Fiesta Nacional
Los más de 2.500 militares que participarán en el desfile del Día de la Fiesta Nacional del martes ya están desplegados en Madrid o en Toledo y todo está listo a falta de los últimos ensayos. Se pone así fin a tres meses de duro trabajo para organizar un acto de poco más de una hora que este año vuelve a la calle recuperando cierta normalidad, después de que en 2020 quedase reducido a una sencilla celebración en el Palacio Real. Todo está planificado al detalle, desde los tiempos perfectamente cronometrados hasta cualquier incidencia que pueda surgir, como que un vehículo se estropee en el madrileño Paseo de la Castellana. Incluso se han celebrado reuniones en el Santiago Bernabéu, a pie de campo, para que las obras del estadio del Real Madrid y el ruido que generan no afecten al acto central del 12-O, día en el que militares, guardias civiles y policías volverán a pisar asfalto ante los ciudadanos. Los organizadores cuentan a LA RAZÓN cómo se ha planificado un desfile que este año lleva como lema «Servicio y compromiso», el mismo que han demostrado los uniformados en la pandemia, en «Filomena», en los incendios, en la evacuación de Afganistán, en el volcán de La Palma...
Todo arrancó en julio, cuando se celebró una primera reunión de toma de contacto entre el Estado Mayor de la Defensa (EMAD) y los diferentes Ejércitos. Sobre la mesa, dos opciones a la espera de la evolución de la pandemia: repetir el formato reducido del pasado año o volver al Paseo de la Castellana, como en 2019. Durante este tiempo han valorado ambas, aunque la evolución de la pandemia permitió que se centrarán más en la tradicional.
Ese primer encuentro sirvió para plantear las necesidades, plasmadas en una directiva del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), almirante general Teodoro Esteban López Calderón, en la que se plantea, entre otros, una secuencia de actos y el nombramiento de los responsables de la organización. Al frente, el General de División Enrique Millán, jefe de la Dirección de Acuartelamiento del Ejército de Tierra (DIACU), como «autoridad de coordinación». También se nombra a los responsables de los diferentes escalones del desfile: el jefe del Mando Aéreo de Combate, al frente de la parte aérea; la Armada, a cargo del izado y arriado, y la Guardia Real, de los honores y el homenaje a los caídos.
Un mes después, el 7 de agosto, se publicó la «orden preparatoria número 1», un documento de unas 80 páginas en el que se empiezan a perfilar más aspectos. En ella, la DIACU confirmó, por ejemplo, que serán cuatro las agrupaciones que desfilarán y cada Ejército decide qué unidades participarán. En el caso de la parte aérea, se esboza una primera cifra de aeronaves.
Menos efectivos
En esta ocasión, el número de efectivos se ha reducido respecto a 2019 y pasa de 4.200 a 2.542, sacando del desfile a los alumnos de las academias o a las unidades a caballo, tal y como explica el general Millán. Y, de ellos, unos 1.200 proceden de unidades de fuera de Madrid. En el caso de los vehículos y aeronaves, las cifras son bastante similares: unos 100 y 69, respectivamente. Eso sí, este año no habrá vehículos de cadenas.
Todos estos detalles se fueron limando en agosto y se pusieron en común en varias reuniones en septiembre, tanto entre los ejércitos como entre el JEMAD y el Rey, quien planteó alguna sugerencia sobre las banderas y estandartes.
También se valoró, por ejemplo, que hubiese algún tipo de representación del personal sanitario (en 2020 participaron), aunque finalmente se descartó. O que volase un avión de alerta temprana (AWACS) de la OTAN por los 40 años de la incorporación de España que se cumplen en 2022. Y hasta el último minuto intentaron sin éxito que desfilase uno de los prototipos del futuro blindado del Ejército: el 8x8 «Dragón».
El ruido y las grúas del Bernabéu
Pero la organización del desfile va más allá de cifras y requiere tener en cuenta otros detalles. Y uno está escasos 100 metros de donde se situará el palco Real: el estadio Santiago Bernabéu, donde trabajan 24 horas al día unas 500 personas. Así que a finales de septiembre se celebró una reunión «a pie de césped» con los responsables del club y la obra. Estuvieron los organizadores del desfile, personal del Ministerio, de la Guardia Real y de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA), la encargada de saltar de un avión con la bandera.
Y aunque no dejarán de trabajar en ningún momento pese a estar junto a la zona de seguridad, accedieron a varias cosas: que los camiones entren por la parte trasera o que de 11:00 a 11:30 «intenten no hacer mucho ruido», porque es cuando sonará el himno o se hará el silencio en el homenaje a los caídos. Además, los miembros de la PAPEA pidieron que las grúas estuviesen colocadas «hacia dentro» para evitar incidentes durante su descenso. «Lo entendieron sin problemas», explican.
En todo este tiempo, las unidades participantes se han preparado en sus respectivos cuarteles, ensayando incluso posibles incidentes, como que uno de los vehículos se rompa durante el desfile, algo para lo que están preparados con dos puestos de recuperación a lo largo del recorrido. O un fallo de la megafonía, la cual lleva dos semanas montando el Regimiento de Transmisiones nº22. Ensayos hasta con cronómetro para calcular, por ejemplo, que la Guardia Real tiene 8 minutos desde que rinde honores y realiza el homenaje a los caídos hasta que ocupa su puesto para desfilar.
Fue el 24 de septiembre cuando la ministra de Defensa, Margarita Robles, dio el visto bueno al desfile en la calle y al plan que se estaba diseñando. El general Millán recibió un mensaje: «Adelante». Al mismo tiempo, se cerraban otros datos, como el número de invitados, que pasan de 1.300 a poco más de un centenar en las dos únicas gradas que se instalarán.
Y el pasado miércoles tuvo lugar la última reunión entre el general Millán y el JEMAD, en la que se cerró toda la fase de planeamiento y se ultimaron pequeños detalles. Todo, para centrarse en el traslado de los participantes a Madrid o sus alrededores y en los últimos ensayos. Ayer llegaron a la Academia de Infantería de Toledo los legionarios y los regulares desde Ceuta y Melilla, mientras que hoy ha ido llegando el resto, que se aloja en acuartelamientos de Madrid, como la base «Príncipe» de la Brigada Paracaidista. En estos cuarteles seguirán ensayando individualmente, aunque las unidades aéreas ya empezaron la pasada semana con los primeros vuelos.
El lunes será el ensayo final y general en dos escenarios: los vehículos lo harán en la base de Torrejón y la parte a pie será en la citada base «Príncipe» de Paracuellos.
El martes, el «Día D», todos deberán estar posicionados y formados a las 9:30 horas, una hora antes de que los Reyes lleguen a la plaza de Lima. Y para controlar todo, junto a la tribuna real se levanta un puesto de mando y a lo largo del recorrido habrá controladores por si hay que ordenar a una unidad que acelere o reduzca el paso o para avisar de cualquier problema.
El 12-O los militares vuelven a la calle para recibir el calor ciudadano, que se han ganado en todos los frentes en los que han sido –y son– claves, sobre todo desde el pasado 15 de marzo de 2020, cuando se desplegaron para hacer frente a un enemigo desconocido e invisible, un virus que paralizó a todo un país.