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Ante el 23J

Salvar lo que quede del PSOE

No hay forma de levantar el ánimo de las estructuras socialistas y la credibilidad de Feijóo está por las nubes mientras que la de Sánchez es nula

Sánchez y Feijóo en una imagen de archivo de las reuniones que mantuvieron en La Moncloa

El ataúd está elegido. El funeral, diseñado. Solo falta el «cadáver» de Pedro Sánchez.La devastación del 28M dejó a la familia socialista marcada por la convicción de que las elecciones generales las ganaría Alberto Núñez Feijóo. Importa realmente poco que la guardia pretoriana de Sánchez pinte «la remontada» o trace paralelismos con las campañas de José LuisRodríguez Zapatero en 2008 o Felipe González en 1993, que ambos ganaron contra las encuestas. Los ejercicios internos de supervivencia parecen llamados a perderse en el berenjenal de las urnas. La derogación del «sanchismo» es un clamor.

Los cuadros del PSOE, particularmente los territoriales, han encarado la campaña pensando más en el día después que en la capacidad de su líder para seguir en La Moncloa. Gran parte de la organización está ya en el 24J. «Esto va de salvar lo que quede del partido», repiten a media voz algunos dirigentes. El excesivo voltaje que ha exhibido en las últimas semanas el aún presidente no ha logrado sacar de su apatía y su depresión a los candidatos de las municipales y autonómicas. «A pie de calle creí ser el favorito. Mi ejecutoria fue absolutamente transversal. Y ya veis, el antisanchismo me arrasó», se duele uno de ellos ante sus cercanos. Tal cual. Ante la pesada realidad, no hay forma humana de levantar el ánimo de las estructuras socialistas.

Difícilmente ilusionará Pedro Sánchez a la izquierda con ese «que viene la ultraderecha» que ya alentó sin éxito en otras convocatorias y que ha vuelto a recuperar ahora contra la hipótesis de un Gobierno de Alberto Núñez Feijóo con el apoyo de Santiago Abascal. Es complicado que calen tesis así viniendo de quien ha sacado adelante la legislatura apoyado en la izquierda radical, los independentistas y los herederos políticos de ETA. Sin embargo, el líder de los socialistas va elevando la alarma hasta el punto de alertar de un retroceso de 80 años. Trata de activar a un elector progresista que se quedó en casa el 28 de mayo y no acaba de comprarle la mercancía. Busca presentarse como valladar frente a un Feijóo a quien dibuja en manos de peligrosos extremistas.

El farol, claro, se lo apaga con facilidad el líder del PP, cuya consigna es no actuar condicionado por Vox. Uno de sus pilares, además, pasa precisamente por la centralidad, la moderación y el gobernar para todos. Feijóo está experimentado como para dejarse llevar por las envolventes de Sánchez. Frente a los hooligans del «sanchismo», el gallego sale ganando en el juego de las comparaciones, tras regalar sus votos al socialista Jaume Collboni en Barcelona o al dúo PNV-PSE en distintas instituciones del País Vasco y evidenciar la capacidad de entente del PP con CC en Canarias o con Miguel Ángel Revilla en Cantabria. Esos son los hechos de Núñez Feijóo. ¿Quién da más? Porque el recurso de Sánchez resulta ser el miedo. «Directo al hígado», defiende su equipo. Muy improbable que triunfe, pero se admiten apuestas.

«¿Sabe Pedro que hay más mundo que el suyo?», pregunta un ex alcalde socialista. La sospecha es recurrente. «Pedro es Pedro y, a estas alturas, nadie lo va a cambiar», en voz de otro cargo. Así pues, su última bala es el cara a cara de hoy y acude a Atresmedia con la pretensión de dejar KO a su rival. Llegar al duelo con Feijóo ha sido la prioridad de Sánchez. Ahí, asume su sanedrín, no puede fallar. Un objetivo marcado por los socialistas es que cale la idea de que existen razones de peso para seguir otra legislatura y que no habrá «paseo militar» de los populares el 23J. Que hay disputa con el PP. Que el PSOE aguanta mejor de lo previsto. Enfrente, Feijóo maneja contra Sánchez la trayectoria del presidente, cargada de incoherencias y cesiones y hasta de la soberbia con la que plantea todas sus posiciones. Aun así, Feijóo vuela sobre el debate como una oportunidad para mostrar su alternativa a la mayoría social. «Es el momento», destacan en Génova, como reza su lema de campaña. Un cambio sereno que permita un gobierno monocolor. Su reto, superar cómodamente los 150 escaños.

En política cuenta la credibilidad del candidato. Por supuesto. La de Feijóo está por las nubes. La de Sánchez es nula y además no entra en su cabeza el desgaste acumulado por la fallida gestión de la pandemia, los efectos en la ciudadanía de la crisis abierta por la guerra de Ucrania, sus pactos con independentistas y filoetarras, su liquidación de las instituciones… incluso su prepotencia como motor de las ganas de echarlo del español de a pie. ¿Qué puede decir Sánchez de una calle convertida para él en territorio comanche? El mensaje emitido desde el Palacio de La Moncloa ante cualquier contingencia es siempre el mismo y se resume en cuatro palabras: «El presidente está fuerte». Sin embargo, en el PSOE se atisban demasiadas maniobras antes de tiempo. Contra Sánchez. Las aguas bajan suficientemente revueltas en federaciones siempre referentes del socialismo como la Comunidad Valenciana o Andalucía. Las intrigas y desconfianzas van tomando cuerpo.