Seguridad
La industria española de Defensa, un sector en peligro de extinción
Al menos cinco grandes empresas han pasado a manos extranjeras en los últimos años
La industria de defensa es uno de los grandes motores tecnológicos, de empleo y riqueza, pero sobre todo es un sector estratégico enormemente importante para un país. El control sobre la misma es esencial para no depender de terceros en algo tan importante como la defensa, pero en España ese control empieza a desaparecer. Navantia (astillero) e Indra (sistemista) son actualmente los dos únicos pilares con capital netamente español de un mundo, el de la defensa, donde no solo falta un auténtico líder industrial que tire del carro y dé caché al sector, sino donde, encima, las empresas van pasando poco a poco a manos extranjeras.
En los últimos cinco años, al menos cinco grandes representantes del sector han pasado a manos extranjeras. Expal es una de ellas. la antigua Explosivos Alaveses SA forma parte de Maxam, antigua Unión Española de Explosivos (UEE), que ya no es tan española, pues actualmente más del 70% de su accionariado está en manos de Rhone Capital a través de Prill Holdins (Luxemburgo). Munición de calibres medios y grandes, como la que usa el obús Siac del Ejército de Tierra, o tecnologías como el vehículo portamortero Eimos, candidato a entrar en programas de la Infantería de Marina o de Tierra, ya no están en manos españolas.
La munición de fabricación nacional no solo está comprometida por la compra de Maxam, la Fábrica de Municiones de Granada (FMG), especializada en grandes calibres (105 a 155), es ahora eslovaca y pertenece a la empresa MSM.
Otro caso, este del sector aeronáutico, es la vieja CESA. La Compañía Española de Sistemas Aeronáuticos es ahora Heroux Devtek Spain, la culpa la tienen 140 millones de euros pactados en 2018 para que los canadienses controlen, entre otras cosas, la producción de trenes de aterrizaje de los helicópteros Tigre, componentes del C295 o los sistemas de carga del A400M.
También en el ámbito aeronáutico, una de las ventas más sonadas fue la de ITP Aero, propiedad antes de Sener, a la británica Rolls Royce. En 2016 se anunció un acuerdo por 720 millones, en diciembre de 2017 se aprobó por el Consejo de Ministros y en 2018 comenzaron a hacerse los pagos. Hoy ITP, fabricante entre otras cosas de componentes para los motores del Eurofighter y del A400M, está de nuevo en venta, los británicos ya no la quieren y todo apunta que acabará en manos extranjeras después de que no fraguara el intento de venta a Indra.
360 millones de euros convirtieron en Inetum a la antigua Iecisa, una empresa informática de El Corte Inglés con participaciones tan sensibles en su haber como la del Santiago, un sistema de escuchas electrónicas repartido por toda la península para espiar las comunicaciones de buques, aviones o unidades de tierra en un alcance secreto pero que obviamente alcanza al menos a Marruecos y Argelia, y que actualmente está actualizando el sistema logístico del Ejército del Aire, el SL 2000, y modernizando el Covam (Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima) de la Armada española. Pues bien, Inetum es francesa, concretamente de GFI Informatique.
El origen del capital y la bandera de la empresa
La presencia de capital extranjero en la industria de Defensa no es algo nuevo y es una preocupación para toda Europa. Tanto es así que el tema ha llegado a las más altas instancias de la UE y lo que se ha decido al respecto es que no importa el origen del capital siempre que el Gobierno de la empresa afectada considere que dichas compañías cumplen con dos parámetros principales. Uno es que sigan fabricando en suelo nacional y el otro es que lo hagan con autonomía.
Sin entrar a analizar las empresas citadas antes, que aún deben demostrar dicha autonomía, un buen ejemplo de esto puede ser Santa Bárbara Sistemas. Las antiguas fábricas nacionales de armas fueron vendidas a la multinacional estadounidense General Dynamics pero han logrado mantener la independencia de sus actuaciones y su fabricación en suelo nacional, por lo que a todos los efectos es considerada por el Gobierno una empresa española. En estos casos, la pertenencia a un fondo extranjero no se considera un problema estratégico.
¿Por qué interesan las empresas españolas?
Lo que está claro es que la inversión extranjera en empresas nacionales estratégicas es una mala noticia para la independencia de un país, pero parece ser una buena noticia para su tejido industrial, por lo que implica de inyección económica a la compañía elegida. De hecho, el que fondos extranjeros miren con buenos ojos a España es, para muchos expertos, una muestra de que la calidad y la estructura de costes de determinadas industrias es un atractivo. En este caso destaca ahora mismo el interés en la cadena de suministros, como explicó el analista de defensa Enrique Navarro en un webinario de IDS Conect.
Pero ¿cuál es el motivo?, ¿solo la solvencia y calidad de dichas empresas? Lo cierto es que un punto muy a tener en cuenta es en que las proveedoras españolas afrontan actualmente una etapa de oportunidades con grandes programas en marcha como elVehículo de Combate sobre Ruedas (VCR) 8x8 Dragón, las fragatasF-110 o la modernización el caza de combate Eurofighter. La pregunta aquí es por qué esto es tan atractivo para los inversores extranjeros y tan poco para los nacionales o el propio Gobierno como garante de un sector tan estratégico.
✕
Accede a tu cuenta para comentar