Nueva York
El desenfreno de Dasha Kapustina
Dasha Kapustina estaba decidida a conquistar el negocio de la moda europea. Era su siguiente paso tras abandonar Asia. Una actitud llena de energía que choca con las últimas declaraciones de la modelo: «Puede parecer divertido y emocionante tener que tomar un avión todos los días para trabajar o para estar cerca de tu pareja, pero ahora se ha convertido en algo rutinario que ya no me entusiasma como antes». En las últimas semanas ha viajado a Hungría, Las Vegas, Nueva York y Mónaco. Estos viajes no responden a la ajetreada agenda de una modelo, sino al apoyo que la rusa brinda a su pareja en cada competición de Fórmula 1. Sus amigas la acompañan cuando no está en boxes y juntas recorren la ciudad a todo tren: hoteles cinco estrellas, restaurantes Michelín, clase «business» entre escala y escala, y ropa de firma. Dasha disfruta de la buena vida junto a Alonso y, mientras, su aspiración a convertirse en una modelo de proyección en Europa pasa a un segundo plano.
Congelar las expectativas
Los rasgos eslavos son fruto de deseo –y obsesión– en los países asiáticos. El perfil de Dasha Kapustina era pues perfecto para dar el salto desde su ciudad natal en Rusia, Vladivostok, a la gran metrópoli de Tokyo, tras haber quedado entre las finalistas de un concurso de belleza. En esta ciudad permaneció casi cuatro años y trabajó duro para elaborar un extenso «book» y colarse en alguna editorial de revistas de moda. En 2012 conoció a Fernando Alonso en Shanghái, en el Gran Premio de China, y, desde entonces, su vida ha dado un salto cualitativo importante.
Aunque su intención al trasladarse a Europa, además de estar más cerca de Alonso, era labrarse un hueco como modelo internacional, poco exitosos han sido sus esfuerzos hasta el momento. Como señala Fiona Ferrer, directora del concurso Elite Model Look España, a la hora de valorar la proyección de una modelo lo primero que se tiene en cuenta es su portafolio. «Haber trabajado con fotógrafos de prestigio, tener editoriales de moda de calidad y el haber desfilado en pasarelas como París, Nueva York o Londres de la mano de diseñadores reconocidos», expone En el último año, Dasha ha posado para la revista «¡Hola!» en su versión rusa (julio), «Yo Dona» (enero), «Vanity Fair» (diciembre del año pasado) y fue portada de «FierciVe» otoño 2012. Cada una de estas editoriales ha estado relacionada con su condición de novia del piloto y no por su proyección como maniquí.
Su puesta de largo en las pasarelas fue en febrero, en la semana de la moda de Milán, para la marca italiana de ropa interior Yamamay, una versión europea del «show» que despliega cada año Victoria's Secret. Su debut congeló las expectativas en un desfile donde, si algo se necesitaba, era fuego. «Hay que tener en cuenta que Kapustina no es una modelo de pasarela, sino de gráficos. Le falta altura, es muy pequeña», justifica Fernando Merino, director de UnoModels de Madrid. Su dulzura también conquistó a la firma de Rosa Clará, que decidió apostar por ella en su última colección.
Su último trabajo con algo más de peso ha sido como imagen de la colección otoño-invierno 2014 de la firma Billionaire Italian Couture, que pertenece a Flavio Briatore, mánager de Fernando Alonso. También como embajadora de Experiencia Luxury Premium de Andorra, una iniciativa de los empresarios andorranos para acercarse al mercado ruso. A la modelo se le ha criticado desde el país vecino el haberse limitado a escribir algún «tweet» una vez concluida la consabida sesión de fotos.
El tic-tac del reloj en el mundo de la moda es inmisericorde y cuadriplica en velocidad al del resto de los mortales. Sin embargo, no todos los expertos coinciden en sentenciar al ocaso a las jóvenes que sobrepasan los 25 años: «Precisamente ahora, en tiempos de crisis, los clientes se decantan por modelos adultas, porque tienen la cabeza mejor amueblada y afronta el trabajo con más profesionalidad. Hacen el trabajo más fácil», entona Merino. Aquí las posiciones se encuentran: los que auguran que no lo conseguirá y los que abogan por darle una oportunidad, pues aún tiene tiempo.