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Campos, la mejor calzada

La presentadora María Teresa Campos
La presentadora María Teresa Camposlarazon

Pocas tienen mayores merecimientos. Ella se viste por los pies y su colección de zapatos casi emula a la de Imelda Marcos, pero sin explotar a nadie. Es vicio, manía, obsesión estética y desahogo a otras contenciones indumentarias. Ahí no se arredra ni limita, echa la casa por la ventana y puede comprobarse en cada edición de «¡Qué tiempo tan feliz!», ya el único programa musical de las teles españolas. Lo magnificó el increíblemente setentón Juan Pardo en su reentré a los platós tras una elegida ausencia de diez años que todavía le sabe a poco: «Estoy muy tranquilo y contento de lo que hago. El descanso me permite pintar», y bien se vio en el impactante doble retrato que le ofreció a una Teresa Campos conmocionada por la visión que el músico tiene de ella. Es una doble imagen hiperrealista donde la comunicadora primero recuerda a la gran Anna Magnani, algo desgreñada y con transparencia en su mirada casi de un verde moscatel bien malagueño apenas perceptible en la pantalla. El mismo tono más dorado que los ojos de Don Juan Carlos, cuyo azul limpio siempre regocijaba a Revello de Toro, casi pintor oficial del franquismo, que hizo a doña Carmen y al Caudillo un doble retrato para la Generalitat donde ahora Mas ordena o descoloca. Samaranch, autor del encargo, pidió una versión reducida para su despacho; la tenía tras su sillón de presidente de la entonces diputación barcelonesa, hoy nido de independentismo mal llevado.

La Campos palideció cuando Pardo amplió su descripción: «A la derecha está más ilusionada, con gesto casi infantil –ahí recuerda mucho a Terelu y a Carmen, sus hijas bienamadas– muy representativo de cómo eres». «Entiendo que hayas abandonado la música para centrarte en la pintura», le dije entusiasmado por lienzo tan rompedor. «Acaso algún día decida presentarlo en una "expo", pero le da timidez», reconoció su primo José Ramón Pardo, que colaboró con Juan en la primera parte de su carrera. Era el letrista y ahora casi dio un golpe de Estado para que la Peña Primera Plana, otorgadora de los manipulados Naranjas y Limones, vuelva por sus honestos fueros de casi medio siglo. Es una tertulia periodística que cada martes comentaba con personajes la actualidad, un empeño luego adulterado con fines comerciales de ricos patrocinios. Faltan por saber las cuentas, a ver si Pardo impone la transparencia que tanto se pide de un Gobierno en callejón sin salida por poco claro. Con todo, José Ramón recupera a José María de Juana, otro histórico «del corazón», además de incorporar savia nueva para no adormecerse. «La junta que echamos nos debe justificar ahora 22.000 euros de patrocinio y el tesorero se excusa con un "me olvidé"que nos recuerda a Bárcenas», comenta Pardo.

Repasaron la carrera del gallego de «Anduriña», para la que Picasso pintó una contraportada valorada por su amistad con nuestro inolvidable periodista Antonio D. Olano. «El dibujo se prestó para editarlo y desapareció hasta que un día Junior, que está irreconocible, me confesó que se lo había quedado él». Da lo mismo. Juan apadrinó a su hermosa hija Lys Pardo, que tiene voz tirando a ronca y a la que Teresa comentó feliz que acaban de nombrarla «la mejor calzada de España». Compitió con Nieves Álvarez, Sara Carbonnero y Amaia Salamanca, de la que dijo, acaso con ironía, que «no sé cómo calza porque sólo me fijo en su hermosa cara». Presidía el jurado Tessa de Baviera y los de Elda demostraron que saben elegir a su Cenicienta: pocas como María Teresa impactan tanto desde los pies.