Ayuntamientos
El independentismo, hundido en las grandes ciudades
El separatismo pierde mucho poder entre las grandes ciudades: tan solo retiene Girona, como capital de provincia
La gran fotografía de la jornada del 17 de junio (fijada, por ley, para la constitución de los ayuntamientos en toda España) será la gran derrota del independentismo en Barcelona, en el último minuto, gracias al apoyo de BComú (Ada Colau) y PP al socialista Jaume Collboni. Sin embargo, la derrota del independentismo va mucho más allá de Barcelona porque ha retrocedido mucho en las grandes ciudades. De hecho, de los 31 municipios con más de 40.000 habitantes, tan solo gobernará en cinco (16%) y ha perdido seis.
De las cuatro capitales de provincia, tan solo ha retenido Girona, ya que ha perdido Tarragona y Lleida. No obstante, en Girona ha conseguido sostenerse en la ciudad gracias a un acuerdo entre independentistas porque había vencido el PSC. Finalmente, tras un pacto «in extremis», Lluc Salellas, de la CUP, será el alcalde y gobernará junto a JxCat y ERC.
Los socialistas deberán esperar cuatro años más para tratar de reconquistar una ciudad que perdieron en 2011 y no han vuelto a recuperar y es muy simbólica para el independentismo (ahí fue alcalde Carles Puigdemont justo antes de ser investido president de la Generalitat).
Es simbólica para el independentismo y va a pasar a ser simbólica para la CUP porque va a ser la segunda gran ciudad que gobierne después de Berga (capital de comarca). Los anticapitalistas han conseguido superar a JxCat, que había tomado el relevo del PSC en 2011 y eso ha herido a los posconvergentes: el propio Puigdemont lamentó la derrota.
Los independentistas logran retener Girona, pero pierden Tarragona y Lleida. En ambas ciudades gobernaba Esquerra, pero los socialistas han vencido (con holgura, aunque sin mayoría absoluta) y el constitucionalismo ha recuperado el poder. Además, el independentismo se ha quedado sin otras cuatro grandes ciudades que superan los 40.000 habitantes: Reus (106.741), Vilanova i la Geltrú (68.152), Blanes (40.579) y Vilafranca del Penedés (40.056). Los separatistas tan solo se van a quedar con Figueres, Vic, Sant Cugat, Manresa e Igualada, que son tradicionales bastiones del secesionismo.
Sin apenas grandes ciudades ni tampoco capacidad para ampliar fronteras de base electoral, lo que arrincona al independentismo a zonas rurales. Uno de los principales objetivos de ERC ha sido adentrarse en el área metropolitana de Barcelona, zona mayoritariamente castellanohablante, para tratar de ampliar el electorado y pelearle la hegemonía al PSC: sin embargo, los republicanos han vuelto a fracasar en el intento y se han dejado 300.000 votos con respecto a 2019 y 219 concejales en toda Cataluña. JxCat, en cambio, ha mantenido más o menos los mismos resultados: ha perdido tan solo 8.000 votos y 121 ediles. En todo caso, los resultados y la pérdida de apoyo y de poder reflejan la debilidad de un independentismo muy desgastado tras acumular broncas internas, promesas incumplidas y una mala gestión de las administraciones en las que gobierna.
Esquerra no ha sido capaz de sacar partido a la Generalitat ya que es el partido independentista más damnificado. De hecho, observando los datos del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, se puede observar cómo Pere Aragonès sigue por detrás de Puigdemont, Oriol Junqueras e Inés Arrimadas en el índice de conocimiento de los líderes políticos. Sí es cierto que está en un 87%, pero no alcanza el 98% de Puigdemont o 96% de Junqueras, lo que indica que tampoco está sabiendo capitalizar del todo el poder de la Generalitat tras dos años al frente. De hecho, hay cierto murmullo en Esquerra porque se considera que debería prodigarse más y estar más en contacto con la ciudadanía para proyectar su gestión, que tampoco está siendo nada exitosa y está muy marcada por el conservadurismo y el miedo a equivocarse (rechazó la ampliación del Aeropuerto de El Prat).
Los republicanos han optado ahora por tratar de reconciliarse con JxCat y el primer paso ha sido llegar a un acuerdo con Trias, aunque luego ha quedado como inútil. En todo caso, habrá que ver si se extiende esa situación al Parlament.
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