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Desfile

Sánchez hace esperar a los Reyes en su intento por esconderse de los abucheos

La comitiva real tuvo que detenerse ya que el presidente no estaba para recibirles. El jefe del Ejecutivo ha sido increpado durante todo el desfile

No es ninguna novedad que en actos como el desfile del Día de la Fiesta Nacional los ciudadanos aprovechan para mostrar su descontento con el presidente del Gobierno. Y este año no ha sido una excepción y Pedro Sánchez ha sido el blanco, una vez más, de las críticas de los ciudadanos. Abucheos, silbidos e insultos desde incluso antes de que llegara a la plaza de Lima, en la que ha hecho acto de presencia con la misma “técnica” que el pasado año: apareciendo justo cuando el coche que transportaba a los Reyes enfilaba el Paseo de la Castellana para que los gritos contra él quedaran tapados por los aplausos y vivas a Don Felipe y Doña Letizia. Pero Sánchez ha apurado tanto que la comitiva real ha tenido que detenerse a escasos metros porque aún no estaba en su lugar para recibirles.

De hecho, tampoco han anunciado en esta ocasión su llegada por megafonía, aunque a los ciudadanos les ha dado lo mismo, pues ya sabían que estaba allí o cerca. Y esos abucheos han sido una constante durante toda la parada militar. Salvo, eso sí, durante el homenaje a los caídos, cuando han respetado el silencio. “¡Sánchez dimisión! o “¡Fuera, fuera!” han sido los gritos más coreados -además de insultos- que ha tenido que aguantar el presidente del Gobierno hasta el último segundo del acto. Y eso que este año el público estaba mucho más alejado que en otras ocasiones, creando así alrededor de las autoridades una especie de burbuja, la cual no ha surtido el efecto deseado.

Es la parte más “tradicional” de un desfile que este año ha recuperado las cifras departicipantes de las ediciones anteriores a la pandemia, pues en las dos últimas ediciones quedó reducido (primero, con un acto simbólico en el Palacio Real y después, con la mitad de participantes). Hoy han sido más de 4.000 uniformados, 150 vehículos y 84 aeronaves las que han tomado el madrileño Paseo de la Castellana ante la atenta mirada de miles de ciudadanos que, aprovechando el día soleado, se han acercado a las inmediaciones.

Ha sido a las 10:30 horas cuando han comenzado a llegar las primeras autoridades a la plaza de Lima, entre ellas la ministra de Defensa, Margarita Robles; el jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), almirante general Teodoro López Calderón; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida.

Sánchez se salta el protocolo

El último en llegar ha sido, como se ha dicho, Pedro Sánchez, cuyo coche ha aparecido en la plaza cuando ya estaba allí esperando el Rolls Royce de los Reyes. En ese momento, los vivas y aplausos a los reyes se han traducido en abucheos, aunque en este punto han ganado los vítores a los silbidos.

Una pequeña tregua que ha durado prácticamente hasta que ha terminado de sonar el himno de España por primera vez. Tras ello, Felipe VI, capitán general de las Fuerzas Armadas y vestido con uniforme de la Armada, ha pasado revista al batallón de honores y ha procedido a saludar a las autoridades presentes, entre ellas los presidentes autonómicos (salvo los de Cataluña y País Vasco) o los ministros. Al que no ha podido saludar en esta ocasión es al ya expresidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, quien dimitió el lunes. De fondo, más silbidos, insultos y gritos de “dimisión” contra Sánchez.

Momento en el que un paracaidista de la PAPEA aterriza con la banderaAlberto R. RoldánLa Razón

A partir de ahí ha arrancado el desfile como tal. Primero, con el lanzamiento de un miembro de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA), quien ha saltado desde un avión a 1.500 metros de altura portando la bandera de España. En la mente de todos, algo habitual en esta parte, el recuerdo del paracaidista que chocó contra una farola en 2019. En esta ocasión, todo ha transcurrido con normalidad, aunque durante el descenso se le ha enrollado la enseña en el cuerpo, una “incidencia técnica” que ha logrado “resolver con serenidad, aplomo y gran capacidad resolutiva”, tal y como ha publicado la PAPEA en Twitter.

Homenaje a los caídos

Pero esta vez todo ha ido según lo previsto y ha aterrizado ante el palco para, acto seguido izar la enseña para llevar a cabo el homenaje a los que dieron su vida por España. Ha sido el único momento en el que los asistentes han dejado de gritar y el silencio se ha hecho en la zona. El Rey ha depositado una corona de laurel y ha cantado, junto al resto de uniformados “La muerte no es el final”, lo que ha dado paso al toque de oración.

En ese momento, los cañones instalados en la Plaza de Joan Miró han disparado y el estruendo ha dado paso al rugir de los motores de los aviones de la “Patrulla Águila”, que han pintado la bandera en el cielo madrileño.

Efectivos de la BRIPAC, durante el desfileAlberto R. RoldánLa Razón

Tras ellos han comenzado a pasar a lo largo de la Castellana las 84 aeronaves de los dos ejércitos, la Armada, la Policía y la Guardia Civil, entre las que han destacado los cazas Eurofighter, F-18 o F-5 y los helicópteros de ataque “Tigre” y los “Chinook”. Además, se ha estrenado en la capital (ya lo hizo en mayo el Día de las Fuerzas Armadas en Huesca) el nuevo avión entrenador del Ejército del Aire, el “Pilatus PC-21″.

Blindados

Una nueva pasada de la “Patrulla Águila” ha cerrado la parte aérea para dar paso a los 150 vehículos en el asfalto. Blindados como los “Leopard”, los “Centauro”, los “Pizarro” o los RG-31 han desfilado por la Castellana junto a otros medios, como obuses autopropulsados.

Una de las unidades motorizadas pasa ante la tribuna realAlberto R. RoldánLa Razón

Y justo después han comenzado a pasar las unidades a pie, entre las que, como es habitual, las más aplaudidas han sido la Unidad Militar de Emergencias (UME), la Legión y los Regulares. Estas dos últimas, con sus características cadencias de paso han sido las que han cerrado esta parte, con la que se ha dado por concluida la parada militar.

De nuevo, más abucheos y silbidos contra el presidente del Gobierno cuando se despedía de los Reyes y las autoridades. Únicamente cesaban -otra vez como al principio- cuando pasaba ante los ciudadanos el coche con Don Felipe y Doña Letizia, momento en el que los asistentes aprovechaban para vitorearles.