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Opinión

La espada de doble filo de la inteligencia artificial: ¿y si nos deja sin trabajo?

Aunque aporta eficiencia y productividad, nos puede despojar de nuestro medio de vida

La inteligencia artificial está revolucionando los modelos productivos EUROPAPRESS

Imaginemos una oficina donde los empleados acuden a su puesto de trabajo para comenzar con su rutina diaria, desde atender llamadas de clientes hasta gestionar los expedientes para hacer pedidos, realizar informes, organizar ficheros, emitir facturas y recobros. Algunos administrativos digitalizan, organizan y archivan los documentos, otros los procesan generando respuestas a reclamaciones y facturas a clientes junto a órdenes de pago a proveedores. También elaboran las estadísticas necesarias para redactar el informe de gestión que necesita el CEO, mientras otro departamento, se encarga de traducir los documentos a diferentes idiomas.

Antes eran necesarias 15 personas y 3 días para hacer todo eso, pero ahora, gracias a la inteligencia artificial (IA), se requiere unos minutos y un único empleado supervisando, lo que nos hace preguntarnos qué hacer con el resto de empleados. Aunque los beneficios de la IA son incuestionables para la sociedad, es una espada de doble filo que aporta eficiencia y productividad, pero nos puede despojar de nuestro medio de vida.

La llegada de la cuarta revolución industrial arroja luces y sombras sobre la economía y la sociedad. La historia nos enseña que la innovación tecnológica ha sido el principal motor del incremento de la productividad y del crecimiento económico, pero siempre trae, como principal consecuencia, el desplazamiento del empleo, creando nuevos trabajos y sustituyendo a otros. Algunos estudios afirman que el 60% de los empleos actuales no existían hace 80 años, aunque otros señalan que, como la energía, el empleo no se destruye ni se crea, sino que se transforma, algo que a nivel macroeconómico podría ser cierto, pero a nivel de las familias, significa que muchos trabajadores van a tener que reinventarse para adaptarse al avance implacable y transformador de la IA, aunque esa transición sea compleja para algunos, por la brecha existente entre sus conocimientos y habilidades actuales respecto de las necesarias a futuro.

La automatización ha mejorado la productividad de las empresas en procesos repetitivos, pero ahora se le une el poder de la IA para aprender y adaptarse rápidamente a los cambios en el entorno. Muchas de las actividades, rutinarias y repetitivas, van a ser sustituidas por algoritmos, al igual que los cajeros automáticos ya reemplazan a los empleados de banca en la mayoría de las tareas, los chatbots atienden a los clientes o los robots ensamblan piezas en las fábricas, todos funcionando las 24/7 sin quejas, ni descansos, ni huelgas y con una elevada eficiencia.

Gran impacto sobre España

El tema se agrava si consideramos el impacto a largo plazo sobre nuestra economía que tiene baja productividad y alta precariedad laboral, demasiado absentismo, elevadas cotizaciones y la mayor tasa de paro estructural de Europa. Todo apunta al reguero de tareas rutinarias y repetitivas, que la IA va a sustituir tras su estela de progreso, despojando a muchos de su empleo en un país donde ya, por sí, es un bien escaso. Pero no sólo afectará a este tipo de trabajos, sino que ya está ocurriendo con otros más creativos, desde la elaboración de informes de análisis financiero hasta las estrellas de cine en una película, pasando por publicistas, diseñadores web o programadores de código.

Aquí surgen importantes preguntas, ¿Qué ocurrirá con esos millones de trabajadores cuyo empleo depende de tareas realizables por la IA y cómo se adaptarán los sistemas económicos a esta nueva realidad? ¿En qué medida podemos aprovechar el poder de la IA sin poner en riesgo dichos empleos, considerando el vertiginoso ritmo de cambio y que esta tecnología está redefiniendo el concepto de trabajo? ¿Cuáles son las competencias y habilidades más valiosas que la IA no puede reemplazar, al menos por ahora? ¿Cuáles son aquellas tareas en las que las personas pueden competir frente a la despiadada eficiencia de un algoritmo que cada día aprende más y que puede incluso llegar a tomar decisiones como los humanos? ¿Qué harán los gobiernos ante esta nueva realidad? ¿Cómo podemos aprovechar el poder de la IA para fortalecer nuestra economía, generando riqueza y empleo? ¿Serán sustituidos los funcionarios por algoritmos? ¿Quién pagará los impuestos al trabajo?

Mientras contemplamos el futuro con una mezcla de esperanza y temor, se está reescribiendo la historia del trabajo y aún no somos capaces de comprender la magnitud del cambio que se está perfilando, pero afectará a millones de trabajadores en el mundo. Y mientras escribo estas líneas, el sonido de las teclas se mezcla con un pensamiento inquietante, ¿Podría haber sido elaborado este artículo por un algoritmo?