El Euroblog
Una Europa alemana
Cuando cayó el Muro de Berlín en 1989 y la reunificación de las dos Alemanias se convirtió en un hecho inevitable, Helmut Kohl trató de calmar los temores de sus vecinos europeos a una "gran Alemania"parafraseando al escritor Thomas Mann: "No quiero una Europa alemana, sino una Alemania europea". Este mantra ha guiado a Berlín desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio del proceso de construcción europea.
Sin embargo, veinte años después, las cosas ya no son las mismas. Los alemanes sienten que ya han pagado por los errores que cometieron sus abuelos al abrazar el nazismo y ocupar toda Europa. Ahora, sostienen, su poder económico como segundo exportador mundial es la principal garantía de la pervivencia del euro.
Por eso, Merkel quiere que los otros dieciséis socios de la eurozona funcionen a imagen y semejanza de Alemania y, por ejemplo, incorporen en sus constituciones el equilibrio presupuestario. "Si fracasa el euro, fracasa Europa", y "si fracasa Europa, fracasa Alemania", no se cansa de advertir la canciller alemana.
Lo cierto es que esta "Europa made in Germany"está creando suspicacias en muchos socios europeos que ven cómo Berlín, con la complicidad de París, impone, su "diktat"al resto. La ortodoxia presupuestaria y las reformas se han convertido en el nuevo mantra de la República Federal, que abomina de lanzar los eurobonos o modificar el mandato del Banco Central Europeo (BCE), institución creada a imagen y semejanza del Bundesbank. No por capricho su sede se encuentra en Fráncfort.
Pero la leyenda de un país ahorrador que tiene que poner en cintura a los socios díscolos, es decir los países periféricos (Irlanda, Italia, España, Portugal y Grecia) tiene también sus puntos débiles. Así, Alemania viola cada año el criterio de convergencia relativo a la deuda pública, que no pueda superar el 60% del PIB. En 2011, se estima que la deuda alemana alcanzará el 81,7%, frente al 69,6% de España o el 49,1% de Finlandia. Su superávit comercial, por su parte, es consecuencia directa del déficit de sus vecinos, que son los que compran los productos alemanes. Alemania, por por un caso, exporta anualmente más a Holanda que a China.
La crisis que atraviesa el euro es resultado, entre otras razones, de las propias deficiencias de la Unión Económica y Monetaria (UEM), que desde el principio fue más lo segundo que lo primero. Una moneda no puede sostenerse a largo plazo si los países que la comparten siguen políticas económicas divergentes y cuentan con fiscalidades heterogéneas.
Esto es precisamente lo que se quiere corregir en la reforma de los tratados que lanzarán los Veintisiete en la cumbre del 8 de diciembre. Sin embargo, la reforma será un sonoro fracaso si es vista como una imposición alemana y no como una solución a los problemas que acucian a la zona euro. Merkel tiene que demostrar con hechos que quiere "más Europa".
pgarcia@larazon.es
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