Tenis
Nadal, de vuelta dos años después
La fortaleza mental le lleva a meterse otra vez entre los ocho mejores de un «Grande».
La fortaleza mental le lleva a meterse otra vez entre los ocho mejores de un «Grande».
Después de haber ganado los dos primeros sets y haber cedido el tercero, Gaels Monfils amenazaba con llevar a Nadal de nuevo a un quinto set. El francés logró un «break» en el séptimo juego y se situó 30-0 con su saque. Cuando se olía el 5-3 para el galo apareció el Rafa de los viejos tiempos, el de toda la vida, el que ha ganado 14 «Grandes» presumiendo de tanta fortaleza mental como tenis. Levantó el 30-0, devolvió el «break», igualó el set y ya no cedió un juego más mientras todo el clan Nadal vibraba en su palco. Todos incluido Carlos Moyá. «Charly», el nuevo miembro de la tribu, se señalaba repetidas veces con el dedo índice de la mano derecha la cabeza y decía «cabeza, cabeza, cabeza». Su pupilo y amigo lo tenía todo controlado. «Significa mucho llegar a cuartos en el primer ‘‘Grand Slam’’ del año», confesó Rafa. La «fortaleza mental» de la que habló el tío Toni tras vencer en cuarta ronda al menor de los Zverev volvió a ser decisiva.
Desde el año 2015 en Roland Garros, Nadal no se había colado entre los ocho mejores de un «Grande». Aquel partido se saldó con una derrota ante Djokovic y lo más cerca que volvió a estar fue en el pasado Abierto de Estados donde cayó en octavos. Ahora todo es distinto. De la «lesión mental» que sufrió el año pasado no queda ni rastro; de la dolencia en la muñeca izquierda, tampoco. Rafa ha ganado cuatro partidos en Melbourne y lo ha hecho dejando detalles que permiten ser optimista para lo que resta del torneo. Sumó confianza con sus dos primeras victorias sin ceder un set, tumbó a Zverev en cinco mangas con más competitividad que tenis y acabó con Monfils en una notable combinación de solidez tenística y mental. Hay argumentos para confiar en que ante Raonic, su rival en cuartos, no se repita la historia de hace casi tres semanas en Brisbane. La fórmula la tiene muy clara: «Tengo que ser agresivo porque si no estoy muerto y también estar muy centrado con mi servicio». En Brisbane estuvo un set arriba, tuvo un punto de «break» que no aprovechó, se despistó un cuarto de hora, sufrió dos roturas y Raonic despegó. No hay ningún jugador en el circuito que combine un saque tan poderoso –roza los 25 «aces» por partido en el torneo– y un juego de fondo tan autoritario como el canadiense.
Raonic no vivió un partido cómodo ante Roberto Bautista. En realidad nadie vive un partido cómodo con el de Castellón. El español fue superior en los tres primeros sets, pero la capacidad del canadiense para inventarse golpes ganadores –33 saques directos y 75 «winners»– le permitió llegar al cuarto set mandando. Ahí, Bautista claudicó. Raonic llegó a Melbourne con una gripe y está casi recuperado. «Tengo la energía, aunque no estoy a tope de capacidad. Me encuentro al final de mi recuperación», comentó tras alcanzar sus sextos cuartos de final de un «Grande». En 2016, con Carlos Moyá sentado en su banquillo, llegó a las semifinales en Australia. En esta edición, con las derrotas de Murray y Djokovic, es el superviviente con mejor ranking y la mayor amenaza en su parte del cuadro para evitar una final Nadal-Federer. En Melbourne se sueña con la reedición de un partido que no se juega desde 2015. Los organizadores, el propio Federer, que juega hoy, el mítico Rod Laver... Sólo Mats Wilander pone alguna pega: «Sería también bonito ver a John Lennon y a Elvis Presley cantar de nuevo juntos y ya no se puede. Por eso digo que sería genial ver caras nuevas».
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