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De Cs a PP

Albert Rivera y García Egea completarán el asalto final a Ciudadanos tras las elecciones de Madrid

El plan, encabezado por Hervías, pasa por hacerse con cargos locales y provinciales. Esperan que un descalabro en Madrid consume la desbandada en los naranjas

Pablo Casado en las Cortes de Castilla y León tras la moción de censura fallida. DAVID MUDARRADavid Mudarra

El PP salvó ayer la moción de censura del PSOE contra el Gobierno de PP y Ciudadanos (Cs) en Castilla y León por la fidelidad de la mayoría de los procuradores naranjas en las Cortes autonómicas. Nuevo intento de asalto socialista que decae en favor de los intereses de Génova, aunque el Gobierno que preside el popular Alfonso Fernández Mañueco pierde la mayoría absoluta y tendrá más dificultades para gestionar el día a día.

El poder autonómico del PP en Castilla León y en Murcia sigue dependiendo del apoyo de Cs, mientras que, al mismo tiempo, en Génova continúan trabajando en la operación de absorción de las siglas naranjas.

Este trabajo lo dirige personalmente el secretario general del partido, Teodoro García Egea, desde Madrid, y cuenta como «ayudante» con Fran Hervías, dirigente de Cs y que acaba de pasarse a las filas del PP. Hervías fue «mano derecha» de Albert Rivera como secretario de Organización del partido y, por tanto, conoce bien las estructuras municipales y provinciales de la formación que hoy dirige Inés Arrimadas. Tiene la agenda, controla hacia dónde se inclinan la mayoría de los cargos locales y provinciales y, además, tiene todavía capacidad de moverse en el entramado orgánico de Cs para tocar en las «teclas» más sensibles a la deserción o al cambio de siglas para «guardar la ropa» antes del naufragio y limitar los daños personales por el colapso general de Ciudadanos. En este derrumbe de Cs hay que tener en cuenta cómo cuajó su poder territorial, y cómo muchos de sus cargos se fueron uniendo al proyecto desde procedencias muy distintas y también con mucha mezcla ideológica.

La captación de Hervías, senador por Andalucía, permite a Génova acceder de primera mano a información con la que dirigir mejor ese proceso de OPA hostil para la dirección de la formación naranja. En la «diana» está el poder local y provincial de Cs. Y como teórico inspirador también hay que apuntar al nombre de Albert Rivera, aunque en las filas de Cs cuentan que no acabó en buenos términos con Hervías.

El objetivo de Génova es desplegar con fuerza el asalto al poder provincial y local después de las elecciones autonómicas de Madrid. Si Cs no entra en la Asamblea madrileña, es probable que se acelere el proceso de descomposición y que incluso pueda caer la cabeza de Arrimadas, o al menos esto es lo que esperan en Génova.

Y de ahí que ya haya contactos, reuniones y gestiones para estar preparados para el ataque a las estructurales territoriales del partido con el que comparten gobiernos autonómicos y ayuntamientos. La excepción es Cataluña, que es donde Cs está más fuerte.

El plan de Génova tiene su reverso, la oportunidad de los tiempos y la viabilidad de desarrollarlo sin contar con su poder autonómico. García Egea lleva la dirección del proceso desde Madrid, y en las estructuras orgánicas territoriales se quejan de que este «asalto» se ejecuta antes de tiempo, a dos años de que se celebren las elecciones autonómicas y municipales, y puede poner en riesgo gobiernos locales y autonómicos.

El choque está en marcha, y el tiempo dirá de qué lado se inclina la historia: en Génova la maquinaria seguirá acelerándose, aunque desde algunas baronías insistan en que «no es el momento de debilitar aún más al socio de gobierno». Al final, este debate es otra vía de escape del cada vez más intenso pulso que Génova mantiene con varios de sus barones, y que se ha visto reforzado por el proceso de renovación provincial y local impulsado por Madrid sin someterlo al beneplácito de los dirigentes autonómicos.

El plan de hacerse con el control del Ciudadanos por la base se cruza, así, con el otro proceso por el que Génova también está reforzando su control de las estructuras del partido desde las bases. Es el seguro de vida de Pablo Casado para blindarse al frente del PP, después de que en las elecciones catalanas le viera las orejas al lobo por la reacción interna de su partido al batacazo electoral.

Como reacción, su guardia pretoriana en Génova mantuvo la velocidad en los congresos provinciales y ha hecho valer incluso su autoridad en un duro enfrentamiento con la dirección del PP andaluz para imponer a su candidata en el Congreso del PP de Sevilla. Esta intervención, pilotada por García Egea, daña la relación con Pablo Casado de uno de los barones que han sido siempre leales, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno.

«Hay dos PP. Quienes desde la responsabilidad de gobierno luchan contra la pandemia y el PP de los Congresos en pandemia. El del apoyo a Mañueco y el PP que desestabiliza a Mañueco. Sin liderazgos ni economía no se ganan Gobiernos ni Congresos. Hervías no tiene en su móvil el contacto de los 11 millones que se necesitan para conseguir un Gobierno en mayoría», se escucha decir dentro del partido.

En cualquier caso, García Egea tiene el apoyo de Casado para avanzar en esta estrategia, y como defendió en una entrevista reciente en este periódico, en Génova consideran que tienen «toda la legitimidad y autoridad» para adoptar las decisiones que afectan al futuro del partido en su política de pactos y en la renovación interna de sus estructuras. Su eslogan es que el partido debe estar en las sedes y en las provincias no en las baronías.