Memorias

Will Smith y Jada Pinkett: crónica sin final de una pasión loca

Protagonistas de una de las historias de amor más desquiciadas de la idustria del cine: sexo, amor y toxicidad.

Will Smith y Jada Pinkett
Will Smith y Jada PinkettInstagram

Érase una vez Hollywood. Puede usted repanchingarse en el sofá con un buen bol de palomitas para asistir a una de las historias de amor más desquiciadas de la industria del cine, de esas en las que la vida supera al arte. La de Will Smith y Jada Pinkett Smith. Hay sexo, amor, traición, abundantes idas y venidas y mucha toxicidad que ahora los protagonistas intentan sanar desde esa autocompasión que tanto gusta a las estrellas.

Cada uno se ha dado una tregua a sí mismo para contarla con la mayor ternura posible. La actriz lo hace aprovechando la promoción de sus memorias, «Worthy», publicadas esta misma semana; el marido dándole réplica a través de cualquier cámara que sale a su encuentro.El libro es un viaje vital en el que Jada exterioriza los traumas que arrastra desde una infancia marcada por el consumo de drogas de los padres, su propio trapicheo con los estupefacientes en los barrios obreros de Baltimore y su lucha interna contra la depresión y los pensamientos suicidas.

A raíz del libro, en el que también expone su fractura matrimonial, ha sido acusada narcisista, obsesa de las apariencias y falta de empatía, pero esta no es su primera catarsis en público. En 2021, en su programa de entrevistas Red Table Talk, la actriz relató que en su época de instituto bebía vino tinto como si fuese agua. Lo mezclaba con éxtasis y marihuana y la vaciaba en hora y media. «Soy un milagro andante», declaró. También confesó su obsesión por la pornografía. Anteriormente, en el mismo espacio y ante su esposo, había contado que en sus horas bajas de matrimonio mantuvo una relación con el joven cantante August Alsina, amigo de su hijo.

Pero es su biografía más íntima lo que ha hecho reaccionar a su marido, que ha respondido en una carta que, de haber leído el libro hace 30 años y de haber conocido antes su vida, más al límite de lo que imaginó, la habría abrazado aún más. Su misiva termina con un «te quiero infinitamente» y «tómate un Merlot», una ironía que, a pesar de recordarle su pasado alcohólico, ha devuelto a Jada la sonrisa tonta de enamorada. «Por eso no puedo divorciarme de este bromista», ha contestado. Aunque llevan siete años haciendo vidas separadas, legalmente siguen casados, fieles a un juramento de «no divorcio».

Cada uno por su lado, el matrimonio da ritmo a una crónica que alcanza su momento álgido cuando Jada desvela que en su día disfrutaron de una habitación erótica de luces centelleantes. Un espacio abovedado privado e íntimo junto a su dormitorio donde dar rienda suelta a las pasiones, sin riesgo de ser vistos o escuchados por los hijos. No da mucho detalle, pero, conociendo sus personalidades explosivas, cabe imaginar desde una mazmorra a un spa o algún mueble para optimizar sus posiciones sexuales.

Absurda lucha de egos

Este amor, que ellos juran que es eterno, comenzó en 1994 cuando Jada se presentó, sin éxito, al casting de «El príncipe de Bel Air». Se casaron el día de Año Nuevo de 1997 y un año después nació su primer hijo, Jaden. En 2000 llegó la segunda, Willow. Pero soportarse el uno al otro acabó resultando agotador y en 2016 decidieron que, antes de continuar en una absurda lucha de egos que les dejaba exhaustos, debían aprender a amarse a sí mismos y por separado. Como regalo de su 50 cumpleaños, Jada se regaló su propia mansión en el complejo de Calabasas.

Luego llegó la famosa bofetada de Will al comediante Chris Rock que eclipsó la ceremonia de los Oscar en 2022. El mundo enteró se revolvió dando vueltas y más vueltas al sopapo como si fuese un cubo de Rubik en el que cada cara ofrecía un detonante biológico, social, psicológico o cultural. Él lo zanjó con un simple «el amor te empuja a hacer locuras», demostrando que rompe todas las reglas para llegar allí donde desea, incluso con las manos sucias. Ella también despejó su mente: «No llegué aquí siendo tu mujer, pero me voy como tu mujer».

¿En qué punto se encuentran ahora el señor y la señora Smith? Habría que buscar uno exclusivo para ellos, porque ninguno de los convencionales se ajustaría a su estado actual. Ella dice que está feliz y en paz. En cuanto a su relación, explica que decidieron viajar por separado para reencontrarse en «un lugar muy, muy hermoso, y juntos». Se agarran y vuelven a soltarse. Les cuesta volver y les cuesta marcharse, pero no se dan por vencidos. Es la crónica sin final de dos tórtolos bajo un juramento de amor eterno.