Seguridad Social
El fracaso del Ingreso Mínimo: “Es una mentira, pura propaganda”
Tras su primer año de vida, la prestación deja sin protección a muchos de los más vulnerables. «Te dicen que las víctimas de violencia de género, las familias monoparentales y con hijos con discapacidad tienen prioridad. Es una mentira», denuncia una solicitante
Hablar con solicitantes del Ingreso Mínimo Vital (IMV) a junio de 2021 es como retrotraerse a este mismo mes del año pasado, cuando se aprobó la prestación con el objetivo de amparar a los más afectados por la crisis de la Covid. Todo sigue prácticamente igual, con el agravante de que el paso de los meses sin ningún tipo de ayuda ha sumido a miles de hogares en un abismo económico y personal. La medida estrella del «escudo social» no llega ni a un tercio de los beneficiarios previstos y sigue pendiente de reforma. Los últimos datos de la Seguridad Social reflejan que esta prestación llegó en mayo a 260.206 hogares en los que viven 682.808 personas. Una cifra que se encuentra muy por debajo de los 850.000 hogares y 2,3 millones de personas que el Gobierno estimó hace un año como destinatarios.
Uno de los perfiles más vulnerables, el de madre soltera, víctima de violencia de género y con hijos a cargo, pretendía ser uno de los más protegidos por el IMV, con un complemento del 22% de la cuantía establecida. Eso sí, dentro del tope máximo de 1.015 euros al mes. Sin embargo, testimonios como los de Gabriela, Antonia, Raquel y Tamara dejan patente que las promesas han caído en saco roto.
«Te dicen que las víctimas de violencia de género, las familias monoparentales y con hijos con discapacidad tienen prioridad. Eso es una puta mentira. Pura propaganda», denuncia Gabriela a LA RAZÓN. Con dos hijos menores a cargo, uno de ellos con autismo, y sin ayuda del padre tras dejar atrás una situación de maltrato, tuvo que pasar varios meses sin ingresos, después de quedarse en paro en uno de sus trabajos y entrar en ERTE en el otro. Nunca llegó a cobrar el ERTE y su prestación de desempleo quedó paralizada porque ambas ayudas no eran compatibles. Al intentar pedir el IMV en junio de 2020 le volvieron a dar la espalda: «Me lo denegaron porque me tuvieron en cuenta los ingresos de 2019, pero yo tenía la necesidad en 2020». «Nos han vendido una ayuda para los afectados por la Covid, pero a las familias que nos hemos quedado sin nada nos han abandonado», añade.
Pese a conseguir algo de oxígeno en noviembre de 2020, cuando volvió a trabajar, Gabriela cuenta que durante 8 meses su situación fue insostenible: «Estuve todo ese tiempo sin ingresos, sin apenas comida y con la policía y la ambulancia a todas horas en casa porque uno de mis hijos tiene autismo y epilepsia y estuvo meses sin recibir su tratamiento. No podía pagar todas sus medicinas». Su salud mental también tocó fondo. «El 24 de octubre de 2020, el día de mi cumpleaños, tenía la intención de subir al tejado y tirarme. Afortunadamente, mi hija salió de su habitación, me dio un abrazo y me dijo que había salido de muchas, que iba a salir de esta también», cuenta. Las consecuencias del abandono sufrido por esta madre se prolongan en el tiempo. Gabriela aún debe 900 euros de alquiler a la empresa municipal de vivienda y la compañía eléctrica la ha llevado a juicio por otra deuda de 900 euros en suministros.
A Antonia el IMV le ha salido caro. Tras pedirlo en agosto de 2020 y conseguir la aprobación en junio de 2021, la irrisoria cuantía concedida es poco más que una limosna para mantener a cuatro hijos, uno de ellos con una discapacidad del 20% y otro con apenas 11 meses. «Al concederme 144 euros, los servicios sociales me quitan los 400 euros que me venían dando para alimentos y para la leche especial de la niña que vale 26 euros semanalmente. Ahora mismo está sin leche», dice angustiada. Para más inri, desde que empezó la crisis, su exmarido no le pasa los 500 euros de manutención de los dos hijos que tiene en común. De nuevo, la Seguridad Social tuvo en cuenta los ingresos de 2019 para calcular su prestación. «Si ellos se basan en que yo estoy comiendo de 2019 estamos apañados», critica. Tras sufrir malos tratos en su país de origen, donde no recibió ningún tipo de ayuda, tuvo que ver cómo en 2017 su casa ardía y se quedaba en la calle, lo que la llevó a ocupar uno piso de una constructora que llevaba vacío desde 2009. Aunque ha intentado acceder a una vivienda social, siempre ha recibido un no por respuesta.
Por su parte, Raquel Calderón lleva un año batallando con la Seguridad Social para obtener el IMV. «Lo pedí en junio de 2020. Metí los papeles el mismo día que se abrió el plazo», dice, y desde entonces su prestación pasa de estudio a pendiente de revisar de forma constante. Incluso le han reclamado documentos que ya aportó. «No tengo familia en España , el padre de mi hija de 4 años no me ayuda y el subsidio que estaba cobrando se me agotó justo al empezar la pandemia», aclara respecto a su difícil situación. Hace un mes consiguió un trabajo, pero su economía aún pende de un hilo: «Hasta ahora he vivido con la ayuda de los vecinos y de la asistente social. El piso tiene muchas deudas acumuladas y estoy embargada».
Tamara Medel, la fundadora del grupo de Facebook «Hoy por ti mañana por mí», destinado a hacer compras solidarias para familias sin recursos a cambio de ropa y objetos de segunda mano, pasó de no tener dinero ni para comida ni para los libros escolares de sus tres hijos, a ayudar a decenas de hogares necesitados. Esta madre soltera de 33 años, también víctima de violencia machista, solicitó el IMV en junio de 2020 y se lo concedieron el 23 de mayo de 2021 por una cuantía de 600 euros al mes al tenerle en cuenta los ingresos de 2019. «Pese a que señalé que miraran los de 2020», subraya. Esta buena noticia llegó con un pero. Frente a las 7.100 euros que debería haber cobrado con efecto retroactivo, solo recibió 6.100: «Me dijeron que no reclamase, que me podían paralizar el expediente y quedarme sin cobrar mes a mes». Del dinero que ha cobrado, 3.500 han ido directos a saldar recibos impagados y deudas con familiares y amigos.
Un gran número de madres solteras solicitantes del IMV han recurrido o siguen recurriendo a bancos de alimentos para poder llevar comida a sus casas y que la salud de sus hijos se vea lo menos resentida posible. Ese es del caso de Aris, quien acude de forma habitual a recibir alimentos de Fundación Madrina. Para ella, la denegación del IMV fue casi inmediata por no cumplir ciertos requisitos, aunque no le especificaron cuáles. Esta trabajadora del sector de la hostelería lleva un año y medio en ERTE y desde entonces acude a pedir comida, ya que la cuantía de la prestación no le da para vivir. Por este motivo decidió solicitar el Ingreso Mínimo. Y es que existe la falsa creencia de que estas dos ayudas son incompatibles. A la espera de recuperar su trabajo, Aris mantiene a su hijo gracias al apoyo de su familia y a aportaciones puntuales del padre: “No me ayuda como necesito que me ayude”.
La portavoz de Fundación Madrina, Ana Roda, explica a LA RAZÓN que aunque las colas del hambre se han reducido en un 52%, el 48% restante que sigue acudiendo a ellas «es un sector mucho más empobrecido». «Ahora mismo el banco de alimentos está vacío. Las grandes entidades cierran por vacaciones, pero el hambre no cierra, y no vamos a poder alimentar a toda esta gente. Necesitamos ayuda», reclama.
La Asociación Víctimas del Paro se ha mantenido al pie del cañón denunciando los errores de esta prestación, sacando a la luz casos tan complicados como los de Gabriela, Antonia, Tamara y Raquel, y solicitando mejoras. Su presidente, Joaquín García, reclama por activa y por pasiva un plan de empleo para las 600.000 familias a las que debería haber llegado el Ingreso Mínimo en 2020 pero no lo ha hecho y para todos aquellos hogares que no tienen ningún tipo de ingreso. «Es inhumano que no se ponga en marcha un plan de choque a nivel estatal para darles un trabajo o actividad», denuncia García.
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