Copa del Rey

Mallorca, 0-Real Sociedad, 0. Sadiq mantiene la emoción para la vuelta

El delantero de la Real Sociedad perdona al Mallorca desperdiciando dos ocasiones imposibles de fallar. Javier Aguirre planteó una batalla en el centro del campo y llegará con vida al partido de vuelta en el Reale Arena

Barrenetxea intenta el remate en el Mallorca-Real Sociedad
Barrenetxea intenta el remate en el Mallorca-Real SociedadEuropa Press

El Mallorca está al límite del descenso en la Liga, sólo tres puntos le separan de la zona roja, pero al mismo tiempo está emocionado con la Copa del Rey. La ilusión en la isla es enorme y lo demostró Copete, un central más bien expeditivo, haciendo una ruleta delante de Kubo, al que después superó con un caño. Una acción técnica que hubiera sido más lógica cambiando a los protagonistas, pero así de crecidos están los de Javier Aguirre, que convenció a sus chicos de que sólo con una intensidad extrema podían tener opciones ante un Real Sociedad superior técnicamente.

El plan del «zorro» mexicano funcionó a la perfección todo el tiempo menos los últimos veinte minutos, cuando al Mallorca se le acabó la energía para seguir convirtiendo la zona ancha en un campo de minas en el que no había un milímetro por el que progresar. No hacían prisioneros los bermellones, chocando duro e incluso dejando recados una vez que el balón ya se había disputado. Que se lo digan a Merino, que se las llevó de todos los colores y vio cómo sus rivales le recriminaban que se estaba quejando demasiado. Se jugaba a lo que quería Aguirre, consciente de que los suyos eran el equipo con menos recursos y tenían que tirar de otras cosas. La Real Sociedad buscaba combinar a un toque sin poder hacer una carambola clara en la frontal del área. Los locales amenazaban con Abdón Prats, que tuvo dos remates que se le fueron por poco fruto de un juego directo de no más de tres toques.

Precisamente el delantero local, ídolo de la afición, tuvo la más clara de su equipo en la segunda parte, a lo que respondió Umar Sadiq con dos acciones que parecían imposibles de fallar, pero en las que no acertó el ex del Almería. Eran sólo de empujar, literalmente. La primera la intentó embocar con la cintura y la siguiente la conectó con el pie y la mandó por encima del larguero a medio metro de la línea. La asistencia fue de Kubo, recién de llegado de la Copa de Asia y que había estado todo el partido en otro huso horario, desconectado, dejando todo el trabajo de desborde a Barrenetxea el más lúcido de los de Imanol.

Ahí, en el balcón de los veinte minutos finales, despertó el japonés y también la Real, que en ese tramo sí que pudo imponerse más a un Mallorca ya agotado incluso a pesar del triple cambio que en ese momento metió Aguirre. Eran superiores los donostiarras, que habían estado cerquita de ganar el partido, pero esto ya no es a noventa minutos. Estamos en las semifinales y hay ida y vuelta, así que tampoco se fueron los de Imanol a por el triunfo como si les fuera la vida en ello. Hay otro encuentro en el Reale Arena, así que no había tanto drama como si esperara una prórroga, por mucho que el Mallorca ya no fuese el equipo agresivo que no le dejaba respirar y rascaba en cada balón. Hubo momentos de bastante tensión al filo del descanso que estuvieron cerca de superar al colegiado, Muñiz Ruiz, pero con el paso de los minutos se imponía el fútbol de la Real a la emoción del Mallorca.

Después de la batalla todo terminó como cuando empezó. El Mallorca, que no tiró una vez entre los tres palos, muy vivo, que es lo que quería en su papel de sorpresa en semifinales; y la Real ilesa y sin el peligro para la vuelta de los goles visitantes con valor doble, que ya no existe. Los dos se marchaban con los deberes más o menos hechos, aunque Sadiq perdonó claramente a los mallorquines en esas dos ocasiones que parecían imposibles de fallar.