Memoria Histórica
Franco, «borrado» de la Academia General Militar de Zaragoza
Desaparece su nombre como director de la institución en el tapiz que pudo verse el día de la jura de bandera de la Princesa Leonor
La dama cadete Leonor de Borbón Ortiz, Princesa de Asturias, desfiló el pasado martes en la Academia General Militar (AGM) de Zaragoza, donde está cursando su primer año de formación militar. Pero, a diferencia del día de su jura de bandera, el 7 de octubre, hubo un cambio significativo en el mismo escenario: ya no existía rastro del nombre de Francisco Franco en uno de los tapices que adornaron la parada, delante del monolito a los que dieron su vida por España.
Este 20 de febrero se celebraba el aniversario de la fundación de la institución castrense, que data de 1882, y ha formado a más de 29.000 oficiales del Ejército de Tierra, Guardia Civil y Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas en sus tres épocas de actividad. Cada uno de estos periodos estuvo a cargo de tres responsables: José Galbis en 1882, el propio Franco entre 1928 y 1931, y Francisco Hidalgo de Cisneros, que asumió la tarea desde 1940. Pero una «damnatio memoriae» llevada a cabo contra Franco le ha costado el borrado de la historia en la Academia a los tres a la vez. El motivo es un doble señalamiento, tras una denuncia de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) y una pregunta parlamentaria acerca del pendón repostero que se vio el día en que la dama cadete Leonor hizo los honores a la enseña nacional. Algo que, por otra parte, era costumbre en el complejo castrense, al considerarlo como parte de la institución y, por lo tanto, como tal se utilizaba hasta el momento, al haber sido Francisco Franco director de la segunda etapa de su apertura. Consideraban «inevitable» mostrarlo al aludir a un periodo anterior a la Guerra Civil y la posterior dictadura, etapas que marca de forma específica la Ley de Memoria Democrática.
Hasta hace solo unos días, en los tapices se podía leer: «1ª Época. 20 Febrero 1882. General Galbis», «2ª Época. 20 Febrero 1927. General Franco», y «3ª Época. 20 Septiembre 1940. General Hidalgo de Cisneros», referencias ahora reducidas a los periodos y fechas y en las que han desaparecido los nombres de los militares.
Este desenlace tiene su origen en la citada denuncia de la ARMH, que registró una petición ante la Administración General del Estado en la que solicitaba a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática que sancionase «a los responsables de la Academia Militar de Zaragoza y al jefe de protocolo de la Casa Real por haber propuesto o consentido la exhibición de un tapiz que reconoce al golpista y dictador Francisco Franco». Pero, además, dos diputados de Izquierda Unida integrados en el Grupo Plurinacional Sumar preguntaron sobre el asunto al Ministerio de Defensa, deplorando que «algunos se empeñan en perpetuar la memoria de este genocida». Querían saber si se había abierto algún expediente informativo para depurar la responsabilidad del director de la academia o del jefe de protocolo de la Casa del Rey, por permitir la «violación» de la normativa vigente. La cartera de Margarita Robles ofreció una escueta respuesta en la que aseguraba que «desarrolla las actuaciones necesarias para cumplir de manera efectiva con la legalidad vigente en materia de memoria democrática, dentro del ámbito de competencias propias del mismo», sin aludir de forma directa al objeto de la polémica, aunque los efectos prácticos están a la vista.
En noviembre de 2022, Defensa creó un Comité de Seguimiento para el «estudio, la coordinación y la planificación de las actuaciones que se deriven» de la aplicación de la Ley de Memoria. Ha eliminado símbolos y modificado nombres de acuartelamientos y unidades. E inició «de oficio» la retirada al «Caudillo» de la Cruz Laureada de San Fernando, además de cambiar la denominación de la Bandera Comandante Franco de la Legión.
Una decisión «surrealista y ridícula»
Para el presidente ejecutivo de la Fundación Franco, Juan Chicharro, «se trata de una inaudita e inexplicable medida», porque considera que «la inquina contra la persona de quien fuera director de la AGM ,y que por lo tanto forma parte ineludible de su historia, salpica ahora a otros directores que lo fueron también». «¿Salomónica decisión? En absoluto», afirma, «surrealista y ridícula. La historia, más tarde o más temprano, colocará en su sitio a quienes han optado por este proceder. Y, desde luego, no saldrán bien librados, eso seguro».
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