Con ocasión de recibir el premio sobre la “Acción Histórica de España en América” de la RADE (Real Academia de Doctores de España), ya manifesté que en nuestra Historia hay un verdadero “genocidio histórico”. En el intento de borrar lo mejor de la historia de los cinco virreinatos españoles en el Nuevo Mundo: el primero, el de las Indias desde Santo Domingo, con el mismísimo Cristóbal Colón.

Para pasar después a los de Nueva España, Perú, Nueva Granada y Río de la Plata, en lo que fue un Imperio universal, desde el Pacífico (Fili-pinas, Islas Molucas, Marianas, Carolinas, Palau, etc.) a toda la Amé-rica; desde Alaska a Tierra del Fuego, que duró tres siglos en el continente, y cuatro en Filipinas, Cuba y Puerto Rico.

De la Nueva España, el desarrollo cultural entre 1521 y 1821, de los novohispanos, ha sido históricamente desbaratado por AMLO, ya de retirada, que propaló sofismas y tergiversaciones. De Sudamérica, al Norte, el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, en España, en la vi-sita a Madrid de su inauguración dejó el más triste recuerdo en temas de Hispanidad. Y Milei, en Argentina, entre sus fantasías oníricas y sus rotundidades, se ve como una luminaria que cae en el estrambote.

Por eso es muy de agradecer el libro del Prof. Alberto G. Ibáñez “El Sacro Imperio Romano Hispánico” que, según su subtítulo, es “Una mirada a nuestro pasado común para una nueva Hispanidad”. Con un prólogo de Marcelo Gullo Omodeo, autor, él mismo, de los valiosos libros “Madre Patria” y “Nada por lo que pedir perdón”.

Volvamos, pues a la Hispanidad en una visión moderna, dinámica y provechosa, para 600 millones de hispanohablantes. Destacando para empezar lo que fue la gran crisis económica y social que durante tanto tiempo sufrió la América antes española, tras su emancipación, por unos libertadores exclusivistas que redujeron lo que fue un imperio a una veintena de pequeñas repúblicas, tantas veces enfrentadas unas con otras.