Generosidad
Karlos Arguiñano dona médula a su hermana con leucemia
El concinero ha confesado que esta es la segunda vez, pues ya lo hizo hace 15 años
Loinaz, una de las hermanas del cocinero Karlos Arguiñano, ha sufrido una recaída de la leucemia contra la que lleva luchando quince años. Ya en los inicios de la enfermedad el cocinero se ofreció a donar médula para ayudarle a superar la enfermedad, ahora lo ha vuelto a hacer, según ha confesado a la revsita Pronto.
“Esta semana he donado médula a mi hermana Loinaz, que tiene leucemia. Ya lo hice hace 15 años pero ahora ha tenido un bajón”. Para poder llevar a cabo este acto de generosidad, es necesario gozar de un buen estado de salud y Karlos Arguiñano la tiene: “Para donar te hacen un montón de análisis y a mí el médico me dijo: ‘Mira, Karlos, sigue haciendo la vida que haces, porque estás de puta madre’”.
Loinaz es la menos conocida de las hermanas del afamado cocinero ya que ha decidido vivir su vida en el anonimato. No ocurre lo mismo con Eva, la benjamina que ha seguido los pasos de Karlos y es repostera.
La familia Arguiñano es una familia muy unida como lo ha demostrado siempre que la vida les ha asestado algún golpe. Como ocurrió en 2020, cuando falleció Pepi Urkiola, la matriarca del clan.
Éxito profesional
El chef ha sido recientemente galardonado con el Premio Nacional de Televisión 2021. Entonces, en una entrevista a LA RAZÓNconfesaba que lo primero que hace es tomar un buen desayuno: «Normalmente algo salado, puede ser un revueltito, un huevo frito o pasado por agua, y si me han sobrado algunos espárragos de por la noche...». Con las pilas cargadas se dirige a su restaurante, «el Arguiñano» como nos indica con confianza, y allí, «me reúno con mis hijos a las ocho y cuarto o así, me tomo un cafetito y hablamos de nuestras cosas». A las nueve y cuarto, «ya me vengo a Bainet (plató en Orio), que es donde grabo el programa cada día». Cuando nos contesta al teléfono, nos avisa de que «estoy a punto de pintarme los labios para arrancar». Tras la grabación se va a su casa a comer, para luego dedicarse a algo que se nota que disfruta. «Me preocupo de visitar a los animales: la semana pasada han nacido cerdos, cabritas, tengo muchas gallinas, ocas, y tengo dos vacas y tres terneros», nos narra antes de añadir que sumando el cuidado de su huerta, «estoy entretenido. La verdad es que tengo una vida fácil». Su día termina a las 10 de la noche, con un horario casi inglés, porque reconoce que «tampoco soy el Arguiñano de hace 10 años». Con 72 años a cuestas, «ya voy para el tres», le gusta recordar una frase que leyó en una entrevista reciente: «Uno que decía que se muere una vez, pero el resto de los días no. El resto de los días hay que aprovecharlos».
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