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La dramática y dura soledad del “otro” Camilín
Desde que regresó a Madrid, al hijo de Camilo Sesto se le ha visto deambulando por el centro de Madrid en malas condiciones y quienes le han visto nos desvelan los detalles
Ya lo contamos en primicia hace semanas: Camilín Blanes Ornelas ha recuperado antiguas adicciones, aquellas que a su padre hicieron tanto daño cuando los dos vivían juntos hace un par de décadas. Y que a su madre, ahora, la mantienen en vilo. Porque desde que regresó a España tras la muerte de su progenitor hace poco más de dos meses, no es la primera vez que se le ve deambulando por el centro de Madrid, más exactamente por el barrio de Chueca, en un estado lamentable, hablando sin coherencia y con alguna copa de más. Siempre solo, sin compañía, ignorando los consejos de su madre y su abogado para que reconduzca su vida por el buen camino.
Rosa S. es vecina de la zona de Torrelodones, donde reside el treintañero. Desde su casa se ve perfectamente la carretera que va desde la localidad a Hoyo de Manzanares. En ella, a la derecha, vive Camilín en el amplio chalet que le dejó el cantante en herencia. Muchos días la recorre a pie, en paseos en soledad, tres kilómetros de ida y otros tantos de vuelta hasta el pueblo de Torrelodones, sin saludar a nadie, con la cara triste y la mirada perdida. No tiene amigos, y los que se le acercan son por interés cuando reconocen en él al heredero de un patrimonio que supera los ocho millones de euros. Luego, están aquellos que le hacen el paripé al ver que no escatima en gastos y que invita a copas a cualquiera que le dé charla. Es lo que sucedió el pasado fin de semana. Le encontró el periodista Aurelio Manzano a escasas dos manzanas de su casa de Chueca y le vio en un estado tan penoso que le estuvo ayudando un buen rato. Tras preguntarle si estaba solo, Camilín contestó que no, que cerca de allí le esperaba un amigo. Fueron a un bar a buscarle y Manzano descubrió que se habían conocido media hora antes. Ni amigo, ni conocido, ni un mínimo de contacto anterior.
Hasta su madre ha lanzado un mediático mensaje de auxilio para que su hijo recapacite y deje la bebida, aunque él asegura que “no tengo problemas de ese tipo”. Pocos le creen ante las evidencias. Llevaba años sin residir en nuestro país, y de sus amistades de antaño no le queda ninguna. Dicen que este aislamiento le está pasando factura, que en el chalet, en las horas muertas, y sin la menor compañía, echa muchísimo de menos los afectos. Tiene un buen fondo, los que le conocen bien hablan de su bondad y sencillez, pero cuando se “desmadra” pierde esos valores y se deja llevar por la vorágine de las noches locas del barrio madrileño más moderno y juerguista.
Cris Mata es una camarera que trabaja en Chueca y que ha visto con sus propios ojos “a ese chico deambular por aquí. Le reconocí porque me llama mucho la atención su cara, y una compañera me dijo que era el hijo de Camilo Sesto. A nuestro bar ha venido un par de veces, la primera fue todo muy normal, pero la segunda no parecía estar bien. Comenzó a discutir con otra persona por una tontería y el encargado les llamó la atención y les dijo que abandonaran el local. Es una pena…”
Tanto en el ámbito personal como en el profesional, la vida le es esquiva. Y ahora el dinero tampoco compra la felicidad. A su fracaso como cantante se une su tristeza sentimental. El único amor del que tenemos referencia fue con una chica suiza con la que llegó a casarse en tierras aztecas. Un matrimonio que acabó en ruptura. Y lo suyo, hace muchos años, con la española Cristina Rapado apenas duró tres meses y quedó en una simple anécdota. La cantante nos recuerda que “hubo mucha pasión y buen sexo, sigo sintiendo mucho cariño por Camilín, aunque llevamos años sin el menor contacto… Me da pena verle tan desamparado porque es muy buen chico.”