Detalles
Así fue la boda de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin
Hace 24 años, la pareja se daba el “Sí, quiero”, en Barcelona
4 de octubre de 1997, la ya por entonces duquesa de Palma, título otorgado por su padre un mes antes de la ceremonia, daba el “Sí, quiero” al jugador de balonmano Iñaki Urdangarin, que a partir de ese momento se convetía en consorte ducal. En aquellos años, la infanta se había instalado en Barcelona. Lainfanta Cristinaeligió un vestido de Lorenzo Caprile, diseñador que siempre ha tenido muy buena relación con las dos hijas de Don Juan Carlos y de Doña Sofía, ya que sus hermanas también estudiaron en el colegio Santa María del Camino. El vestido estaba confeccionado en seda valenciana y en color marfil, además, inspirado en la flor de lis, muy ligada a la casa Borbón. También, lució una diadema con un gran valor histórico y sentimental y que pertenecía a su madre. Los pendientes pertenecieron a la reina Victoria Eugenia y fueron también un regalo de Doña Sofía.
Muchos de los invitados reales se alojaron en el hotel Arts. Hubo mayordomos veinticuatro horas, champán, que no cava, canapés de caviar, fresas con chocolate belga y delicatessen a granel y a demanda, como informa Paloma Barrientos en Vanitatis. Cada familia real corría con sus propios gastos, una costumbre que se mantiene en todas las bodas de monarquías reinantes. Los únicos que se saltan estas reglas son los jeques de Arabia Saudí y Kuwait, que corren con todos los gastos y además regalan joyas a todos los invitados.
Cómo se conocieron
El escenario de su primer encuentro no fue otro que los Juegos Olímpicos de Atenas, donde dicen que la Infanta quedó prendida del deportista. Un año más tarde, el 4 de octubre de 1997, ambos contrajeron matrimonio. Por aquel entonces, Iñaki vivía en Barcelona, ya que él era uno de los jugadores estrella del F.C. Barcelona y, también, fue ahí donde se celebró el enlace. La boda se convirtió en uno de los eventos del año por donde pasaron numerosos rostros conocidos del deporte y de las casas reales europeas. Cinco meses antes ambos habían anunciado su compromiso, ante la sorpresa general, ya que casi nadie conocía este noviazgo.
Ninguno de los dos se había dejado ver por las calles de la Ciudad Condal ni compartiendo momentos juntos. Fue un noviazgo muy discreto. La idea de ambos era llevar su relación con la mayor intimidad posible. La boda se celebró en la catedral de Barcelona y todos los edificios se vistieron de gala. Además, los militares repartieron claveles entre todos los ciudadanos y entre los que se habían trasladado hasta la catedral para ver la llegada de la pareja.
Iñaki llegó a la catedral de la mano de su madre y madrina, Claire Liebaert, y media hora más tarde lo haría la hermana menor de Felipe VI. Cristina llegó en un Rolls-Royce acompañada de su padre y padrino, el rey Juan Carlos.
El acto fue sencillo y solemne y a las 11 y media de la mañana ambos ya se habían convertido en marido y mujer. En el momento del “Sí, quiero”, Don Juan Carlos no pudo reprimir las lágrimas.
El banquete nupcial se sirvió en el Palacio de Pedralbes y los invitados se distribuyeron entre el comedor principal y las demás dependencias del palacio. El menú consistió en una sorpresa de quinoa real con verduras y pasta fresca y un lomo de lubina con sufflé de langostinos y emulsión de aceite virgen. El postre consistió en un preludio de chocolate y crema inglesa.
Entre las anécdotas más destacadas figura la de la corbata del novio. Urdangarin había elegido una, no de todo tradicional y propia para una boda, pero fue una elección del Rey Emérito a quien siempre le han gustado las corbatas coloridas y estampadas. También, cuentan que, durante la comida, Felipe expresó que él iba a ser el próximo en pasar por la vicaría.
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