Ahorro
¿Ahorrar para la jubilación? Estos son los 5 sesgos cognitivos que nos lo impiden
Los españoles destinan menos del 20% de sus ahorros para su jubilación
Trabajar durante tantos años al final acaba dando sus frutos y es que las personas de avanzada edad podrán disfrutar de su jubilación, poniendo el broche final a su vida laboral. No obstante, aunque este es un momento ansiado por muchos, solo tres de cada diez españoles consideran que la pensión que percibirán al retirarse el mercado laboral les llegará para vivir, dado que la mayoría la consideran insuficiente. Sumado a esto, el ahorro para afrontar esta nueva etapa "sin sobresaltos" es todavía una asignatura pendiente en nuestro país. Y es que los españoles destinan menos del 20% de sus ahorros para su jubilación, lo que provoca que su colchón económico no sea suficiente y que no puedan mantener el nivel de vida deseado en sus últimos años. A pesar de que para tener una jubilación digna es fundamental el ahorro, esto supone todo un esfuerzo para muchos españoles. Pero, ¿a qué se debe esto? Desde el blog de CaixaBank explican los sesgos cognitivos a los que nos enfrentamos y que nos impiden reservar dinero para cuando nos retiremos del mercado laboral.
1. Sesgo de la gratificación instantánea
Este sesgo es un mecanismo que nos hace priorizar las recompensas o satisfacciones inmediatas, evitando considerar su impacto a largo plazo. "En economía se llama descuento hiperbólico a elegir una recompensa menor ahora que mayor más tarde y está directamente relacionado con la jubilación por el largo plazo que esta tiene", señala la entidad bancaria.
Por ello, es importante ser conscientes de su existencia y saber cuánto y cuándo se cobrará con la pensión para poder hacer los cálculos, dejando atrás este sesgo de gastar hoy en vez de ahorrar para mañana.
2. Sesgo de disponibilidad
Este sesgo impide que se consideren los datos relevantes si son difíciles buscarlos y, por tanto, considerar datos irrelevantes al estar disponibles. Por ejemplo, si un conocido nos dice que se ha hecho rico invirtiendo en criptomonedas, es posible que ignoremos las advertencias de organismos como el Banco de España, generalizando este caso único.
Escapar de este sesgo es posible a través de un "análisis riguroso con base en datos", buscando la información científica más reciente e ignorando aquellos ejemplos puntuales.
3. Sesgo de aversión a la pérdida
El sesgo de aversión a la pérdida hace que pese más lo que podemos perder que una posible ganancia. Es decir, si nos plantean una inversión que puede tener un beneficio potencial de 100 euros, pero no podemos perder más de 40 euros, lo más seguro es que esta posibilidad hará que ni siquiera se considere en la mayoría de las ocasiones.
A pesar de que este sesgo favorece al ahorro, penaliza la inversión, por lo que evita que una persona se beneficie de algunas oportunidades a largo plazo de cara a la jubilación. Para superarlo, será necesario conocer el nivel de riesgo de una inversión o incluso la propia tolerancia al riesgo.
4. Sesgo del presente
Muchos consideran que lo que importa es el ahora, y que, por consiguiente, el futuro es menos relevante. Este sesgo impide valorar y preocuparse por aquello que se debe tener en cuenta dentro de unos años como la compra de una casa o la jubilación.
Para evitarlo, se debe ser consciente de lo que ocurrirá en un futuro y visualizar como será nuestra vida entonces, además de plantear metas a largo plazo con pequeñas a medio plazo.
5. Sesgo de optimismo irreal
Al mirar hacia el futuro, este suele parecer más alentador que el presente, por lo que será menos probable que pensemos que en los últimos años de vida apenas llegaremos a fin de mes o que experimentaremos cualquier evento negativo. "Es parecido a la falacia de planificación por la que pensamos que en el futuro tendremos más tiempo para hacer algo (spoiler: si hoy no tienes tiempo, mañana probablemente tampoco lo tendrás)", aseveran desde CaixaBank.
Por ello, para romper con este sesgo de optimismo, es importante ser realistas y evaluar todas las posibles situaciones y riesgos que viviremos en un futuro, para así moderar las expectativas.