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Análisis

El arte de dimitir con elegancia en Portugal o Escocia frente a hacerlo mal y en diferido

Sánchez podría anunciar hoy que renuncia tras un parón de cinco días para «reflexionar», inédito en otros países

Antonio Costa, ¿el espejo de Sánchez? Diferencias entre los anuncios del portugués y Sánchez EFE

Una carta inesperada, escrita desde la intimidad del corazón, pero con la firme intención de señalar a culpables y exculpar a inocentes. Sin remitente para contestar. Usando, primero las redes sociales para su difusión y, después, los medios de comunicación para trasladar un mensaje sin oportunidad de preguntar. Una decisión insólita en una tarde primaveral de abril, que pone en vilo la gobernabilidad de un país –que sale de un proceso electoral e inicia inmediatamente otro en medio de la negociación de una ley de amnistía sin consenso– y sitúa a la figura del presidente en el centro del debate público durante cuatro días.

«Dimisión» es una palabra que genera urticaria a nuestros políticos. Sólo se dimite si no queda más remedio. Desde 1977, más de una veintena de ministros –Miguel Boyer fue el primero en 1984– han dejado su cargo. Sin embargo, solo un presidente –Adolfo Suárez en 1981– se atrevió a marcharse. Hoy, el presidente Pedro Sánchez desvelará su futuro. Informará a la ciudadanía de si se queda o si se va. En caso de irse, no será el primero, aunque, sin duda, sus formas se estudiarán en los manuales de comunicación política porque en consonancia con su trayectoria, ha generado expectación y controlado el relato. Sea cuál sea su decisión, la fortaleza de su liderazgo está en entredicho .

El pasado martes al atardecer, al conocerse el tuit de Sánchez, rápidamente se comparó su gesto con el que tan solo unos meses antes protagonizó el portugués Antonio Costa. Las similitudes son evidentes pero todavía más la diferencias. Ambos líderes políticos llevan años liderando la socialdemocracia europea y también protagonizando el renacer económico de los países del sur de Europa, tan vapuleados durante la crisis de 2009. Su sintonía parecía total. Sin embargo, a día de hoy, ambos también comparten el limbo en el que se encuentran sus trayectorias. Costa decidió abandonar su cargo después de que un fiscal acusara a su jefe de gabinete de corrupción. Tras su dimisión, el país acudió de nuevo a las urnas y la izquierda perdió los comicios. En el caso de Sánchez el foco se centra en su esposa, Begoña Gómez. «En cuanto se vio señalado, Costa dio un paso atrás y se nombró un gabinete interino hasta que se celebraron elecciones», recuerda Pedro Marfil, miembro de la Asociación de Comunicación Política (ACOP). En un cambio de guion, el presidente decidió parar. «Sánchez, sin embargo, es el presidente del todo por el todo, que recurre a la narrativa del Ave Fénix y a su capacidad de reinventarse».

En Escocia o Nueva Zelanda también sus presidentas, en este caso, presentaron su renuncia, alegando cansancio o falta de motivación para continuar en el cargo. Ahora bien, lo hicieron de manera clara y no por diferido tras, con toda probabilidad, sopesar la decisión. Jacinda Ardern, la primera ministra de la historia de Nueva Zelanda, se enfrentó a la gestión del covid, la inflación y amenazas hasta que en enero de 2023, de manera inesperada, anuncio su dimisión. «No lo dejo porque sea duro, lo dejo porque no tengo suficiente energía para hacerle justicia», alegó antes de marcharse con dignidad y sin hacer ruido. Por su parte, Nicola Sturgeon fue víctima de la decisión del Tribunal Supremo británico de rechazar la convocatoria de un nuevo referendo de independencia en 2023, pero también del escándalo que acorraló a su marido por un presunto delito de financiación irregular de su partido. «Los políticos van y vienen, pero el interés Escocia está por encima de eso», declaró en su despedida.

Los expertos en comunicación política consultados por LA RAZÓN están desorientados. No entienden este movimiento ni el objetivo que persigue más allá de imponer un estilo «trumpista». Así lo cree un veterano analista que insiste en que la estrategia de Sánchez «no se parece ni a Escocia, ni a Portugal ni a Nueva Zelanda, ni a nada. Esto es el estilo de Donald Trump», sentencia. «Es un trumpismo de cuello blanco. En el caso del norteamericano, los medios son comunistas y los jueces también y aquí los jueces son de extrema derecha y los jueces también». Ante la disyuntiva entre una retirada o un órdago, señala que si se queda «es una amenaza nada velada a jueces y a periodistas, mientras que si se queda, es la imposición de un relato: me echaron los oscuros poderes, no la gente».

Por su parte, Javier Martín Merchán, politólogo y profesor de la Universidad Pontificia Comillas, se detiene en la figura y personalidad de Sánchez. «En muchos momentos ha sido impredecible y esto es una nueva prueba», recuerda. «Para bien o para mal ha sido muy temerario en sus decisiones», puntualiza. Con un PSOE, hoy, volcado con él pero con voces discordantes con sus pactos en el País Vasco , Sánchez desvelará hoy su carta tras cuatro días de fábula y ficción en torno a su persona.