El Euroblog
El nihilismo inglés
Una semana después de que estallaran los disturbios en Londres tras la muerte de un joven a manos de la Policía en Tottenham, se siguen buscando las razones de un brote de violencia que dejó estupefacta a la sociedad británica. Los saqueos, los incendios de vehículos y la destrucción del mobiliario urbano no respondían a ningún motivo. Ni siquiera el rechazo a la muerte de Mark Duggan, que fue una mera excusa para que los jóvenes sin futuro de los suburbios salieran a la calle a destruir todo lo que se encontraba a su paso.
La respuesta del Gobierno conservador de David Cameron muestra un desconocimiento total de la realidad social de los barrios deprimidos. Ciertamente, hay que condenar y perseguir la violencia que pone en peligro la seguridad del resto de los ciudadanos. Pero no basta con decir que los saqueadores son jóvenes enfermos y sin educación. También adolescentes "posh"se subieron a la ola y desvalijaron las tiendas en busca de unas zapatillas, una televisión de plasma o una blackberry.
Cameron tampoco ha acertado al criticar la actuación de las Fuerzas de Seguridad. Como el propio Gobierno, que estaba de vacaciones de verano, a Scotland Yard le sorprendió el estallido de la ola de disturbios con 2.000 detenidos. Con un director en funciones, tras la dimisión de sus anteriores responsables por las escuchas del "News of the World", y un presupuesto menguante, no se le puede exigir lo imposible a las Fuerzas de Seguridad. Entre la Policía británica ha causado una gran indignación que su "premier"haya fichado a un agente retirado experto en las algaradas callejeras en Estados Unidos.
Repobables en sí mismos, estos episodios de violencia nihilista ponen de manifiesto algunas carencias de una sociedad, la británica, en la que el ascensor social lleva estropeado muchas décadas y las diferencias entre los más ricos y los más pobres son abismales. Con apenas un 30% de gasto social, Reino Unido es incapaz de dar soluciones a los jóvenes que no tienen ninguna esperanza de mejorar sus expectativas de vida. Y esto no se solucionará retirando las ayudas a las familias de los delincuentes, tal y como amenaza Cameron.
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