Moriremos viejitos cronológicamente, pero ideales de aspecto, como en esa divertida película «La muerte os sienta tan bien». Helena Rubinstein fue muy avanzada y rompedora. Nació en Polonia en el seno de una familia humilde de origen judío y llegó a ser una de las mujeres más ricas y poderosas del mundo. Ella decía: «La belleza no es nada sin la ciencia». Mujer empoderada, y esta sí, de verdad, con sus lemas «belleza es poder» y «no existen mujeres feas, solo perezosas».
Otro tema que me ha impresionado es la entrevista que ayer hizo Susanna Griso al hijo de Mar Flores, Carlo Constanzia. A veces hacemos juicios de valor sin entrar en el verdadero motivo que ha llevado a una persona a meterse en problemas judiciales, siendo en este caso, creo, «el tonto útil». Carlo, nos enteramos ayer, ha sufrido una barbaridad de pequeño por la vida de sus padres. Habló a corazón abierto de cómo en el colegio le decían «tu madres es una p…» cuando salió la famosa portada de la revista «Interviú», de la que prefiero no hablar. Nadie pensó en ese niño que veía cómo su padre destrozaba a su madre en platós de televisión, cómo su madre empezó una nueva vida refugiándose en brazos de Javier Merino y teniendo otros hijos. No seré yo la que juzgue una historia tan triste, pero quizá haga reflexionar sobre hasta qué punto los hijos de famosos no deben ser tan expuestos desde el momento de nacer. Carlo, con seis años, tuvo que ser tratado por depresión, más tarde cayó en el mundo de las drogas y el alcohol, y ahora se enfrenta a una pena de cárcel, en mi opinión, injusta, cuando estaba en su mejor momento, trabajando y limpio desde hace años.
No quiero terminar esta crónica sin desear una larga felicidad al nuevo matrimonio de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Esto, a pesar de que a veces he sido muy crítica con ellos, lo digo de corazón: ¡felicidades!
✕
Accede a tu cuenta para comentar