Toros
José Tomás, con pelo largo y pendiente: el incierto presente del mito de Galapagar
Hoy se cumplen 25 años de la confirmación de la alternativa del torero más enigmático del ruedo español
«Ver torear juntos a José y Tomás es como ver jugar a Messi y Maradona juntos», así sentenciaba Andrés Calamaro, aficionado a la fiesta y amigo del diestro, sobre el torero de Galapagar. Un guiño que podría resumir lo que significa para muchos José Tomás, de actualidad esta semana por cumplir 25 años de confirmación de su alternativa. El diestro madrileño cumple 46 años el próximo 20 de agosto y ha consagrado la mitad de su vida a un modo muy particular de desarrollar su carrera en el arte de Cuchares.
A todas luces José Tomás es un torero distinto en muchas cosas. A día de hoy, sin estar en ningún cartel anunciado para esta temporada, cuesta saber si se encuentra en activo o no. Su última aparición pública fue en el entierro del hijo del empresario Pedro Trapote, familia a la que está muy unido. Allí sorprendió a los asistentes con una aspecto distinto al habitual, más informal e incluso luciendo un pequeño pendiente en una oreja.
En 2020 solo tuvo dos festejos confirmados –ambos en la monumental de Nimes–, que finalmente no llegó a torear por motivo de la pandemia. Este año, si toreará o no, es aún una incógnita. Si difícil es averiguar carteles, lo mismo ocurre con su apoderamiento. Salvador Boix fue el encargado desde 2016, tras varias idas y venidas, parece haber dejado paso a su hermano Andrés Román, que es quien, al parecer, hace ahora las labores de apoderamiento. No le supondrá mayor problema pues no es algo nuevo. En 2013, harto de desencuentros con Salvador, decidió prescindir de él y apoderarse a sí mismo ese año. Preguntado entonces al respecto de su decisión la respuesta fue nítida: silencio; una práctica habitual en su política de comunicación. Una estrategia a medio camino entre su idea de preservar ese halo de misterio que rodea solo a los elegidos, y la «omertá» que gobierna en todo lo que tiene que ver con su vida profesional.
Una carrera que le inculcó su abuelo Celestino Román, quien le metió en vena el gusanillo de la plaza siendo aún niño, cuando le acompañaba a ver corridas a Las Ventas. En estos años Tomás ha forjado una leyenda sobre el albero a fuerza de arte, pundonor, torería, polémicas y cornadas –alguna como la de Aguascalientes en 2014 a punto de costarle la vida–. Se trata del precio que pagan los que se visten de luces para ser figura, cueste lo que cueste. La mencionada «omertá» también le acompaña en su vida privada. Una de las escasas filtraciones se conoció el pasado año al hacerse pública la separación a finales de 2019 entre el maestro y su mujer, Isabel, tras 20 años de relación y un hijo común. Aunque su entorno aseguraba que no existían terceras personas, al parecer, el diestro habría sido visto en varias ocasiones junto a una joven en la localidad de Estepona, donde reside.
Un rebelde
Si fuera de las plazas el diestro ha mantenido de forma deliberada un perfil bajo, su personalidad en la plaza y todo lo relativo a su carrera, ha desatado división de opiniones. Desde el aplauso de sus incondicionales, hasta la crítica furibunda de sus detractores, que ven en él un «outsider» que pone en riesgo la fiesta nacional con sus decisiones. «José Tomás debería haber hecho más por la tauromaquia –afirma Roberto García Yuste, presidente de la Asociación El Toro de Madrid–, desde que se negó a que se televisaran sus corridas, teniendo en cuenta la repercusión que tiene lo que hace». Se trata de una crítica compartida por empresarios y compañeros. El diestro se defendía asegurando que rechazaba las televisiones en defensa del misterio.
«Entendemos que decida torear una o dos tardes en toda la temporada, pero debería hacerlo en plazas de relumbrón, donde tuviera gran repercusión y donde los aficionados que se mueven pudieran llenarlas. No es normal –prosigue García Yuste– que no pise Las Ventas desde 2008». No es del todo cierto. La última «aparición» del diestro en Madrid data de septiembre de 2015, pero no en el albero, sino en el tendido, cuando acudió entre el público de la grada del tres, para ver una corrida del Ciclo de Encastes Minoritarios, de paisano y acompañado por El Capea y alguno amigos. Mientras él alimenta el misterio, los aficionados aguardan a que el profeta se haga carne en forma de cartel.
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