Ciclismo
Mikel Landa: "Ganar el Tour es difícil, pero voy a intentarlo"
Mikel Landa y Alejandro Valverde se conjuran en el segundo día de descanso del Tour. “Ganar es difícil per voy a intentarlo y soñar hasta el último día”, dice el alavés
Si durante la primera jornada de descanso del tour, la pre-Pirenaica, todo se veía de color de negro y aquella petición de Mikel Landa en la que decía: “necesito mis dos días de que me dejen en paz, pasar mi luto”, sorprendió y provocó el bajón en toda la parroquia ciclista, ahora, una semana después las cosas han cambiado. Han cambiado para ser de nuevo las mismas. Porque Mikel está de vuelta, él y su religión. “El Landismo nunca muere”, dijo el domingo en Foix, después del "chute"de adrenalina y moral que se dio a sí mismo y a todos atacando a 40 kilómetros de meta, a su estilo, volviendo a ser ese gran ciclista capaz de lo peor pero también de lo mejor.
Y ahora en Nimes, a las puertas de los Alpes, de que todo se decida, Mikel vuelve a ser Landa, el gran ciclista de las tardes emocionantes y se conjura, vuelve a soñar con que todo es posible, porque si alguien puede sin duda es él. “Ganar es difícil pero voy a intentarlo y soñar hasta el último día”. Ahí está, el corredor vibrante que tanto emociona. El que se dibuja las pinturas de guerra en el rostro y pide a gritos ataque, espectáculo. Promete darlo. Y cumplirá.
A su lado comparece Alejandro Valverde que para eso de las embestidas parece estar de los más animados: “Tenemos que atacar, en este Tour podemos llegar a todo y en los Alpes con lo duros que van a ser pueden caer minutadas. Vamos a atacar, eso lo saben los rivales y así tiene que ser. Es difícil pero si no se intenta es imposible”, dice el Bala. “Mikel es un luchador, termina bien la tercera semana, aunque viene del Giro antes había corrido poco y terminará fuerte, como el propio equipo”.
A Mikel, escuchar de la boca del arcoíris, que “con 39 años y estando con los mejores sorprende”, le llena de energía. “Ahora estoy en una posición que no me conformo. Soy séptimo, así que estoy obligado a hacer cosas de estas para recuperar. Así me gusta correr”. Al ataque. Es la única forma que entiende. “Voy a luchar por cada segundo”, advierte Landa. No quiere que le pase lo que hace dos años, cuando se quedó a uno solo de subir al podio en París frente a Romain Bardet.
De lo que no puede parar de lamentarse es de la caída que sufrió en la décima etapa camino de Albi y que le asestó dos minutos en la general con los mejores. “Sufrí un golpe duro, pero había que seguir intentándolo. De Pirineos salgo con un balance positivo, contento y con moral. Aún pueden pasar muchas cosas”. Conjura. De esa primera jornada de descanso a la de ayer han cambiado tantos los rostros que quien casi lloraba ahora sonríe. Y quien entonces reía para sus adentros pensando en todo lo bueno que podía venir, ahora, arrugado el morro, agachada la cabeza se sienta y enfrenta los micrófonos y preguntas como puede.
Es la mirada triste de Nairo Quintana, que se sabe derrotado y al que tanto optimismo de Valverde y Landa le abruma. Se ve y se siente pequeño a su lado, más después del garrafal error cometido el sábado camino del Tourmalet cuando todo el Movistar aceleró la carrera en su favor mientras él calló sus malas sensaciones a sus propios compañeros. “En el Soulor ya dije que fuesen tranquilos. Se puso a tirar Andrey Amador y pasé una crisis, pero Mikel Landa quería más ritmo, se sentía fuerte. A mí no me gusta que me jodan mi momento, él estaba fuerte y los rivales sufrían”, se excusó.
Intentó explicarse Nairo: "llegué al Tour con buenas sensaciones, pero se torció el objetivo con la caída , que me descuadró bastante. En el Tourmalet tuve mal día y el domingo lo intenté con la estrategia del equipo. El objetivo era ayudar a Mikel y será el mismo hasta París”, promete. “Van a venir días importantes en los Alpes y el equipo tiene que trabajar para él”.
Y mientras, Eusebio Unzue, que también habla antes de que los tres gallos y todo el equipo emprenda la marcha en esta segunda jornada de descanso por Nimes para soltar piernas y tomar un café antes de la siesta y el masaje, dice: “no descarto a Landa para cualquier cosa”. Sabe que es capaz de todo y por eso el mánager está tirando de negociaciones para intentar retenerlo el próximo año. Así cambia de rápido todo, igual que las caras de un día de descanso al otro. Landa, que parecía ya vestido con los colores del Bahrein ahora se acerca más al Movistar. Ese ardiente carácter Eusebio Unzue sabe que no puede dejarlo marchar.
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