París

Los nacionalistas presionan a Eta a la desesperada para que haga un gesto en año electoral

Jone Amezaga, condenada por enaltecimiento del terrorismo, reaparició ayer en Guernica
Jone Amezaga, condenada por enaltecimiento del terrorismo, reaparició ayer en Guernicalarazon

Organizaciones proetarras, como Sortu, verificadores, mediadores y demás especies cuyos hilos maneja el «conflictólogo» surafricano Brian Currin, a los que hay que sumar al PNV y su «brazo armado» para la paz, Jonan Fernández, se esfuerzan en estos días, de forma discreta y por distintas vías, en lograr de ETA algún tipo de gesto de desarme o de flexibilización de posturas antes de final de año, según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas.

El objetivo es lograr una baza para «descolocar» a los partidos que consideran «españolistas» antes de que comience el próximo año, en el que tendrán lugar dos elecciones (en 2016 son las comicios autonómicos vascos) y presentarles como los culpables de que la definitiva desaparición de ETA es de ellos, y no de la propia banda, como queda acreditado en numerosos documentos.

Los expertos consultados se muestran poco optimistas de que la banda se apee ahora de sus conocidas exigencias de una negociación en la que los gobiernos español y francés se sienten a tratar con ellos medidas a favor de los presos y la salida de las Fuerzas de Seguridad y los Ejércitos del País Vasco y Navarra a cambio de un desarme, que, además, no se podría verificar de una forma fehaciente. Recuerdan que los intereses de unos y otros, y el de los propios terroristas, van a ser muy difíciles de aglutinar precisamente porque estamos ante un año electoral.

Si bien para Sortu se trata de un asunto en el que se juega mucho con respecto a los comicios del próximo año, ya que carece de una idea-fuerza sobre este asunto que introducir en los programas, la participación del PNV es más por «no perder un carro», no vaya a ser que llegue a la meta, en cualquier caso. En eso los nacionalistas son unos maestros: no estar nunca fuera de las fotos en las que les gusta figurar.

Su «brazo armado» para la «paz y la convivencia», Jonan Fernández, defiende la propuesta «zuzen bidean», que incluye una veintena de medidas encaminadas a recuperar «la normalidad penal y penitenciaria», entre las que figuran el acercamiento de los reclusos de ETA a cárceles de País Vasco, la puesta en libertad condicional de los mayores de 70 años y dar una respuesta institucional a la denominada «vía Nanclares».

El plan choca, en mayor o menor medida, con los partidos no nacionalistas; supone que, a la postre, las víctimas, los que han defendido el Estado de Derecho, la Constitución, son los que se han equivocado, y que a los asesinos y terroristas de variado pelaje hay que darles las gracias y «hacerles ola» porque un día, más por razones tácticas (superioridad de las Fuerzas de Seguridad) que estratégicas (que no han cambiado, son las mismas de tipo secesionista), decidieron dejar de matar sin entregar las armas ni disolver la organización criminal.

Para algunos nacionalistas y los proetarrras, el anunciado y no consumado fin de ETA da vía libre para todo, hasta para olvidar decenas de años de crímenes y destrucción.

Uno de los capítulos más recientes de hasta qué punto se toman en serio los de ETA lo de la entrega de las armas y su disolución lo protagonizó el cabecilla Ibón Gogeascoechea en un juicio celebrado la semana pasada en París. Vino a decir este individuo que nadie les había explicado cómo autodisolverse, con lo fácil que es, y además reconoció que el tenderete que montaron delante de dos verificadores en Toulouse en enero pasado no había pasado de ser «un acto político puro» para demostrar la «voluntad» de ETA de desarmarse.

Tras un acto de chulería contra la Policía francesa, a la que dijeron burlar para montar la pantomima de Toulouse, y que demuestra la operatividad de ETA en territorio galo, dejó clara la voluntad de la organización criminal a la que pertenece: el hecho de que se neutralizaran o destruyeran las armas ahora no tiene importancia, ya que «cada vez que el pueblo vasco ha querido armarse siempre hemos tenido la capacidad de hacerlo».

Ahora hace un año, la banda distribuyó entre sus militantes un documento con el balance del «debate interno». Hablaba de las «funciones que se autoasigna ETA en esta fase. Desde luego, hasta ahora hemos cumplido las funciones políticas, además no cualesquiera. Aún más, establecemos el objetivo de reforzar los medios para llevar adelante esas funciones en el ámbito político». «Hay que ratificar la importancia de la dinámica interna estableciendo medidas para garantizar las transmisiones entre los miembros, los debates, las aportaciones». Quedaba claro entonces, como lo está ahora, que la banda no iba a disolverse.