Encuestas.
La internacional euroescéptica
Unidos por su odio a Bruselas, los partidos eurófobos, euroescépticos y ultraderechistas confían en dar el gran salto en las elecciones europeas. Con el 25% de votos (alrededor de 200 de los 751 escaños de la Eurocámara) que les auguran las encuestas aspiran a debilitar el proyecto comunitario desde dentro, desde la única institución de la UE que es elegida democráticamente. En Francia, Reino Unido, Países Bajos y Dinamarca podrían incluso ser la fuerza más votada.
Consciente de la fuerza que representan, la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, ha puesto en marcha la Alianza Europea para la Libertad (AEL) para garantizar que los eurófobos cuenten con un grupo parlamentario propio en la próxima Eurocámara. Además del FN, forman parte de esta "internacional populista"el Partido de la Libertad (PVV) del holandés Geert Wilders, el Partido Liberal de Austria (FPÖ), los Demócratas Suecos, el SNS eslovaco, el belga Vlaams Belang y la italiana Liga Norte. Si son capaces de ponerse de acuerdo, no será difícil que alcancen los 25 diputados de siete países distintos necesarios para tener grupo propio. Un intento anterior en 2007 bautizado como Identidad, Tradición y Soberanía saltó por los aires once meses después de su nacimiento por los insultos xenófobos de sus miembros.
Al calor de la crisis económica y el desencanto con los partidos tradicionales, los populistas son un heterogéneo magma político que comparte el deseo de cerrar las fronteras a los inmigrantes, abandonar el euro y recuperar las competencias cedidas a Bruselas. Es lo que el sociólogo Erwan Lecoeur denomina "extremismo de la prosperidad". Y es que, precisamente, el deterioro de ese bienestar o el miedo a perderlo explican la creciente desconfianza en Europa. Antes de la crisis, un 52% de los ciudadanos tenía una imagen positiva de la UE, mientras que ahora sólo la tiene un 31%, según el Eurobarómetro. Del mismo modo, en 2007 sólo 15% tenía una imagen negativa de la Unión, mientras que hoy asciende al 28%. En España o Grecia, tradicionalmente los países más euroentusiastas, la desconfianza en Europa supera el 50%.
En el universo antieuropeo, se distingue en primer lugar los partidos de extrema derecha, como el Frente Nacional, la Liga Norte, El FPÖ, los Demócratas Suecos, Amanecer Dorado o los búlgaros ATTAKA. Todos ellos comparten su rechazo a la inmigración y a la moneda única.
En segundo lugar se hallan los partidos de derechas que ven a la Unión Europea como una amenaza a su soberanía nacional y, en consecuencia, propugnan regresar a la moneda nacional, restablecer los controles fronterizos, acabar con la libre circulación de personas y, llegado el caso, abandonar la UE. Entre ellos, se encuentran Alternativa para Alemania (AFD), el Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP), el Partido del Pueblo Danés o el Partido de los Finlandeses. Ultraderechistas y derechaistas podrían sumar 77 eurodiputados.
En un tercer grupo, se encuentran los partidos que ahora forman parte del partido Conservadores y Reformista Europeos (ECR) en la Eurocámara (los "tories", el polaco Ley y Justicia, el Partido Cívico Democrático checo o la Alianza Nacional letona). Su paso por el Gobierno en sus respectivos países los hace más pragmáticos, por lo que son más proclives a llegar a acuerdos con los partidos tradicionales (PPE y PSE) que sus colegas euroescépticos. Los sondeos conceden al ECR 44 escaños.
Finalmente, se encuentra la izquierda anti UE representada por la griega Syriza, la alemana Die Linke o el Partido Socialista holandés, que forman parte de la Izquierda Unitaria Europea (IUE). Aunque son muy críticos con el funcionamiento actual de Europa, no desean abolir el euro y, naturalmente, están abiertos a la llega de inmigrantes. El grupo IUE podría hacerse con 45.
En un reciente informe, el Consejo Europeo para las Relaciones Exteriores (ECFR) anticipa que los partidos proeuropeos tendrán que cooperar activamente para velar por los logros europeos y advierte de que "el mayor peligro es que los euroescépticos influyan en la agenda de los grandes partidos, tanto en Europa como en casa". Entretanto, fuente de la Eurocámara descartan que los antieuropeos vayan a tener una influencia capital: "Los euroescépticos que lleguen lo harán de procedencias dispares, con poca capacidad de coordinación entre ellos y con poco interés por el trabajo diario de la institución".
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