Lo importante es participar
La selección de fútbol en Londres 2012: se creyeron estrellas... y se estrellaron
España, campeona de Europa sub'21 un año antes, no marcó un solo gol en sus tres partidos y cayó eliminada en la primera fase
Con tres recientes campeones de la Eurocopa en sus filas, Jordi Alba, Juan Mata y Javi Martínez, y un puñado de peloteros que ya deslumbraban al más alto nivel –De Gea, Ander Herrera, Muniain, Isco...–, la selección española sub’23 que disputaba el torneo de fútbol en los Juegos de Londres era una de las favoritas para el oro. En el Europeo sub’21 del año anterior, los chicos de Luis Milla habían avasallado a la concurrencia y, sin más competencia europea que las sorprendentes Suiza y Bielorrusia, a priori sólo debía temer en el torneo olímpico a una Brasil reforzada con los «mayores» Marcelo, Thiago Silva y Hulk, y a la anfitriona Gran Bretaña, que había montado una selección preciosa con galeses, escoceses e ingleses liderada por Ryan Giggs.
Sin embargo, nada fluyó para un equipo que tuvo una preparación perturbada por la amistad de algunos de sus componentes con cierto productor de contenido audiovisual para adultos –hoy condenado por proxenetismo– y cuyos nombres omitiremos porque salieron absueltos del proceso judicial, ya que la sociedad entonces era mucho más permisiva que ahora en según qué asuntos. Pero está claro que las francachelas con estrellas del porno no constituyen el mejor entrenamiento posible para un deportista de élite.
En la víspera de la inauguración, como suele ser habitual en la competición de fútbol, debutó España frente a Japón en Glasgow. La deslocalización del torneo no contribuye a que los futbolistas se imbuyan del adecuado espíritu olímpico y también ese factor jugó en contra de un equipo «exiliado» en la fase de grupos a Escocia y al norte de Inglaterra, detalle a la postre determinante para pudrir el ambiente. A pesar del mal resultado del debut, la muchachada se embarcó en una insensata ida y vuelta a deshoras contra el criterio del cuerpo técnico porque los chicos «tenían la ilusión de desfilar» en el estadio olímpico.
Los hondureños, un elenco de tíos duros que constituyeron la base del equipo que dos años después disputó el Mundial de Brasil –donde no le ganaron a nadie, pero cosieron a patadas a todos sus rivales–, se quedaron concentraditos en Newcastle para prepararle a España un campo de minas en Saint James Park. A los siete minutos, Jerry Bengtson se elevaba sobre Álvaro Domínguez para cabecear a la red. Con todo el partido por delante, y pese a la inspiración de Koke, los españoles no impusieron su calidad a la dureza centroamericana y esa segunda derrota certificó una eliminación prematura.
Todavía quedaba un partido, que era más bien un suplicio porque todo el mundo estaba más pendiente de montarse en el avión de vuelta a casa que de ganarle a una selección de Marruecos que no estaba eliminada de forma matemática, pero sí virtualmente. El Old Trafford de Mánchester, el mejor escenario posible, albergó un encuentro horrible ante una grada semivacía que terminó con el único resultado posible: 0-0. La España de la triple corona, dominadora también en categorías inferiores, se despidió de los Juegos sin marcar un solo gol.
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