Investigación
Carolina y Charlène: la rivalidad que hace retumbar los muros del Palacio Grimaldi
El excontable traidor de Alberto II aporta nuevos detalles sobre la enemistad entre las dos princesas
Carolina de Mónaco o Charlène. ¿Quién da más brillo al Palacio Grimaldi? ¿Quién gana en glamour? ¿Quién confiere al Principado ese toque personal que ya impuso Grace Kelly? La hermana mayor del príncipe Alberto puntuaría más alto en cualquiera de estas preguntas. Icono imperecedero de moda y de elegancia, no necesitaría medirse con ninguna otra mujer. Sin embargo, la rivalidad entre ellas es vox populi desde que la exatleta ocupa el corazón de Alberto II de Mónaco. Y si la polémica no estaba ya bastante candente, el contable traidor de los Grimaldi, Claude Palmero, acaba de atizar el fuego en una investigación que está publicando el diario Le Monde.
Desde la semana pasada, el exadministrador de las propiedades del palacio monegasco, acusado de corrupción y apropiación ilegal de intereses y destituido desde el 6 de junio de 2023, está destapando, una por una, las debilidades de la familia principesca. Corrupción, gastos excesivos y enemistades. La última revelación recogida por los periodistas de investigación Gérard Davet y Fabrice Lhomme se centra en las rencillas entre Carolina y Charlène. Durante años, Palmero tuvo acceso privilegiado a los salones del palacio y hasta el mínimo susurro llegaba a sus oídos. Con una flema infinita, vio, escuchó, calló y guardó en esas notas que hoy están viendo la luz las riñas, aspavientos o guiños. En derroche, cualquiera de las dos se llevaría la palma. La esposa en vestidos y la hermana en joyas y cuadros que habría utilizado de la herencia familiar. Pero también en tensiones, sería complicado saber quién tensa más la cuerda. Según la investigación, los arrebatos de Carolina "resuenan bajo el dorado de Mónaco".
El Principado ha despertado desde hace décadas una insólita curiosidad, por lo que las revelaciones de Palmero, aunque se siguen con el interés acostumbrado, no desvelan nada llamativo con respecto a la relación entre las cuñadas. Las imágenes en las que coinciden delatan que no existe entre ellas afecto, cordialidad o la mínima simpatía, sino una absoluta frialdad. Es significativo también que su coincidencia en fiestas y eventos sea escasa, algo que se convierte en la comidilla del pueblo monegasco. Aunque el duelo mediático acabe siendo de estilo, la rivalidad tiene su origen en ese rol de primera dama del Principado. Alberto II, más profuso en amantes que en contraer matrimonio, hizo que Carolina de Mónaco ocupase ese título principal durante décadas. Si hay una royal preparada, esa es ella.
A Charlène, sin embargo, le costó integrarse en la familia real. De ahí su rostro de tristeza y sus inquietantes baches de salud. La investigación encuentra finalmente un curioso nexo de unión que, por una vez, podría conciliar a estas dos primeras damas monegascas: su nivel de odio al contable traidor y chivato que durante años tanto influyó en Alberto II para frenar sus caprichos.