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Ney, el “toro bravo” de Enrique Ponce
Cual veinteañero apasionado se deja grabar por el móvil de su novia Ana, durante el entrenamiento más placido de su vida
A falta de toros para el entreno diario, Enrique Ponce utiliza a su mascota, el perrito Ney, para ensayar lances del toreo, sin capote ni muleta, en un parque cercano a su ático almeriense.
Cual veinteañero apasionado se deja grabar por el móvil de su novia Ana, durante el entrenamiento más placido de su vida. No hay peligro, el can obedece las órdenes de su dueño, es manso hasta el límite y sirve de sparring improvisado en tiempos de pandemia.
La transformación personal del diestro desde que salió a la luz su relación con la yogurina Ana Soria ha sido extraordinaria, con su ex, Paloma Cuevas, nunca colgó imágenes tan besuconas y empalagosas como las actuales, era mucho más discreto. Ahora parece un eterno quinceañero, es como si viviera su primer amor. No se da cuenta de que cada foto que cuelga en las redes sociales es un daño colateral contra sus dos hijas, que no acaban de entender la exposición tan mediática y cariñosa de su padre con su joven conquista.
No extraña que las hijas hayan expresado a su progenitora que no desean irse con su padre si Ana está presente. Mal que le pese a Enrique esa es la pura realidad.