Convención del PP
El “casadismo” se consagra con un baño de unidad
Los barones muestran su apoyo a Casado y su proyecto para conseguir La Moncloa. La dirección se sitúa en la centralidad: «El votante de Vox acabará viniendo por pragmatismo»
Detrás de la Convención Nacional del PP hay un esfuerzo enorme por parte de Génova para encumbrar al líder. Es un intento de consagración del «casadismo» sin disputas ni debates, y el líder llega hoy al cierre del cónclave con ese flanco cubierto. Nadie le ha descolocado la alfombra roja que desde hace meses le han estado organizando en la dirección nacional para silenciar a los que todavía discuten, sin atender a la realidad interna del partido, que es el único candidato posible a las próximas elecciones generales.
No hay palanca que le pueda descabalgar de ese puesto, pero, por si acaso, la Convención ha sido un ritual al servicio del «casadismo», y al que se han sometido todos los «barones», igual que lo hacían con el «marianismo» o el «aznarismo». Además, la «mano» de Génova que ha dirigido en la sombra los hilos de la Convención ha tenido hasta la precaución de esquinar a los ex presidentes del Gobierno de la pirotecnia final para evitar que Pablo Casado pudiera salir mal enfocado en la alfombra roja. A media tarde de ayer, la valoración de la marcha del cónclave que hacía uno de los presidentes autonómicos resumía su esencia con estas palabras: «La cosa va bien. Un poco de barullo. La puesta en escena de la paz entre Ayuso y Casado, y demasiado peloteo de todos al jefe, yo, el primero».
La Convención tampoco es el marco para la formulación programática o estratégica, aunque Casado utilice hoy su discurso de cierre para definir las líneas generales de su alternativa al Gobierno de coalición. El éxito está en que funcione la puesta en escena, y a partir del lunes los retos del PP seguirán siendo los mismos que antes de la «fiesta» valenciana. Los partidos se miden en su capacidad de exhibir unidad y de exhibir músculo orgánico, y en los dos aspectos Casado ha conseguido salir bien parado.
La Convención ha sido también otro espejo en el que se ha reflejado la potencia de la figura de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que funciona también como un imán interno y Génova no tiene ya manera de evitarlo. Hay que valorar que estos homenajes a la fraternidad reinante en la organización no tienen tanta fuerza, en todo caso, como para anular del todo los egos. Y bajo el clímax de la serpentina hubo quien movió los hilos para que de puertas afuera quedase claro que él, y no el otro o la otra, era quien más había triunfado ante el Plenario del cónclave.
Al margen de estas flaquezas del factor humano, Casado saldrá hoy de Valencia sin que nadie haya amagado siquiera con levantarle la voz. Y si la dirección nacional ha podido ordenar y someter a los barones a este ejercicio de unidad tiene que agradecerlo, en parte, a los resultados electorales de Ayuso en las autonómicas de mayo, porque aquello marcó un antes y un después en la fortaleza del liderazgo de Casado. De la misma manera que la debacle del PSOE repercutió también notablemente en el desgaste de la figura de Pedro Sánchez.
Casado tiene al partido detrás hasta las próximas elecciones generales, y nadie se saldrá del camino fijado por Génova porque la expectativa de una posible victoria lamina siempre la tentación de las voces disidentes para hacerse notar.
El líder popular cree que también tiene ya en sus manos el grueso de la bolsa de voto que apiló Albert Rivera en su etapa al frente de Ciudadanos (Cs). En la cúpula dicen que ese voto está asegurado, y que su tarea es ir a por la «bolsa» de Vox.
Casado se presentará hoy ante su partido como la única alternativa al Gobierno de Sánchez, apelará al centro, a un programa de reformas, liberal, en lo económico, y más conservador en materia social, en seguridad o en el discurso de España. Los barones han plegado velas, pero también escrutarán hoy las palabras del presidente nacional porque, aunque no haya habido debate programático, de la Convención sí esperan que salga un mensaje que actualice y confirme la alternativa que representa Casado. El líder se examina hoy de puertas adentro.
Fuera de Madrid, el pacto con Vox no está todavía normalizado, a pesar de que cada día sea más evidente que es la única puerta para llegar a La Moncloa. Y en ese equilibrio entre las necesidades externas y las obligaciones internas tiene que situarse Casado. En la dirección del partido sostenían ayer que «los votantes de Vox se moverán si creen que votar al PP es lo más útil para echar a Sánchez: salvo los más radicales, la mayoría son votantes pragmáticos». Pero las encuestas no dicen eso, al contrario, lo que apuntan es que el «ejército» de Vox se mantiene prácticamente sin bajas.
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