Gente
Agatha Ruiz de la Prada a París, el Chatarrero al desguace
El entorno del empresario y la diseñadora confía en que la separación no sea definitiva: «es muy posible que pueda haber un “volver a empezar” porque se llevan muy bien», aseguran
Agatha se marchó a París el mismo día en que «Lecturas» publicó las fotos de su novio, Luis Miguel Rodríguez, con Marcia di Lele. El viaje estaba previsto con antelación y fue la excusa perfecta para quitarse de en medio. Por el momento, prefiere mantenerse al margen: «Estoy bien», dice. Asegura que tiene muchas cosas que hacer, que su mundo es muy amplio y que está preparando nuevos proyectos. Además de sus amistades francesas están sus incondicionales: Cristina y Paloma. Por el momento, a Luismi lo mantiene en el purgatorio. «La llamo, pero no quiere hablar conmigo. La Flaca –así la llama– puede estar molesta, pero no he hecho nada. La quiero mucho y no sé qué hacer para que se arregle. Es una mujer diez: divertida, cariñosa y super trabajadora. Reconozco que no estoy bien».
La soledad de Luismi
Desde que se marchó, el empresario no ha vuelto a salir. «Llego al desguace por la mañana y me marcho por la noche. No tengo ganas de ir por ahí». Como en la película, la diseñadora ha puesto distancia: «Yo a París, tú al desguace». Cuando se conocieron en el cumpleaños de Teresa Bueyes ningún invitado imaginaba que el anfitrión y la diseñadora pudieran congeniar más allá de una amistad. Agatha no tenía previsto acudir a la fiesta que se celebraba en la finca que su hasta ahora novio tiene cerca de Parla. Entre otras cosas, por la distancia. Tiempo después, cuando la historia de amor era una realidad, llegaría a decir en un viaje a Roma que echaba de menos Parla. El destino se encargó de que esa noche se cayeran bien y quedaran al día siguiente para ir a los toros. Y al otro a cenar. Y al siguiente también. Y uno más en el que la diseñadora le dice: «Me voy de viaje», y Luismi le responde: «Te recojo». La respuesta de Rodríguez cuando le preguntaban qué le pasaba los dejaba asombrados: «Estoy ilusionado». Dos palabras que nunca hubieran esperado del hombre que se declaraba mujeriego por naturaleza. Fue esa la razón por la que Carmen Martínez-Bordiú zanjó su relación. Entonces Luismi seguía casado, aunque hicieran vidas separadas.
Una mujer diferente
Cuando empezó con Agatha ya estaba soltero. Se enamoró de la diseñadora por ser diferente a las mujeres con las que había tratado. Quizá lo más llamativo es que estaba dispuesto a no entorpecer la relación con historias alternativas. Otra cosa era que algunas de las mujeres que se relacionaron con él quisieran utilizarle para darse publicidad. Un aviso a una agencia o a un paparazzi podía convertir a la amiga en personaje. El empresario compraba las imágenes y aquí paz y después gloria. Muchas veces no había sucedido nada, pero era suficiente para el mosqueo de la actual duquesa de Franco. Tanto que un buen día se cansó y rompió su relación amorosa. Cuando comenzó con Agatha sufrió un cambio radical. Empezó a acompañarla en muchos de sus viajes, «aunque a él lo que le gusta es su desguace y estar en el campo. Ni las fiestas ni figurar en los medios. Muchos años antes de conocer a Agatha ya era amigo de Alberto Alcocer y acudía a sus monterías», dicen los que le conocen. Agatha le involucró en su mundo: era habitual que acudiera a sus desfiles, a sus inauguraciones e incluso que vistiera sus prendas. Estos dos años han demostrado que se entienden mucho mejor que otras parejas aparentemente más equilibradas. Dicen los que les conocen que es muy posible que pueda haber un «volver a empezar, porque se llevan muy bien». Reconocen que Luismi está triste y que espera que Agatha le dé otra oportunidad. Lo anecdótico es que esta vez no ha hecho nada de lo que arrepentirse. «Marcia di Lele no le importa. Está casada, vive en Suiza y se aburre. Esto le ha dado vidilla».
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