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Economía familiar

Conviértete en un ahorrador experto: consejos prácticos para eliminar los gastos superfluos

En el largo plazo, muchos gastos aparentemente inofensivos pueden llegar a ser más dañinos que otros que parecerían más grandes en un primer momento

Imagen de recurso de una hucha ObjetivoBienestarLa Razon

Ahorrar no tiene mucho misterio. Lo único que hay que hacer es gastar menos de lo que ganamos. Esta es la fórmula más sencilla para evitar las frustraciones y los problemas causados por el desorden financiero. Ahora bien, esto que suena tan sencillo en la teoría… no lo es tanto en la práctica. Desde un punto de vista psicológico, ahorrar resulta complicado porque implica colocar a nuestra mente en el largo plazo y renunciar a la gratificación instantánea. Sin embargo, si logramos cambiar nuestra mentalidad y adoptar una perspectiva más frugal en la gestión de nuestro dinero, podremos disfrutar de una vida más relajada en el futuro.

¿Estoy tirando mi dinero a la basura?

Cuando tratamos de poner orden, de una vez por todas, en nuestra economía familiar, nos topamos con la primera piedra a sortear: debemos estudiar detenidamente cómo y en qué nos estamos gastando nuestro dinero. Es importante pensar sobre ello, porque si no sabemos cuánto gastamos y en qué lo gastamos, es imposible que podamos optimizar nuestro ahorro en el largo plazo.

Lo recomendable en este punto es apuntar cualquier gasto que tengamos en nuestro día a día, para poder evaluar luego si estos gastos son importantes e ineludibles… o si, por el contrario, son superfluos y -por lo tanto- desechables. Poner en práctica este ejercicio de forma consistente puede resultar bastante engorroso, porque deberemos anotar incluso aquellos gastos que consideremos insignificantes. Pero, si lo hacemos, nos daremos cuenta de cómo muchos de estos gastos aparentemente inofensivos, en el largo plazo pueden llegar a ser bastante más dañinos que otros que, a priori, parecerían más grandes.

Cesta de la compraLa RazónLa Razón

Estos gastos, que pueden parecernos pequeños, inofensivos y tolerables en nuestro día a día, pueden resultar absolutamente obscenos cuando hacemos un cómputo de cuánto gastamos en costearlos durante todo un año. Para solucionar este problema, que dificulta enormemente el ahorro y la buena marcha de nuestra economía familiar, es importante discriminar entre aquellos gastos que son necesarios… y entre aquellos que no lo son en absoluto. A continuación, los tres tipos de gasto a los que deberías prestar atención y, en caso de considerarlos superfluos e innecesarios, eliminarlos de una vez por todas de tu vida:

Los gastos fantasma

Son compras que hacemos todos los meses y de las que ni siquiera nos damos cuenta. Pero claro, terminan afectando al presupuesto. Dentro de esta categoría podemos incluir, por ejemplo, la suscripción a una app de productividad gracias a la cual fuimos casi productivos durante 12 días, pero de la que nos olvidamos poco después. También podemos meter en esta categoría la suscripción a Netflix o Spotify, etc. Son compras que suelen pasar por nuestra bancaria sin ser vistas… es como si fueran fantasmas.

Los gastos hormiga

Es un nombre muy apropiado para este tipo de dispendios, porque -como las hormigas- trabajan despacio, pero de forma constante…. lo que -a la larga- genera resultados formidables. Son gastos impulsivos, que no están planificados y que no parecen gran cosa en el momento. Por ejemplo, cuando nos vamos de casa con prisas y sin desayunar. Para compensar el despiste, nos acercamos a la máquina de la oficina y compramos una chocolatina y un café en la máquina. Puede ser también esa caja de chicles que compramos en el mostrador de la gasolinera o las moneditas que le damos a los músicos callejeros.

Los gastos vampiro

Este es el nombre con el que se conoce a los dispendios fijos, pero no contemplados en nuestro plan de gasto. Por ejemplo, la fuga que tenemos debajo del fregadero. Hemos puesto un cubo debajo y nos hemos olvidado de él, pero cada gotita de agua es dinero. Puede no parecer mucho, pero si haces el sumatorio anual… entonces sí es un problema (y de primera magnitud). Otro dispendio que también entraría dentro de esta categoría son aquellos aparatos que consumen aun estando apagados, como el cargador del teléfono o la tostadora.

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Identificar y eliminar estos gastos innecesarios es el primer paso para ahorrar de manera efectiva. Ahora bien, como decíamos antes, esto que parece tan sencillo en la teoría… no lo es tanto en la práctica, porque implica cambiar nuestra relación con el dinero. Si este cambio psicológico no se produce, es imposible que seamos capaces de escapar de eso que han llamado “la carrera de la rata”. Que es un término que se refiere a la mala costumbre de gastar todo lo que se gana… o peor, más de lo que se gana. Como resultado, terminamos convirtiendo al dinero en nuestro amo, ya que nos vemos obligados a trabajar más y más para poder seguir manteniendo ese estilo de vida innecesariamente costoso.