Entrevista
Raquel Sanz, viuda del torero Víctor Barrio: “Pablo Hasel es un delincuente y debe estar donde diga la Justicia”
Cinco años después de la muerte de su marido habla con LA RAZÓN sobre el rapero que se alegró de la tragedia
El 9 de julio de 2016, en Teruel, una cornada acababa con la vida del toreroVíctor Barrio. La triste noticia, que ponía fin de manera abrupta a una respetada carrera en el ruedo, pronto derivó hacia lo indignante cuando llegó al vertedero de las redes sociales. “Si todas las corridas acabaran como la Víctor Barrio, más de uno íbamos a verlas”, escribió entonces el rapero Pablo Haselen su cuenta de Twitter.
“Siguiendo el asesoramiento de los servicios legales de la Fundación del Toro de Lidia, decidimos no denunciar, porque el daño ya estaba hecho. Era un insulto a la memoria de Víctor (Barrio) y a toda su familia”, explica a LA RAZÓN Raquel Sanz, la viuda del diestro. Cuando se acerca la conmemoración por los cinco años desde el suceso y Hasél cumple condena en el centro penitenciario de Ponent, en Lleida, por injurias a la corona y enaltecimiento del terrorismo, Sanz halló una especie de revancha en la misma red social: “Si todas las denuncias acabasen como la de Pablo Hasél, más gente denunciaría. Si eres tan “valiente” como para cometer un delito, ten las mismas agallas para enfrentarte a la condena por el mismo”, escribió el mismo día que se conocía la condena en firme al cantante.
“Simplemente, y con mucho más respeto del que nos dedicó él a nosotros, parafraseé aquel desagradable comentario, que se había hecho a las poquitas horas de fallecer Víctor. Aquel tuit no era solo contra el honor de mi marido sino que además deseaba la muerte de todo el colectivo taurino. Incitar al odio de esa manera, como refleja nuestra constitución, yo creo que también es un delito. Él es un delincuente y debe estar donde crea el Poder Judicial”, explica Sanz antes de continuar: “Cuando vi que este señor había sido juzgado y había sido condenado, en parte, sentí que se estaba haciendo justicia, aunque no fuera directamente por lo nuestro. Empiezas a confiar un poquito más en la sociedad en la que vivimos”.
Más allá de la plazas
“Yo creo que el problema no es solo lo taurino”, explica la periodista segoviana sobre los motivos que llevaron a una turba enfervorecida a insultar en masa la memoria de su marido: “Si esa gente, tan dogmática en su manera de pensar, también es vegana por ejemplo, pues irán contra todo aquel que no sea como ellos. Al final, es una cuestión de poca solidaridad y empatía nula con el prójimo. Lo que a ellos no les gusta, hay que ir a destrozarlo, ya sea a través de protestas en las calles, a través de hacer daño gratuito a las personas que no piensan como tú… Es un egoísmo feroz y muy triste. A mí realmente esto me da mucha pena, porque pienso: ¿De verdad esta gente pierde su tiempo en escribir un tuit para hacernos daño? ¿De verdad no tienen nada mejor que hacer con su vida? Qué infelicidad”, confiesa afectada.
Sobre las protestas, que se han manifestado con intensidad severa en ciudades como Madrid o Barcelona desde el encarcelamiento del rapero, Sanz también da su opinión, sorprendida: “Estoy un poco perpleja al ver las reacciones que tienen lugar como consecuencia de la entrada en prisión de un delincuente. Si cada vez que se condena a un delincuente salimos a quemar el país, no sé dónde vamos a vivir”, relata antes de matizar: “Puedo entender que haya un hartazgo, no solo de la juventud porque son los más afectados, sino de toda la sociedad. La gran mayoría está harta, hasta las narices, pero sabemos que es lo que hay y que lo intentamos llevar de la mejor manera posible. ¿Cuál es el otro extremo? Dedicarse a quemar contenedores, a romper el mobiliario y a robar. El hecho de robar por robar demuestra que es gente proclive a delinquir, al odio y a llevar a la sociedad a la exasperación”, responde vehemente.
A unos meses de que se cumpla un lustro sin Víctor Barrio en el ruedo y antes de despedirse, Sanz reflexiona sobre su experiencia vital tras la tragedia: “La vida sigue. Mi discurso, por suerte, no tiene nada que ver con el de hace cinco años, cuando me quería morir. De hecho, me hubiera puesto de muy mala leche que alguien me viniera a explicar que la vida continúa, por ejemplo. He tenido gente maravillosa a mi alrededor que me ha ayudado a ver que había perdido algo muy importante, pero que seguía habiendo motivos para salir a flote. Una vida se me acabó aquel 9 de julio, pero comenzó otra. Me acuerdo de él cada día, pero hay que seguir. Tanto por mi familia como por la suya, porque creo que es lo que él querría. Hay que vivir”, remata.
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