Proyecto solidario

Máximo Huerta, detrás del resurgir de Abanicos Burriel

El escritor usó sus redes para ayudar a una empresa, especialista en estos accesorios, arrasada por la DANA

Máximo Huerta.
Máximo Huerta. Alberto R. RoldánLa Razón.

El paso de la DANA ha afectado a miles de personas en la provincia de Valencia, causando numerosos fallecidos, cientos de daños materiales (con familias que lo han perdido todo) y dejando, además, numerosos negocios afectados que tardarán mucho tiempo en recuperarse o volver a la actividad. Entre ellos se encuentra Abanicos Burriel, una empresa familiar de abanicos artesanales desde 1964 que tiene su fábrica en Aldaia. Una de sus propietarias, Noemi Burriel, describe a LA RAZÓN cómo la riada les ha afectado de lleno, causando graves daños en sus instalaciones y perdiendo material de trabajo de meses: «Pasé la noche del 29 de octubre allí, ya que el agua me atrapó e intenté que el agua no destrozara toda la producción. Fue una noche intensa y el daño ha sido notable. Estaba en el piso de arriba y a la que me quise dar cuenta, abajo ya había dos palmos de agua y todo nuestro trabajo de dos meses flotando por todos lados».

«A la mañana siguiente, el panorama era aún más desolador. El suelo estaba cubierto de materiales empapados e inservibles, maderas hinchadas y deformadas, telas, cajas de cartón y todo aquello que forma parte de nuestra historia y de nuestro día a día, completamente arruinado. Fue un golpe durísimo ver cómo el agua se había llevado tanto esfuerzo, trabajo y recuerdos, dejándonos con un profundo sentimiento de impotencia», continúa.

Sin embargo, aunque afirma que ha sido «uno de los momentos más difíciles seguimos adelante, más fuertes y unidos que nunca».

Noemí Burriel, tercera generación de la empresa familiar fundada por sus abuelos Salvador Burriel y Pilar Castellano, en la década de los 60, revela que han contado con la inestimable ayuda del escritor Máximo Huerta, «amigo de la empresa». «Nos encarga siempre los abanicos para su librería Doña Leo», asegura.

Según Burriel, decidieron salvar el material que pudieron, limpiarlo y secarlo para sacar una colección especial que se ha vendido en tan solo 24 horas. «Una edición muy especial creada desde el corazón y la esperanza. Sus varillajes, marcados por la reciente riada, llevan consigo las huellas del agua y el barro, con manchas y pequeñas deformaciones en la madera. Cada pieza es única, con una belleza imperfecta que nos recuerda la fuerza de la naturaleza y nuestra capacidad para levantarnos». Máximo Huerta se encargó de difundirlo en sus redes y la venta llegó a colapsarse. El próximo viernes sacarán una segunda venta con el material que han podido salvar, y que igualmente se venderán en la web (www.abanicosburriel.com) a un precio de 35 euros.

Además, Burriel comparte que el estampado ha sido también cedido por Raquel Sáez Fliquete, diseñadora valenciana y fundadora de Studio Patme (@studio_patme), quien «se ha unido a este proyecto para aportar su arte y colaborar con nosotros en este renacer. Su creación refleja la esencia de la resiliencia y la solidaridad que nos impulsa a seguir cada día adelante».

Por su parte, Sáez Fliquete confiesa que "en los primeros días de la Dana y a través de Instagram, había conocido a abanicos Burriel y a Noemí y me había afectado mucho ver cómo ellos y otros artesanos habían perdido sus negocios artísticos e históricos y seguí todo lo que publicaban. A raíz de una storie le comenté algo random y ella contestó pronto. Comenzamos a hablar y me comentó que pensaba en hacer una edición especial Dana con los varillajes estropeados, y en aquel momento pensé que era buena idea ofrecerle mi diseño por si podía ser útil para esa edición y ayudar así a recuperar su negocio familiar".

"Ella aceptó con mucha emoción y conectamos desde el principio. He admirado su transparencia y su honestidad y vamos en la misma línea, por lo que ha sido todo muy fácil y estoy muy contenta de la enorme acogida que ha tenido la iniciativa con mi estampado, que decidí poner al servicio de iniciativas que pudiesen ofrecer algún tipo de ayuda para los afectados. ¡Vendieron 300 unidades en 26 horas!", destaca emocionada.

La fundadora de Studio Patme demuestra una vez más así que "con el Arte también se puede ayudar, lanzando a la gente un mensaje de esperanza a través de la estética y la belleza".