Familia
Así es Carolina Molas, la rica empresaria consuegra de Preysler
Procede de una acaudalada familia vasca y sus inversiones se centran en los electrodomésticos y el inmobiliario
Carolina Molas Urrutiaciorraga, madre de Íñigo Onieva, será el próximo 8 de julio una de las protagonistas indiscutibles de la boda de Tamara Falcó y su hijo. La madre del novio, que rivalizará a pie del altar en belleza y elegancia con la mismísima Isabel Preysler, la reina de corazones por excelencia, se ha convertido en los últimos meses, por mérito ajeno, en un personaje del papel couché gracias a su hijo. Su fama ha venido dada por dos momentos muy concretos. Al principio, por la idea de entroncar con Isabel Preysler, como madre del joven que había robado el corazón de Tamara. Después, cuando los acontecimientos quisieron que la relación entre su hijo y Tamara se rompiera, por convertirse en una madre defensora a ultranza de su hijo, sobrellevando como podía el acoso de la prensa. Fueron semanas de tensión, en los que la madre de Íñigo, afable en otras circunstancias, mudó la sonrisa por un rictus hosco, perdiendo los nervios en más de una ocasión.
La fama no era lo suyo, aunque los Onieva-Molas no eran unos desconocidos en el ambiente de la jet madrileña. Bertín Osborne daba pistas de ello al ser preguntado al respecto: «Los conozco a todos», aseguraba. Los Onieva era una familia bien, asentada desde hace años en la urbanización de La Moraleja (Alcobendas), donde Íñigo y sus dos hermanos estudiaron en el colegio católico de Las Irlandesas.
El futuro marido de Tamara Falcó se graduó en Ingeniería Técnica y Diseño Industrial por la Universidad de Antonio Nebrija, en Madrid. Se especializó en Italia con un Máster en Diseño de Transportes y en Londres con otro de Diseño de Automóvil, pero pronto lo dejó dirigiendo su carrera al ocio nocturno y la hostelería. Primero, como director de Mabel Hospitality, un grupo hostelero de Abel Matutes, Manuel Campos y Rafa Nadal propietario de los restaurantes Tatel y Totó, y después como socio de Lula Club, un local de ocio nocturno, testigo de algunas de las infidelidades del joven a Tamara Falcó. Tras su ruptura (o precisamente a consecuencia de ella), Íñigo abandonó la gestión de la noche para encargarse, según él, de la parte puramente «administrativa».
Empresarios vascos
Lo de ser un emprendedor le viene a Íñigo de familia. Su madre, Carolina, es una empresaria de éxito, CEO en varias sociedades familiares, la mayoría relacionadas con el sector de los electromésticos. Molas proviene de una familia de industriales vascos oriundos de Amorebieta (Bilbao). Allí la matriarca del clan, María Eugenia Urrutiaciorraga Ibarra, fundó la primera empresa familiar que dio origen al conglomerado empresarial que se mantiene hoy en pie. Se trata de Qubbos Equipamiento del Hogar SL, una empresa dedicada al comercio al por mayor de aparatos electrodomésticos, que funcionó durante los primeros años bajo el nombre comercial de Mundocolor-Electrobuy. Molas fue administradora única de la empresa hasta 2014, momento en que su hermano Eduardo Molas entró en la sociedad, para convertirse en noviembre de 2022 en consejero, con Carolina gerente de la misma. La empresa vive un momento de reestructuración después de que en 2020 consiguiera una cifra récord de ventas, con 2.1 millones de facturación con solo 2 empleados a su cargo.
Pisos y electrodomésticos
La futura consuegra de Isabel Preysler figura además como cargo ejecutivo en otras empresas dedicadas al comercio de electrodomésticos como Euro Tecno SA, Centro Comercial Atocha SA, Lavis Home Electronic SL, Cemevisa 2000 SA o Korppel Iberica SA. Carolina tiene inversiones en ladrillo, como muestra su participación en Inmobiliaria Ibaiondo SL, donde comparte de nuevo cargos ejecutivos con su madre y su hermano. Constituida en 1975, de la mano de Carlos Molas Ruiz de Munain, el padre de Carolina, la sociedad es el vehículo para gestionar el patrimonio inmobiliario de la familia. Tras el fallecimiento del patriarca, en agosto de 2014, Carolina, su madre y su hermano se pusieron al frente de la sociedad que sigue generando pingües beneficios. Fruto del patrimonio acumulado la sociedad durante casi 50 años, Inmobiliaria Ibaiondo factura de forma recurrente 900.000 euros anuales cada ejercicio. La consuegra de Isabel Preysler es mucho más que una mujer guapa y estilosa, es una empresaria de éxito, ajena al papel cuché donde reina Isabel Preysler.
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