Opinión

Los sábados de Lomana: El día que Mbappé fue Embalé y la lié en Twitter

Kylian Mbappé
Kylian MbappéJuan Ignacio RoncoroniAgencia EFE

En mi vida hay demasiadas contradicciones, a veces no me entiendo, cada día soy menos tolerante, en general mucha gente me aburre y resulta previsible, entonces digo impertinencias para que me dejen en paz. Me voy a quedar sola por intransigente. Pero me salva el humor y saber reírme de mí misma muchísimo, sin complejos.

Nunca me había interesado el fútbol, me parecía un rollo aburridísimo, hasta que llego el Mundial. Coincidió que estaba en Marbella el día del España-Marruecos en casa de una amiga que había organizado una merienda en la que invito a varios marroquíes, ellos y yo éramos los únicos interesados en lo que pasaba en el campo, el resto tomaba chocolate con churros charlando de cualquier cosa, decían que era un aburrimiento, yo estaba entretenidísima y empecé a enterarme cómo funcionaba el tema, penaltis, córners, etc. El final ya lo conocemos: un desastre para España. Me levanté de mi sillón aplaudí a los marroquíes felicitándolos y me largué. Lo que no quería perderme era la final. Desde el minuto uno aposté por Argentina, quizá por nuestra lengua y cultura comunes, o porque a la hora de celebrar enloquecen y resultan mucho más pasionales. Ese día mientras veía el fantástico juego y disfrutaba como loca apareció Kylian Mbappé o como se escriba, el tío iba «embalado» corría como un rayo y metió dos goles uno tras otro dejándonos sin respiración, especialmente a los argentinos. Entonces escribí en Twitter «Embalé es un fenómeno». Al poco tiempo recibo un mensaje diciéndome que se había montado la gran chufla con lo de «Embalé». Realmente el personal estaba con ganas de risas y empezaron los memes y a meterse conmigo pero en buen plan. Me reí tanto y lo pase tan bien interactúando con los tuiteros que recordé los buenos tiempos de Twitter, esos en los que jugábamos mucho con el humor y el doble sentido.

Recordé mis charlas con Quim Monzó, que eran absolutamente surrealistas, creando dos personajes que poco o nada tenían que ver con nuestra realidad, los tuiteros se lo pasaban fenomenal, hablábamos del punto G transformándonos en personajes imaginarios. Me dieron un premio por votación popular a la «mejor tuitera de España» que me hizo tan feliz como ganar un Goya. Hice muy buenos amigos que no sé por qué mundos estarán ahora... Esos años se fueron diluyendo con la entrada de odiosos personajes llamados «haters», seres amargados, sin ningún interés, así que dejó de interesarme.

Como me gusta provocar y conozco los mecanismos, algo tan simple como escribir mal un nombre haciendo referencia a lo «embalado» que iba en el término de salir al campo a por todas, fue motivo de chanzas y risas por no saber escribir bien en nombre de semejante ídolo de masas. Me reí muchísimo ayudándome a relajar un poco el estrés de estos días prenavideños. Días de celebración del nacimiento de Jesús, pero también de recogimiento y reflexión, de olor a hogar y largas charlas con nuestra familia, de crear ambientes acogedores, comer rico, sin atiborrarse. He llegado hasta aquí molida, parece que hay que tener todo antes de la noche del 24 de diciembre. Adoro los recuerdos de despertarme con esa especie de mantra de los niños de San Ildefonso. Feliz Nochebuena a todos.