Marruecos

Sánchez se reúne con Mohamed VI: «Es el inicio»

El presidente del Gobierno confía en que se den «novedades muy positivas en los próximos días»

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (2-i), y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares (i), se han reunido con el rey Mohamed VI de Marruecos (c)
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (2-i), y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares (i), se han reunido con el rey Mohamed VI de Marruecos (c)MARISCALAgencia EFE

Un viaje relámpago a Rabat para restablecer las relaciones entre España y Marruecos. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, apenas permanecerá 16 horas en el país vecino, pero se antoja un tiempo más que suficiente para dar el pistoletazo de salida a una nueva etapa entre ambos. «Hoy es el inicio», señaló Pedro Sánchez sobre la reunión con Mohamed VI. El presidente llegó al Palacio Real al filo de las 18:00 (hora local) junto al ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, para el encuentro. Se saludaron con un apretón de manos, hablaron durante unos minutos en español y Sánchez le transmitió un mensaje de Felipe VI. Finalizada la reunión, se trasladaron a la cena que ofreció el rey alauí, el iftar, con la que se rompe el ayuno que se mantiene durante todo el día en el Ramadán. Un gesto de suma importancia, que simboliza una «amistad muy fuerte», y que demuestra el compromiso de Rabat en la reanudación plena de las relaciones diplomáticas.

El objetivo de la cita era poner en marcha la hoja de ruta que consolida la nueva relación, «una hoja de ruta ambiciosa, a la altura de dos países vecinos y socios estratégicos», destacan desde el Gobierno español. Así lo señaló el propio presidente del Gobierno, en una conversación informal con periodistas, en la que anticipó que «lo de hoy es muy importante y desencadenará novedades importantes en los próximos días». Se da por hecho que estas se materializarán con la reanudación de las conexiones marítimas entre España y Marruecos, así como con el restablecimiento de la Operación Paso del Estrecho (OPE), que en los dos últimos años ha estado interrumpida y obligaba a los marroquíes residentes en el extranjero a realizar el viaje de vacaciones a su país (y el de regreso) a través de Francia e Italia. Asimismo, que se estudie la reapertura de las fronteras de Ceuta y Melilla, asunto que está pendiente de la evolución de la Covid-19 y se fije fecha para la Reunión de Alto Nivel (RAN) pendiente desde hace dos años.

Ambos países rubricaron un comunicado en el que se reitera la voluntad de “abrir una nueva etapa entre los dos países” fundada “sobre el respeto mutuo, la confianza recíproca, la concertación permanente y la cooperación franca y leal”. Unos términos en los que no se incluye una alusión explícita respeto a la integridad territorial de España, sobre Ceuta y Melilla, que sí aparecían en la carta remitida por Sánchez a Mohamed VI el 14 de marzo. Entonces se hacía referencia a “la abstención de toda acción unilateral” y “el objetivo de garantizar la integridad territorial de los dos países”.

Las relaciones entre España y Marruecos comenzaron a enrarecerse cuando Sánchez llegó a la Moncloa y rompió la tradición de realizar el primer viaje oficial como presidente a Rabat. Ya en su segunda etapa al frente del Gobierno, esta vez de coalición, los posicionamientos de Podemos en apoyo a un referéndum de autodeterminación para el Sáhara complicaron las relaciones. Días después de un mensaje en Twitter del entonces vicepresidente Pablo Iglesias en este sentido se canceló la Reunión de Alto Nivel España-Marruecos agendada para diciembre de 2020. Las cosas se torcieron para España con el reconocimiento por parte de la Administración Trump de la marroquinidad del territorio saharaui y llegaron casi a un punto de no retorno con la entrada irregular y hospitalización en Logroño del líder del Frente Polisario Brahim Ghali. La crisis migratoria de Ceuta y la retirada de la embajadora marroquí en Madrid el pasado mes de mayo escenificaron la ruptura total.

Ahora, tras el giro del Gobierno sobre la autonomía del Sáhara, se ha cambiado el paso. Un paso que Sánchez cree que «es bueno para España», porque «había que normalizar las relaciones» con Marruecos. «Es la mejor posición», asegura Sánchez sobre su alineamiento con las tesis de Rabat como la «base más sólida y realista» para solucionar el conflicto. El Gobierno defiende que se van sucediendo los acontecimientos, como que haya un enviado especial para Naciones Unidas, y que se irán «concretando» más movimientos en el futuro. En este sentido, se recuerda que Alemania, Francia y EE UU han dado pasos en el mismo sentido que España.

Otra de las cuestiones pendientes de concretar es la integridad territorial de España, en lo relativo a las aspiraciones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla. En Moncloa dan importancia a esta cuestión, que según señalan fue uno de los detonantes del cambio de rumbo en el Sáhara, pero no está previsto que figure por escrito, porque aseguran que «no está en discusión». «La integridad territorial no se negocia, se reafirma», dice Sánchez. Tampoco hay autocrítica en la relación con Argelia y las consecuencias que pueda tener el giro en el Sáhara. En el Gobierno aseguran que no corre peligro su alianza con uno de sus principales proveedores de gas, «la colaboración sigue igual», y no está prevista una visita próxima al país por parte del presidente.

Minimiza las críticas

Argelia no fue el único actor que mostró su disconformidad por la unilateralidad del Gobierno en su cambio de postura respecto a la relación con Marruecos. Sánchez viajó ayer a Rabat sin el respaldo del Congreso de los Diputados ni de los socios de la coalición, que horas antes de su trascendente reunión con Mohamed VI vetaron en sede parlamentaria la hoja de ruta del Gobierno para el Sáhara. De hecho, los aliados dentro y fuera del Ejecutivo, Unidas Podemos, ERC y Bildu comparecieron junto al Frente Polisario. Una foto que contrasta con la de Sánchez y Mohamed VI y que busca debilitar su posición negociadora. No lo ven así en el Ejecutivo, que no consideran que esta división interna en la coalición suponga un problema para Marruecos, porque al rey alauí lo «que le importa son los pronunciamientos del presidente del Gobierno».

Sánchez defendió que el PSOE no podía votar la iniciativa que habían promovido sus socios, porque, aunque la parte dispositiva estaba en la línea de las resoluciones de Naciones Unidas que también reflejaban la carta del Gobierno a Rabat, el grueso del texto estaba plagado de críticas a la gestión del Ejecutivo en su movimiento de desbloqueo de la crisis con Marruecos. Una crisis que, en el Gobierno dan por superada tras apenas 16 horas en Rabat.