20 años del 11M

Gómez Bermúdez: «Lamari y ''el Tunecino'' fueron dos de los ideólogos del 11M»

El exmagistrado cree que «hubo señales que no se interpretaron correctamente», pero descarta que los atentados se produjeran «por errores graves de las Fuerzas de Seguridad»

Su biografía está irremediablemente ligada al 11M. Javier Gómez Bermúdez (Álora, Málaga, 1962) presidió en 2007 el juicio por los atentados y fue, además, el encargado de redactar la sentencia. Veinte años después, el ahora abogado no tiene dudas de que ETA no tuvo nada que ver –incluso tilda de «ridículo» que tres etarras tuvieran que declarar en la vista oral–, rechaza que los atentados se llevaran a cabo en represalia por la participación española en la guerra de Irak y señala a dos de los suicidas de Leganés como posibes «cerebros» de la matanza.

¿Dónde estaba usted el día de los atentados? ¿Recuerda cómo se enteró?

Estaba afeitándome, oyendo la radio como todas las mañanas. Saltó la noticia, aligeré y me fui a la Audiencia Nacional.

Me imagino que si ese día le hubiesen dicho que iba a presidir el tribunal del 11M no se lo hubiese creído.

No, en esas fechas estaba en la Sala de lo Penal en comisión de servicios y era el juez central de Menores. No tenía ni la mas remota idea de que me iba a corresponder este juicio.

¿Los atentados del 11M se pudieron haber evitado?

A posteriori todos los atentados se pueden evitar, por una razón u otra. Entre otras cosas, porque ya sabes quién lo va a perpetrar. En ese momento hubo señales que no se interpretaron correctamente, pero eso no quiere decir que el atentado haya sido culpa de errores graves de las Fuerzas de Seguridad, porque no lo es.

¿Qué hemos aprendido desde entonces? ¿España está hoy más preparada para atajar el terrorismo yihadista policial y judicialmente?

Sí, porque a partir del 11S de 2001 se produce un movimiento pendular en todo el mundo, legislativo y policial. España estaba muchísimo más preparada, porque llevábamos muchos años con terrorismo, con terrorismo además más agresivo. Y las leyes se fueron adaptando poco a poco al nuevo terrorismo. ¿Qué ha ocurrido? Que la legislación al final, sobre todo a partir de la reforma de 2015, es demasiado amplia y caben muchísimas conductas. Y eso es un riesgo de extensión del derecho penal que, gracias a Dios, en España se corrige por la existencia de la Audiencia Nacional, que procura hacer interpretaciones ponderadas de la normativa.

Javier Gómez Bermúdez, juez del caso 11-M. © Jesús G. Feria.
Javier Gómez Bermúdez, juez del caso 11-M. © Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Ninguno de los acusados fue condenado como autor intelectual de los atentados. ¿Saber quién dio la orden es relevante penalmente?

No se condenó a nadie como autor intelectual porque no fue objeto del proceso. Eso lo delimitan las acusaciones. Pero respecto a los ideólogos, a quienes llevaban la voz cantante, los líderes de estos terribles atentados, al menos dos de ellos eran Allekema Lamari y Serhane «el Tunecino», que se suicidan en Leganés. Hay expertos de seguridad, entre ellos Reinares, que apuntan a Amer Azizi, un yihadista muy conocido por la Policía y por los jueces españoles que se nos «escapa» en la «operación Dátil» y que posteriormente muere en 2005, no sé si en Irak o Siria. Esta es la tesis más estudiada, aunque tengo mis dudas. Pero si fuese él tampoco podíamos haber hecho nada porque murió dos años antes del juicio.

Las causas

¿La guerra de Irak? Me niego en redondo a justificar un atentado por la acción política de un Gobierno

Enzensberger habla en «El perdedor radical», su ensayo sobre el yihadismo, del «detonador ideológico» que activa a los terroristas para pasar a la acción. ¿Cuál fue el «detonador ideológico» de la célula del 11M?

Al Qaeda, las proclamas continuas de Ben Laden referidas a al Andalus, esas invectivas y el hecho de que hubiese dos españoles en la cúpula de Al Qaeda, como eran el propio Azizi y Setmarian, aunque poco después se le detuvo y entregó a Estados Unidos. Puede que hubiese un especial interés en cometer un gran atentado en España, pero eso no quiere decir que dieran una orden concreta de cómo tenía que ser el atentado ni cuándo.

¿Qué se perdió desde el punto de vista de la verdad judicial con el suicidio de los siete terroristas en Leganés?

Muchísimo. Cuando el núcleo duro de un grupo terrorista se suicida perdemos una cantidad ingente de información, la posibilidad de rastrear sus contactos, de ver qué trayectoria han llevado en los últimos años... Todo eso queda fuera del proceso. Al excluirse la responsabilidad penal no se puede incluir en la instrucción salvo someramente, para garantizar la coherencia de la misma. Y en el juicio lógicamente no se les pudo juzgar porque estaban muertos.

¿La participación española en la guerra de Irak fue determinante?

Me niego en redondo a justificar cualquier atentado terrorista por razón de la acción política de un Gobierno. Esto es como si dijéramos que la culpa del terrorismo de ETA la tiene que no se le diera la independencia al País Vasco. Los terroristas buscan excusas para justificar sus crímenes. Punto y final.

¿Cuál es la principal incógnita que no resolvió la sentencia y que le hubiera gustado poder probar?

No lo sé, es difícil de decir. Probablemente hay una pequeña falta de información sobre cómo entran en contacto un grupo de delincuentes con un grupo de radicales. Porque aquí se mezclan tres actores: el grupo de los asturianos, el de Jamal Ahmidan, muy radicalizado, y el grupo de los ideólogos fuertes, absolutamente intolerantes, terroristas encabezados por «el Tunecino» y Allekema Lamari. Nosotros sabíamos cómo se había producido, pero no fue objeto del juicio porque no se planteó en las acusaciones.

El tribunal dio por probado que Jamal Zougam estuvo en uno de los trenes. ¿Tiene alguna duda al respecto veinte años después?

Duda razonable ninguna. Ni yo ni los otros siete magistrados que han participado en el asunto: mis dos compañeros de tribunal y los cinco del Tribunal Supremo que revisaron en casación nuestra sentencia. Los testimonios de tres testigos eran concluyentes. Aparte de que no se le condena solo por eso. Está en la sentencia.

Antecedentes

El detonador ideológico fueron las continuas proclamas de Ben Laden sobre al Andalus

Lo ha repetido hasta la saciedad, pero ¿por qué está plenamente convencido de que ETA no tuvo nada que ver?

No he visto nunca un juicio donde para descartar una teoría descabellada se practique tanta prueba, aparte de los testimonios ridículos de los propios miembros de ETA que comparecieron a petición de las defensas, que el tribunal no podía denegar precisamente porque era una prueba de defensa. Yo creo que hicimos el ridículo. Me daba vergüenza ajena ver a los terroristas declarando. Pero aparte hubo, que recuerde, cuatro o cinco pruebas periciales determinantes, una investigación exhaustiva de todas las comunicaciones entre miembros de ETA y posibles yihadistas. Y es que no había nada, absolutamente nada.

El Tribunal Supremo absolvió a cuatro de los condenados por la Audiencia Nacional. ¿Alguna de esas absoluciones le dolió especialmente?

No, ninguna, lo que sí es verdad es que una de ellas estaba muy en el límite. Era un colaborador de los atentados, pero si hubiéramos razonado un poco mas la prueba de cargo podría haberse confirmado la condena, porque transportó un coche que había llevado dinamita y estaba en contacto con la mayoría del núcleo duro.

¿El del 11M es el juicio en el que más presión ha soportado en toda su carrera?

No, el de más presión fue el del Yak-42. Las famosas «palomas»; te llegan mensajes de un lado y te llegan de otro. Te llama fulano y te llama mengano, «vamos a tomarnos un café...».

Presiones

En el juicio hubo muchas "palomas". Todos los días recibía tres o cuatro mensajes. No les hacía ni caso

¿Y esas «palomas» no sobrevolaron el juicio del 11M?

Sí, en el juicio del 11M hubo muchas "palomas". En esa época España estaba llena de «palomares». Todos los días tres o cuatro mensajes de un sitio o de otro. No les hacía ni caso. Por un oído me entraba y por otro me salía, pero sabía perfectamente lo que pretendían y lo que nos estábamos jugando y, en la mayoría de los casos, también de quién venía. El tribunal fue absolutamente insensible a esas insinuaciones.

Hace unos días Rafa Zouhier se quejaba de que fue condenado a sabiendas de su inocencia por las presiones recibidas. ¿Se ha preguntado alguna vez si algún condenado pudo ser absuelto?

No. Vamos a ver, es que creo que no tenían que ser absueltos. Los únicos, al margen de que nosotros tuviésemos nuestro criterio, los que el Tribunal Supremo absolvió. Rafa Zouhier es un personaje muy peculiar. Desde luego no puede negar que fue un colaborador en la posibilidad de que se produjeran los atentados, porque fue precisamente el vínculo de unión para obtener los explosivos. Estuvo en todas las reuniones y a uno de los miembros del grupo terrorista le explosiona un detonador y le lleva al hospital. Eso de que es inocente...

Se le recordará siempre como el juez del 11M. ¿Lo lleva bien?

Sí, bueno ahora en estas fechas muy cansado. Lo llevo como un motivo de orgullo. Profesionalmente fue un reto muy bonito y humanamente no tiene comparación con ningún otro. Estoy agradecido a la oportunidad que me dio la vida y mi país de poder celebrar este juicio.