PP
Casado une al «PP verdadero» en el centro para frenar a Vox
Mantendrá las «posiciones de siempre» con guiños a la derecha en temas como la familia.
Mantendrá las «posiciones de siempre» con guiños a la derecha en temas como la familia.
El PP salió ayer de la Convención Nacional unido alrededor de Pablo Casado para afrontar el futuro electoral del partido. Si se pregunta a cargos autonómicos y municipales, a parlamentarios o dirigentes nacionales sobre el pasado, la división es más que evidente sobre si quieren más a «mamá» o a «papá», sobre si están más cerca de José María Aznar o de Mariano Rajoy. Pero ante el futuro no hay dudas y si el debate está en la estrategia, Casado ha buscado recolocarse en las «posiciones de siempre» del partido, con algún guiño más a la derecha en vida, familia, aborto, pero muy tímido, y en ningún caso con el grosor necesario para que chirríe a los «barones» más moderados, como el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, o el hombre de moda, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno. le hicieron hueco en la clausura para rentabilizar a nivel nacional el «cambio» andaluz.
Casado ha evitado generarse líos internos y ha optado por el equilibrio en sus gestos y en su discurso. El PP ha escenificado un desmarque de Vox, pero «con sentido común», según un veterano dirigente nacional. Ese «sentido común» implica que en los temas potentes para Vox, como Cataluña o inmigración, el mensaje ha corrido en paralelo a los planteamientos más contundentes que han figurado en los programas electorales del PP, y Casado les ha puesto voz con un tono y unas maneras que han recordado al Aznar que, como presidente del Gobierno, levantaba en los mítines a su «clá» con la fuerza de su oratoria y del liderazgo que le infiltró llegar a La Moncloa.
La Convención se presentó como el punto de inflexión del «rearme ideológico», pero no salen nuevas propuestas, ni el detalle de la Ley de Concordia, que se espera registren en el Congreso en las próximas semanas. Ha sido un acto de apertura del partido a voces ajenas y de reafirmación en sus principios doctrinales, para recuperar unas «esencias» que quedaron a un lado en la acción de gobierno de Rajoy. Un discurso durísimo de oposición en relación a Cataluña, donde el PP promete un «155 continuo y permanente». Y potente en materia de inmigración, la principal preocupación para sus votantes según el sondeo de NC Report que publicó ayer este periódico. Sí a la inmigración legal, no a la ilegal y a la que no se integra en nuestros valores. Pero dentro de los límites en los que se ha movido el PP.
Casado no tuvo ayer la foto conjunta de Aznar y Rajoy. Génova fue consciente de que era imposible por la mala relación entre los dos y la negativa ante la propuesta de un debate «mano a mano». Pero la ruptura entre los ex presidentes se ha convertido en un problema más de ellos que del nuevo PP. En clave de partido a la nueva dirección le ha venido bien que por la Convención hayan pasado unos y otros. Con diferencias evidentes, claro está, Aznar en su espacio natural, Rajoy visiblemente incómodo. Pero esto es anecdótico, ya que les suma más las fotos de posado de unos, y de perfil de otros, en el recinto madrileño. El PP ha comprobado que Rajoy está de retirada discreta, pero que por ahí va el futuro. Y que Génova cree que acercarse a Aznar es rentable para recuperar votos de Cs y Vox. «Acercamiento, que no regreso. Una vez te marchas no hay regreso posible», según la precisión de un alto cargo en tiempos de Aznar yde Rajoy. La Convención certifica que el «marianismo» ya no tiene peso y que el «aznarismo» se siente cómodo y dispuesto a ayudar en esta etapa en la que las circunstancias le convierten en un valor en alza, según el análisis estratégico con el que se mueve el PP. Más allá de las evidentes mayores afinidades personales de Casado hacia Aznar. No obstante, es en su equipo de dirección desde donde precisan que Aznar tiene que estar, pero «sin tutelas que distorsionen el liderazgo de Casado». Ahí está un reto de futuro. Que se hayan dejado ver, sin estar, María Dolores de Cospedal o Soraya Sáenz de Santamaría tampoco representa nada para el nuevo PP, porque «es el pasado y no el futuro».
Otro reto es conseguir que la estrategia definida para que el PP sea «la casa común de la derecha» sea acertada. Casado sale con el partido detrás de él, pero «el camino no ha hecho más que empezar». Tendrá que concretar día a día ese equilibrio que simboliza el gesto de reivindicar al PP como el más comprometido con la violencia de género, y garantizar que mantendrá ese compromiso, al tiempo que confirma que tomará las medidas necesarias para mejorar la protección en violencia doméstica de niños o personas mayores. No citó expresamente al «hombre».