Reportaje
Un joven aspirante a saltar la valla de Ceuta: "Nos tenemos que buscar la vida"
La RAZÓN habla con un grupo de migrantes que espera volver a intentarlo: «Si eres español, tienes trabajo y dinero»
Apenas una semana después de que cientos de migrantes subsaharianos y marroquíes intentaran acceder a Ceuta a nado o saltando la doble valla que separa Marruecos de la ciudad autónoma, la tensión no cesa. Ya han pasado tres años de aquella entrada masiva de migrantes en Ceuta supuestamente instigada por Marruecos para castigar a España por acoger a Brahim Gali, líder del Frente Polisario.
En esa ocasión, volvió a quedar en evidencia la vulnerabilidad de una frontera en la que Marruecos, prácticamente, no intervenía. Sin embargo, lo del pasado domingo, ha ocurrido en un momento en el que han mejorado las relaciones bilaterales entre ambos territorios y en el que el país norteafricano ha desplegado un operativo sin precedentes –con hasta 7.000 hombres según Le 360, el diario oficialista del país– para impedir otro asalto migratorio a Ceuta. A pesar de que solo uno consiguiese pasar a nado hasta llegar a la playa del Tarajal, las causas que han motivado nuevo asalto masivo es lo que ha provocado que las autoridades hablen de «calma tensa». Porque puede volver a ocurrir. Se trata de la primera vez que un asalto migratorio ha estado coordinado a través de las redes sociales. En ellas se han difundido mensajes como «Ojalá el 15-9», lo que ha servido para que también por primera vez se movilicen juntos marroquís con subsaharianos. Todo un hervidero viral que consiguió su principal objetivo: movilizar a cientos de inmigrantes para burlar la seguridad de ambos países en busca de un futuro en el que imaginan dinero y trabajo inmediato tras cruzar la valla. Ahora, hay una nueva fecha que deambula por redes: el 30 de septiembre. Y de ahí, lo de la «calma tensa».
En Castillejos, la localidad que está al otro lado del paso fronterizo, ya no quedan aspirantes a saltar la valla tras la represión policial o, por lo menos, en la zona del monte donde están las vallas. El miércoles, en la localidad marroquí todo parece normal. Tan característico del país, el ambiente es el de una ciudad que está perfectamente desorganizada y todo el mundo parece que está haciendo algo. En el zoco se mezclan los puestos de comida con el olor a ropa nueva de las tiendas de al lado. Los gatos parecen que siempre están durmiendo y la basura rebosa en algunos sitios. A medida que el centro queda atrás, las calles se van estrechando y las casas son de ladrillo visto porque no están acabadas.
De repente, suena una canción en español y acto seguido otra en inglés. En unas escaleras, cuatro jóvenes se pasan el móvil entre risas mientras miran vídeos. Después de un rato, les pregunto qué están haciendo y me enseñan, como si me conocieran, esos vídeos. Acceden a que grabe por voz nuestra conversación, pero no quieren ser fotografiados. Son aspirantes a saltar la valla. «Nos tenemos que buscar la vida», lamenta Youssef, que dice que tiene 17 años. Al lado, sus colegas Mohamed (20 años), Amer (18 años) y otro chico de 19. Lo de las edades siempre es relativo. Solo uno dice que es de Castillejos y los demás vienen de otras ciudades de Marruecos. Todos confiesan que ya lo han intentado «más de una vez» y que lo volverán a hacer, pero no mencionan la fecha del 30 de septiembre. «Queremos buscar trabajo», explica Youssef antes de señalar uno a uno con la mano y decir que «ninguno de ellos trabaja porque no hay puestos para menores». En su mente ronda algo que les han vendido siempre y que ahora también alimentan las redes. «Si eres español, tienes trabajo y dinero», afirma el joven marroquí. Si consiguiesen llegar a España les gustaría trabajar de peluqueros, camareros o cocineros, lo que saben hacer. La información nunca ha sido tan accesible como hasta ahora. Casi en directo, se comunican con aquellos que sí han conseguido cruzar a España y pueden saber si hay «poca o mucha» presencia policial en la frontera y también saben que primero pasaran por «La Esperanza», el centro de acogida de Ceuta. Youssef, que es el menos tímido de los cuatro, asegura que quiere cruzar a Ceuta para ir a «Valencia, Madrid, Cádiz o Barcelona y mandar dinero» a su familia. Los demás asienten y se ríen. «No queremos problemas», confiesan, poco antes de dar por finalizada la conversación.
El jueves vuelve a ser un día cualquiera en la frontera entre Ceuta y Castillejos, pero las autoridades españolas no bajan la guardia. Un agente de la Policía Nacional advierte de que, aunque parece que todo está tranquilo, «se puede liar otra vez». En Marruecos, el portavoz del Ejecutivo marroquí, Mustafá Baitas, anunció que 3.000 jóvenes intentaron cruzar la valla el pasado fin de semana e informó de que 152 personas detenidas fueron puestas a disposición de la Justicia imputadas por incitar a la emigración ilegal. «Partes desconocidas instigan a los jóvenes a través de las redes sociales para movilizarlos», lamentó Baitas. Perfiles creados hace un año en Marruecos y otros países africanos llaman a la movilización en redes a través del hastag «Harraga», que en el norte de Marruecos se traduce como los «inmigrantes ilegales» que quieren llegar a Europa a través de Ceuta o Melilla.
En el lado español, un vecino lamenta el asalto a la frontera, pero se alegra de que «Marruecos se haya portado bien». No le sorprende la situación porque «si no es hoy, es mañana o dentro de dos meses», explica respecto a los asaltos de la valla por menores. En general, los ceutís han recibido bien la colaboración de Marruecos. «Antes los teníamos deambulando por la calle y enfrentándose con los policías, que no podían hacer nada», relata otro vecino. «Esos chavales vienen sin saber a dónde van. Me da pena cuando los veo vagabundeando con drogas y alcohol. Ojalá sepan aprovechar la oportunidad que se les pone delante», añade.
El 11 de septiembre, la Dirección General de Seguridad Nacional de Marruecos anunció en la red social X que habían arrestado en los últimos meses a 60 personas por su participación en la promoción y organización, a través de redes sociales, de una «migración ilegal masiva» hacia Ceuta. Esta semana, en la que también han sido detenidos tres presuntos miembros del grupo terrorista Estado Islámico, se encuentra marcada por dos factores que hacen mantener la alerta: los jóvenes migrantes son movilizados por redes sociales de forma masiva con instrucciones precisas, lo que hace difícil controlar cuándo puede ocurrir otro asalto; y la imprevisibilidad de Marruecos sobre el despliegue de sus Fuerzas de Seguridad, lo que determina que puedan pasar o no los migrantes. El 30 de septiembre hay otra convocatoria de asalto a la valla por redes sociales. En este contexto, el portavoz del Gobierno de Ceuta, Alejandro Ramírez, no cree que lo ocurrido en la frontera del Tarajal responda a «movimientos espontáneos», sino más bien a «cierta mala intención detrás de estos intentos». Por ello, confía en que Marruecos y España localicen a «los culpables» de los llamamientos para entrar de forma masiva en la ciudad autónoma.
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