Historia
La razón por la que el ataúd de Isabel II fue trasladado por marineros y no por caballos
Un incidente durante el funeral de la Reina Victoria estuvo a punto de acabar en tragedia. La intervención improvisada de 98 miembros de la Royal Navy es, a dia de hoy, una tradición en los funerales reales
La reina Isabel II ya descansa en el castillo de Windsor junto al príncipe Felipe después de los 11 intensos días transcurridos desde su fallecimiento el pasado 8 de agosto.
La jornada de ayer fue muy emotiva, con un funeral de Estado al que asistieron más de 2.000 personas y el posterior traslado por las calles de Londres hasta el vehículo que se encargaría de llevarla hasta Windsor. Ese recorrido fue uno de los momentos más solemnes de la jornada, con el ataúd subido en un carro, tirado con cuerdas por 98 marineros y con un contenido Carlos III y demás miembros de la familia Real acompañando al féretro durante todo el recorrido.
Pero el aspecto que más llamó la atención fue que el féretro no fuera llevado en un vehículo tirado por caballos. Lo cierto es que históricamente se había hecho de esa manera, pero un incidente durante la procesión fúnebre de la reina Victoria hizo que se cambiara este aspecto para evitar tragedias.
Ese día, en 1901, el ataúd de la Reina fue transportado a través de Parliament Square en un carruaje de 123 años de antigüedad y con un peso de 2,5 toneladas, tirado por caballos. Pero en el gélido frío de ese día de febrero y la multitud que les esperaba en la capilla de San Jorge hicieron que los caballos entraran en pánico y se desbocaron -algunos de ellos rompieron sus rastros-, poniendo en peligro la estabilidad del vehículo que, por momentos pareció que podía volcar y tirar el ataúd al suelo.
El capitán, el príncipe Louis de Battenberg, el futuro Primer Lord del Mar de la Royal Navy, dio un paso al frente y le sugirió al nuevo rey, Eduardo VII, que intervinieran las fuerzas armadas. Tras la aprobación del monarca, se procedió a desenganchar a los animales y se ataron de forma improvisada unas cuerdas al carruaje para poder moverlo con seguridad. Posteriormente, un grupo de marineros apareció en escena para garantizar que el ataúd completara toda la ruta a salvo, sin nuevos percances.
Esta decisión improvisada fue recuperada nueve años más tarde, tras la muerte de Eduardo VII, y se convirtió en una tradición funeraria estatal. Así, la Royal Navy intervendría en los funerales de los reyes Jorge V y VI, Sir Winston Churchill y de la reina Isabel II.
La reina fue la última monarca en promulgarla y antepuso el peso de la tradición a su amor por los caballos. A las 10:44 horas, el carro de armas fue tirado por un equipo de 98 marineros, conocido como la Guardia del Soberano, mientras que otros 40 marineros marcharon detrás del carro para actuar como freno. Los miembros de la familia real, incluido el rey Carlos III y los príncipes William y Harry, lo siguieron a pie. Después se repitió la escena durante el recorrido por las calles de Londres, hasta el vehículo en el que el féretro de Isabel II fue trasladado hasta el Castillo de Windsor
Una vez finalizada la ceremonia, el carro se guardó en el HMS Excellent en Whale Island en Portsmouth, donde se conserva en condiciones muy especiales: Debe mantenerse en condiciones ambientales controladas a una temperatura de entre 16 y 20 grados, y una humedad de entre el 40% y el 70% para evitar que se seque y se vuelva quebradizo y evitar la aparición de hongos.
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