Nuevo libro
Isabel II sufrió un “doloroso” cáncer de huesos, según un amigo
Gyles Brandreth, confidente del duque de Edimburgo, trazó en un nuevo libro cómo fueron los útimos meses de vida de la monarca británcia
Isabel II luchó contra un “doloroso” cáncer de médula ósea en el último año de su vida, aunque la información oficial de su fallecimiento determinó que murió de “vejez”, según afirmó en un nuevo libro el autor Gyles Brandreth, amigo cercano del también fallecido príncipe Felipe.
“Había escuchado que la reina tenía una forma de mieloma, cáncer de médula ósea, lo que explicaría su cansancio y pérdida de peso y esos ‘problemas de movilidad’ de los que con frecuencia nos hablaron durante el último año de su vida”, escribió Brandreth sobre Isabel II, fallecida a los 96 años, el pasado 8 de septiembre.
En su libro Elizabeth: An Intimate Portrait, el autor explicó: “El síntoma más común del mieloma es el dolor óseo, especialmente en la pelvis y la parte baja de la espalda, y el mieloma múltiple es una enfermedad que suele afectar a los ancianos.
“Actualmente, no existe una cura conocida, pero el tratamiento, que incluye medicamentos para ayudar a regular el sistema inmunitario y medicamentos que ayudan a prevenir el debilitamiento de los huesos, puede reducir la gravedad de los síntomas y prolongar la supervivencia del paciente en meses o dos o tres años”, continúa.
En el último año de su vida, la salud de Isabel II se vio deteriorada y aumentada su fragilidad, motivo por el que se vio obligada a no participar en numerosos compromisos públicos.
“La verdad es que Su Majestad siempre supo que el tiempo que le quedaba era limitado. Ella aceptó esto con todo con la gracia que era de esperarse”, escribió.
Gyles Brandreth escribe que para octubre de 2021 la reina se había esforzado tanto en cumplir sus actividades oficiales que sufrió un repentino “bajo de energía”, tuvo que ser hospitalizada y los médicos la instaron a que se lo tomara con más calma. En los últimos meses de su vida, la salud de la reina se deterioró rápidamente: “La verdad es que Su Majestad siempre supo que el tiempo que le quedaba era limitado”, escribió Brandreth. “Ella aceptó esto con toda la gracia que cabría esperar”, agregó.
Cuando la salud del príncipe, de 99 años, se deterioró, Isabel II se mostró “decidida a estar con su esposo cuando este muriera, y apenas se separó de su lado en las últimas semanas de su vida”, explicó Brandreth. “Pero Felipe se fue tan rápido el 9 de abril del año pasado que el personal no pudo despertarla a tiempo para verlo”.
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